¿Me quieres, tú también, de esta forma en la que te estoy queriendo?

Una noche fría, perfecta para que me invada la nostalgia. Una nostalgia etérea, la nostalgia de un sentimiento, el sentimiento indescriptible de comenzar a querer, querer con el alma, el alma que ansía un encuentro, en el que el miedo desaparece y el amor surge. ¿Cómo se siente? Se responde mejor con una pregunta ¿Me quieres, tú también, de esta forma en la que te estoy queriendo? Poco a poco la realidad cambia de color, es casi imperceptible, sin darse cuenta, ya el mundo es diferente y no hay vuelta atrás; se está a la espera. ¿A la espera de qué? No de qué, de quién; es esa persona que cambia los colores, que cambia la vida, que hace sonreír el interior.

¿Cómo lo llamaría? El primer enamoramiento, seguramente; el sentimiento parece salirse del pecho, no se puede expresar el cariño que viene de dentro, hace falta más. Hace falta un abrazo más largo que el de dos amigos que se saludan, un beso más cálido que el de los buenos días, tomarle de la mano, como a alguien a quien no quieres dejar ir nunca… por último la incertidumbre, esa pregunta que se forma adentro, la pregunta que se materializa al verle: ¿Me quieres, tú también, de esta forma en la que te estoy queriendo? Una pregunta sin respuesta, pero, ¿qué me dice esta mirada, esta sonrisa que me regala, este confiarme sus secretos, esta búsqueda de mi compañía, este abrazo repentino, este dejarme entrar en su vida? Surge de nuevo: ¿Me quieres, tú también, de esta forma en la que te estoy queriendo?

Qué nostalgia, qué incertidumbre, ¿cuándo volverá a surgir el sentimiento? ¿Por qué hoy lo estoy extrañando? Puede que te esté extrañando, a ti. ¿Me quieres, tú también, de esta forma en la que te estoy queriendo?

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