—¡Danny! ¿No podías verte un poco más "gay"? —Le reprochó Sam al ver al extrovertido Danny acercarse con unos lentes oscuros, una camiseta lila bastante traslúcida y unos jeans tan apretados que era un milagro que el atrevido chico pudiera moverse con ellos puestos. —¡Te faltó amarrarte un pañuelo rosa del cuello!
—¿Cuál es tu estrés ahora, Sam? —Le respondió quitándose los lentes de forma muy coqueta— Si uno no exhibe la mercancía, NO SE VENDE, niña... ¡Y la mía es "carne de primera"
—¡No sé por qué pierdo mi tiempo contigo. ¡No tienes remedio, Danny!
—¡Pues ni que fuera "Farmacia"! —Danny se acercó a Joe que le sonreía— ¡Osito! ¡Cuéntamelo todo! ¿Cómo te va con el "Mega Macho"? ¿Algún avance? ¿Ya te lo garchaste?
—¡Hola, Danny! Él y yo sólo somos compañeros de trabajo. Aunque es demasiado...es...muy...lindo...muy... ¡No sé ni cómo decirlo! Él es muy...guapo.
—¡Es tu hombre! ¡Tienes que conquistarlo! Ahora trabajas con él. Debes vestirte muy llamativo, coquetearle, que sepa que tú estás allí disponible y bien dispuesto para darle todo el placer que necesite a ese "activo" caliente y provocador.
—¡¡¡Danny!!! —Joe se sonrojó como un tomate.
Luego del trabajo, Joe, Sam y Danny habían quedado de verse en el centro comercial para hacer algunas compras y conversar. Los amigos del tímido gordito se sentían felices de que Joe tuviese un nuevo interés romántico, aunque para Joe no era más que "imposible" que alguien como Ian Monroe pudiese enamorarse de él.
Mientras caminaban observando las vitrinas de las tiendas, Sam se detuvo emocionada al ver unos hermosos zapatos dorados de tacón alto. Jaló a Danny por el brazo para que este los viera.
—¡Mira! ¡Mira! ¡Dime que no son perfectos!
—¡No te van a quedar! Lo sabes... ¿Por qué te torturas así, Sam?
—¡Danny! Deja que al menos ella entre a la tienda y pregunte si hay de talla...—Le respondió Joe de forma tierna.
—¡Bien! ¡Entremos!
Sam corrió emocionada hasta una de las vendedoras de la tienda. Esta miró a la altísima castaña que estaba muy sonriente frente a ella.
—¡Hola! Me gustaría saber si esos zapatos de la vitrina los tienes en diferentes tallas...o si son únicos.
—¿Cuál es su talla, señorita?
—Aaaahh...mmmm...cuarenta...y seis.
—¿Perdón? Dijo... ¿Cuarenta y seis?
—Si...—Respondió Sam con mucha vergüenza.
La vendedora no pudo evitar mirar los pies de Sam y ver que eran realmente muy grandes. Claro, Sam media 1.80, y aunque adoraba los vestidos y los tacones, nunca le era sencillo conseguir una talla apropiada de las cosas que le gustaban.
—Lo siento, señorita. Sólo hay hasta la talla 38.
—¿Y no hay otros modelos similares de mi talla?
—Creo que debería visitar la tienda de enfrente. Allí tienen tallas grandes, pero sólo zapatos deportivos...de hombre.
Sam salió muy frustrada de la tienda, si algo odiaba era los zapatos deportivos, aunque en ese momento andaba con mini falda de jeans y unas botas Sneakers. Antes de que Danny abriera la boca, La enojada castaña le gritó:
—¡Ni se te ocurra decir "te lo dije", Danny!
—Sam, ¡no te pongas de mal humor! Ya encontrarás unos lindos zapatos de tu talla. ¡Hay muchas zapaterías en este centro comercial! Podemos preguntar...—Le comentó Joe tomándola de la mano.
—¿Qué? ¿Estás loco? ¡Yo quiero llegar a mi casa hoy! ¡No dentro de tres días! Te dije que le preguntaras a Verónica dónde compra sus zapatos.
—¡Yo no la soporto! ¡Prefiero andar descalza que preguntarle a esa perra!
—Sam... ¡Tienes que dejar de ser tan cerrada!
—¡Ya cállate, Danny! Mejor vamos a acompañar a Joe a comprarse una ropa muy divina para que mañana se robe el corazón de su sexi modelo. —respondió Sam y guió a los chicos a una tienda de ropa para caballeros.
Joe entró a la tienda con mucho recelo, "comprar ropa" era una actividad que solía frustrarle mucho por su peso y tamaño. Los modelos que le gustaban casi siempre eran de tallas pequeñas y los que eran de su talla, los odiaba. Por eso Sam y Danny le acompañaban para asegurarse de que su amigo pudiese encontrar algo que le luciese bien. Aunque las personalidades tan contradictorias de ambos hacían a veces de su vida una locura: Danny era demasiado extrovertido, desenfadado, sexi y para él lo más importante era llamar la atención. En cambio Sam era más seria, comedida, elegante y glamorosa... Lo más importante para ella era lucir perfecta. Lo cierto es que en el probador de ropa Joe tenía a un pequeño demonio y a un ángel tierno susurrándole al oído al mismo tiempo: