El enigma de la Quimera [libro 1]

Conexión

—Debes dejarlo, es imposible —aconsejó Madeline—. Dijiste que no es un soñador, que parece ser un joven normal, de seguro que al despertarse ni se acordará de ti.

—En eso ella tiene razón —opinó Grecor—. Hace poco leí la noticia de una mujer que viajó a miles de kilómetros para conocer a su novio de sueños en persona y cuando llegó se encontró con la noticia de que él no sabía quién era ella, encima, el hombre tenía dos hijos y llevaba diez años de casado.

—Creo que soy lo suficientemente capaz como para reconocer cuándo una persona en mis sueños no se acuerda de mí —replicó Jara mientras se recostaba al espaldar de la silla. Vio cómo Grecor se acomodaba los lentes en el puente de su nariz con un dedo, reacio a creerle—. Hablo en serio —insistió—, toda mi vida he estado trabajando como soñadora, ¿no creen que tenga experiencia suficiente como para saber lo que estoy haciendo? —protestó.

Sus amigos se miraron por un momento las caras, después, Madeline se acomodó en su silla y chasqueó la lengua, arreglando su melena rubia a medio lado, era una manía que tenía cuando se preparaba para hablar y manifestar lo que pensaba.

Se encontraban en el comedor para soñadores tomando el desayuno, la mañana comenzaba tranquila para Jara, con la monotonía de siempre, donde sus amigos intentaban quitarle la idea de seguir viendo al joven de sus sueños, para así alejarse de él para siempre.

Detrás de Madeline, Jara podía ver desde el ventanal el jardín de la academia y los árboles que intentaban tocar el cielo. Era increíble cómo todo a su alrededor parecía pacífico, cuando ella por dentro se sentía confundida y a la vez decepcionada de su vida.

—Jara, te demoraste un mes para hacerle la prueba de reconocimiento —razonó Madeline—, eso quiere decir que estás nublada, te daba miedo lo que pudiera pasar si él era un reflejo creado por tus deseos. Además, no es un soñador, es una persona totalmente normal, ¿cómo podrían tener una relación?, ¿cómo harían para verse en persona? Esa relación, ¿cómo funcionaría?, ¿piensas quedarte anclada en ese plano y vivir de sueños húmedos? Como soñadora sabes que debe haber una balanza entre las dos realidades, no vivir por completo en una sola.

—Creo que lo mejor sería que te tomaras un descanso —aconsejó Grecor con voz un poco más tranquila a comparación de cómo hablaba Madeline—. Últimamente estuviste haciendo muchas misiones vívidas y en el día las clases… ¿Por qué no pides un descanso? Te deben dos, ¿no es así?

—A una semana de los exámenes de admisión, es imposible que los directivos acepten esas vacaciones. —Jara dejó salir un suspiro aburrido—. Este año seré quien evalúe el área de sueños profundos. —Comenzó a asomarse una sonrisita en el rostro de sus amigos, con ese brillo de anhelo—. Oh, no, saben que está prohibido que entre personal no autorizado a la sala de exámenes —protestó Jara.

—Ay, por favor, Jara, sabes que puedes hacernos pasar por relevo del decano, por favor… —suplicó Madeline—. Siempre he querido ver esos exámenes.

—Necesito ver todos esos sueños en tiempo real—insistió Grecor—. Por favor, sabes que eso es otro nivel de sueños.

En el plano de la Quimera se encontraban los deseos más anhelantes de las personas, era donde podía evaluarse el inconsciente de los aspirantes a Soñadores Oficiales. Agregado a ello, siempre se encontraba una peculiaridad entre los aspirantes, lo que hacía que hubiera entre los soñadores todo tipo de rumores e historias, sobre todo por los sueños húmedos, donde quedaban retratados las fantasías de quienes los tenían y por lo general terminaban sorprendiendo a los evaluadores cuando los examinaban.

Los directivos intentaban tener mucha discreción con este examen, pero era imposible aplacar las ganas de los soñadores y siempre se terminaban colando algunos.

Por más que Jara intentara mostrarse neutral y profesional, por dentro esperaba con emoción el momento de entrar a la habitación de examen y ver reflejado en las pantallas suspensoras todos esos sueños y ver qué sorpresa podía llevarse. Nunca había podido entrar, así que lograba imaginarse todo tipo de cosas, su imaginación ya se había ido muy lejos creando escenarios.

Después de desayunar se dirigió hasta la sala de Comando de Controladores para que se cambiara su controlador de sueños al no sentirse bien de salud. Joshua, el mentor nocturno que estaba de guardia esa mañana la recibió con su actuar tranquilo y paciente.

Jara se sentó en una sillita de cristal suspensora y observaba al hombre alto, rubio y acuerpado que llevaba puesta una bata blanca de mangas largas manipular el microchip que flotaba en el aire con una luz azul clara que lo rodeaba. Él usaba guantes de látex y unas gafas transparentes, con sus ojos azules intensos posados con entera concentración en la manipulación del controlador.

—¿Le han continuado los vómitos de sangre, señorita Jara? —preguntó Joshua sin dejar de estar en lo suyo, ahora tecleando en un teclado flotante de cristal.

—Llevo dos semanas sin presentar síntomas —informó—, pero me he vuelto a sentir descompensada. Pronto serán los exámenes de admisión y necesito estar bien.

—Le recomiendo que vaya con el doctor —comentó Joshua, ahora con el pequeño microchip en su mano derecha, observó fijamente a Jara y le mostró una sonrisa educada—. Debe ir con un doctor, aunque siga mis recomendaciones, yo no soy un médico.




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