Quimera

Capítulo 4: juego psicológico (parte 1)

 

—¿Por qué quiere ser soñador, joven Adem? ¿Y qué cualidades cree tener para serlo? —preguntó el soñador que estaba evaluando al joven.

Adem estaba de pie, casi embobado al ver a los soñadores que por tantos meses estuvo estudiando frente a él. Tuvo que parpadear dos veces para aterrizar al presente.

—Bueno, desde… pequeño me ha gustado adentrarme a mis sueños más profundos —explicó e intentó calmarse por medio de su respiración—. Siento que mis sueños son un poco más diferentes al resto —se sinceró—. Sé reconocer mis sueños lúcidos, puedo dominarlos y adentrarme a dimensiones que me gustan. De hecho, me he enamorado en mis sueños y sé que ella es real, ya lo he comprobado. —Desplegó una sonrisa, la cual borró inmediatamente y sacó pecho, colocando su espalda rígida—. Muchas cosas que a las personas comunes se le hacen complejas en términos de sueños, para mí son mi diario vivir, no podría vivir sin ellas, así que, aunque suene un poco arrogante, sé que soy un soñador nato.

El jurado se veía totalmente imparcial, bajaron la mirada hasta las pantallas donde tenían la documentación y revisaron la información del muchacho, para después pedirle que dejara la habitación.

Cuando Adem salió, vio que Issis iba a entrar.

—Espera. —La tomó de una mano—. Estoy seguro de que van a dejar fuera del proceso a los que no se ven aptos físicamente —susurró mientras le pellizcaba las mejillas—. ¿Cómo te sientes? ¿Volviste a medicarte?

—No, no me mediqué, siento que ya estoy bien —respondió ella asustada.

—Bueno, antes de hablar haz los ejercicios de respiración, por favor. No puedes fallar, debes pasar al siguiente examen. —La abrazó—. Dale, tú puedes. Serás la puta ama de los Cazadores de Sueños.

Issis soltó una pequeña risa al escuchar esas últimas palabras salidas de la boca de Adem, era demasiado raro que se expresara de esa forma. Después le dio un abrazo a su amigo y avanzó hasta la gran sala de entrevistas, sentándose en una silla a varios metros de la mesa de cristal del jurado que la observaba con un rostro impenetrable a las emociones.

La joven pudo reconocer los rostros de todos los que se encontraban en la gran sala, hasta a los soñadores que vigilaban en las esquinas. Todos los que se encontraban en el procedimiento de admisión eran los mejores, lo sabía porque usaban capas negras, solamente la Élite la poseía.

Alzó la vista por unos momentos y descubrió que la gran sala tenía un segundo piso con paredes de cristal, lograba verse a soñadores caminar como tigres enjaulados, evaluando a todos los aspirantes. Sus ojos se abrieron en gran manera al ver a la soñadora Jara observarla fijamente.

Issis sintió su respiración alterarse en gran manera y la frente se le perló de sudor.

Le hicieron la pregunta y tuvo que pasar varios segundos para lograr procesarla y responder lo que había practicado por semanas al lado de Adem. ¿Y cómo no estaría nerviosa si la élite del mundo de la Quimera la evaluaba?

Cómo rogaba el poder inyectarse un calmante y caer en el más profundo sueño donde pudiera volar alrededor de un arcoíris, alejada del aburrido mundo terrenal.

—Mi mejor pasatiempo es evaluar los sueños de otras personas —explicó Issis al jurado con una leve sonrisa—. De niña estuve en un pequeño instituto de soñadores, pero después mis papás me sacaron porque querían que tuviera una niñez más normal. Sin embargo, yo siempre he anhelado con volver y hacer de esto mi estilo de vida. Para mí el adentrarme todas las noches a explorar sueños es como una aventura y lo tomo con el profesionalismo que se merece y en el futuro mi meta es ser cazadora de sueños.

 

Jara estaba de pie, observando por la gran ventana al grupo de aspirantes que habían pasado al segundo examen. En total ese día llegaron ocho mil aspirantes y en esa ala del instituto se evaluarían mil, de los cuales solamente ochocientos estuvieron aptos físicamente para hacer el primer examen, después, para el segundo pudieron pasar cuatrocientos.

—De aquí seguramente se quedará más de la mitad —dijo Grecor a la joven—. Me gusta ver cómo muchos terminan dándose cuenta de que son simples aficionados a los sueños. En media hora deberé acercarme a despertarlos y pedirles que se levanten porque ya se acabó el examen. —Se cruzó de brazos y negó con la cabeza.

—Todos los años se deben limpiar la baba de los sillones —comentó Madeline con una leve risita.

—Eso no es nada, en el ala norte, donde ya hicieron el examen, me dijeron que un muchacho se orinó de lo dormido que quedó —Grecor soltó una carcajada burlona.

—No puede ser… —soltó Madeline y cubrió su boca con una mano para ahogar una risita.

Jara se paseó por el ventanal, observando de forma panorámica a los aspirantes que estaban entrando a la gran sala, donde había sillones marrones acomodados en filas, los supervisores traían en pequeños grupos a los aspirantes para ir organizándolos en sus respectivos puestos.

 

Adem alzó la mirada mientras caminaba por el gran salón, observando lo inmenso que era y cómo en lo alto, podía verse unos grandes ventanales, allí se paseaban los soñadores de rango alto, vigilando con aquellos rostros inexpresivos a los aspirantes. Al joven le parecía que ellos debían sentirse muy superiores, observando cada error de los que estaban abajo, tomando los exámenes que ellos habían preparado.

Pudo con su análisis panorámico encontrar la verdadera finalidad del examen.

—No dejes que te distraigan —susurró Adem a su amiga al oído—. Sentirás sueño, pero no te dejes llevar. Ellos intentarán dominar tu cuerpo. Imagina que es un trastorno del sueño, usa las técnicas de concentración. Eso es lo que evaluarán, no tu capacidad para tener sueño lúcido. Es imposible tener un sueño lúcido en media hora.

Issis quedó confundida, intentando procesar lo que acababa de decir su mejor amigo.




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