Quimera

Capítulo 5: encuentro (parte 2)

—Entonces, ¿vas a pedir algo para beber o no? —preguntó el hombre al otro lado de la barra. Observaba la tarjeta que Adem sostenía en su mano, haciéndole alusión con su mirada a que la usara. 

—Sí, recomiéndame lo mejor que tengas —pidió Adem. Procesó sus palabras y se dio cuenta que era la primera vez en su vida que usaba una tarjeta élite: tenía todas las dimensiones a sus pies.

El bartender mostró una mediana sonrisa de satisfacción y después se alejó para preparar algo que Adem pensó que, seguramente, sería la primera vez que iba a probar en su vida.

Esa tarde, casi noche, en aquella dimensión Adem conoció lo que era la verdadera libertad. Bailó con mujeres hermosas y de rostros exóticos, muchas hablaban otros idiomas, aunque no era necesario entenderse para poder pasar un buen momento.

Y cuando menos lo pensó, vio a Jara recorrer el espacio del bar, inspeccionando el lugar, pero ya no estaba vestida con el uniforme de soñadora oficial, ahora estaba cambiada con un vestido rojo que le hacía mucho honor a su bien formada figura.

Ella se sentó a la barra y pidió un coctel. Cuando el bartender se lo trajo, le dio un sorbo y siguió estando allí, en silencio, como si estuviera resolviendo algún acertijo en su mente.

Adem se sentó a un extremo de la barra y pidió lo mismo que Jara para así poder conocer sus gustos. Parecía que aquella dimensión era bastante conocida por la mujer, porque el bartender la llamaba por su nombre y por momentos le hacía preguntas que a los oídos de Adem no tenían mucho sentido, porque no conocía el contexto de la conversación.

No pasó mucho tiempo para que Jara notara la presencia de Adem. Era curioso, Jara no disimulaba cuando observaba a alguien, fijaba sus ojos y barría a la persona con ellos. Su mirada era profunda, demandaba atención y también advertía que no era una persona cualquiera.

Ella notó en un instante que Adem no traía controlador y era evidente desde lejos que le produjo una gran curiosidad. Por un momento, el joven creyó que ella se acercaría y le haría preguntas al respecto, como un policía cuando interroga a un delincuente, pero, después notó que Jara le había restado importancia; simplemente siguió tomando su coctel y al rato se marchó del bar.

Jara había catalogado a Adem como una persona no consciente de sus sueños, alguien que le habían quitado su controlador, seguramente por alguna infracción y estaba desesperado por volver a las dimensiones y lo hacía inconscientemente, que al despertarse no recordaría nada.

Lo que Jara no imaginaba era que Adem seguiría apareciendo por las noches en sus dimensiones, casi como si la rastreara mentalmente, pero lo más curioso era que Adem nunca se acercaba a ella para hablarle, como era habitual que hacían las personas que sabían quién era la joven.

En un principio Jara creyó que Adem sería un problema, pero no fue así, con el pasar de las noches, en Jara creció una profunda curiosidad por aquel atractivo muchacho. ¿Qué era lo que quería? ¿Cómo era posible que pudiera ingresar a las dimensiones donde ella habitualmente estaba? Y, ante todo, ¿por qué la buscaba?

Fue sorprendente cuando Jara encontró a Adem en su dimensión personal, la cual fue creada para ella desde muy joven por su mentor Yakov. Era la vista de un mar desde una colina, donde había dos columpios que descendían del cielo, los cuales Jara desde los cinco años apodó “Columpios Celestiales”.

Nadie podía entrar a esa dimensión porque estaba registrada como exclusiva, por lo cual, los controladores de sueño no permitían su acceso. Al Adem no tener controlador, podía entrar a esta, sin embargo, eso no quitaba el hecho de que acceder a ella era sumamente complejo.

Adem era un espécimen muy extraño de soñador nato. Hacía que la curiosidad de Jara creciera cada vez más.

Los dos estuvieron esa noche más cerca del otro, a medio metro de distancia y mantuvieron el silencio mientras observaban el eterno atardecer.

Ahora Jara temía el perderlo, no volver a verlo nunca más en su vida y quedarse con las muchas preguntas sobre quién era Adem. Inicialmente quería preguntarle si de verdad era una persona real, saber en qué ciudad vivía y a qué se dedicaba. Por su rostro era evidente que debía estar asistiendo a la escuela, seguramente a último año; así que, Jara suponía, por su alto grado de concentración y eficacia para controlar sus sueños, que aquel joven haría el examen para ser Soñador Oficial.

Jara imaginaba que a Adem le esperaba un largo recorrido en la academia y desde el proceso de admisión demostraría ser un genio en su rama. Un genio. Jara solamente había catalogado a dos personas como genios soñadores, le sorprendía ver que ahora había puesto aquel título a un joven que apenas comenzaba a reconocer, el cual no le sabía el nombre, pero estaba reconociendo su genialidad desde el principio.

Un genio. Un diamante en bruto. Jara, entonces, entendió el por qué los Soñadores Oficiales peleaban tanto a los nuevos admitidos en el CCI después de la fase de selección, porque era demasiado placentero el poder moldear a los diamantes en bruto a su manera. Seguramente aquel joven que tenía a su lado lo pelearían como perros hambrientos al darse cuenta que se trataba de un chico genio que seguramente marcaría la historia de los soñadores si se entrenaba bien. Además, si se enteraban que era capaz de pasearse por las dimensiones sin algún controlador que lo ayudara, lo ascenderían a las ramas de élite del CCI. Ni siquiera su mentor Yakov pudo permitirse tal hazaña de decir que en sus primeros años de vida ya controlaba los paseos astrales de la Quimera de forma natural; y mucho menos ella que fue entrenada desde los cinco años sería capaz de jactarse de algo parecido, le costaría muchos años de práctica poder sobrevolar por las dimensiones sin despertarse del sueño REM.




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