Quimera

Capítulo 16: ascensión, miedo y otras torturas (parte 2)

Llevaron a los de primer año a hacerse el tatuaje del escudo de los Soñadores Oficiales para que así fuera fácil reconocerlos cuando no estuvieran dentro de la academia. Este era uno de los eventos más esperados por los de primer año: tener el tatuaje de los Soñadores Oficiales.

Este tatuaje en el hombro era imposible de falsificar, porque, si se quería verificar la identidad del soñador, se podía escanear y revisar su información en la nube.

—Mira, mira, Adem —Issis mostraba su tatuaje cuando salió al pasillo donde su amigo aguardaba para hacerse el suyo—. ¿A que no me queda bien? —Desplegó una sonrisa bobalicona mientras seguía remangando su camisa—. Cuando sea Cazadora de Sueños podré tener la insignia debajo del escudo, compaginará perfectamente.

—Pero el escudo de Cazadores de Sueños se hace debajo de la nuca, Issis —aclaró Adem.

—¿Qué? Pero si cuando estudiamos aparecía que era debajo del hombro, un aro —refutó la joven con el ceño fruncido.

—Ese es el escudo del grupo de Tortura Mental —explicó Adem—. El escudo de Cazadores de Sueños se le parece, pero lleva la estrella de cinco puntas dentro del aro y está debajo del controlador, así se pueden camuflar cuando estén haciendo misiones investigativas.

Issis abrió su boca con impresión. Adem era capaz de guardar toda la información que leía en su mente, en cambio, a ella se le olvidaba a los dos minutos.

—Debes estudiar más sobre los Cazadores de Sueños si quieres pertenecer a ellos —aconsejó Adem mientras le acariciaba el cabello con una mano.

—Ya no quieres estudiar conmigo, te quedé esperando con Luie y Alejandro cerca al lago y nunca llegaste —reprochó la joven mientras se cruzaba de brazos.

—La reunión con el soñador Yakov se demoró más de lo usual ese día —comentó—. Después, me fui a dormir temprano porque estaba agotado por los dolores musculares.

En realidad, después de la reunión con su mentor, Adem no pudo calmar las ganas de leer el libro sobre la Energía Oscura y terminó desvelándose con la lectura. A ese paso, en dos días más tendría todo el libro leído, pero el dilema estaba en cómo podría entrenar, pues eran prácticas peligrosas que podrían llamar mucho la atención dentro de la academia. Sabía que necesitaría ayuda si querría aprender a dominar y encontrar la Dimensión Oscura.

Por otro lado, a Adem le dolía todo el cuerpo, además, tenía mucho sueño por el cansancio acumulado en sus músculos y el estar desvelándose con la lectura. Lo peor era que el entrenador Milton todos los días le exigía cada vez más.

—Aún no se te ve ningún resultado —Issis le tanteó el brazo izquierdo—. Sigues siendo igual de flacucho.

Adem frunció el entrecejo por el comentario de su amiga.

—Quiero que intentes hacer dominadas abiertas y cerradas y digas lo mismo después —gruñó.

Se escuchó a una supervisora que llamaba a Adem por el pasillo.

—Ya, ya, ve que es tu turno —soltó Issis y le dio dos palmaditas al hombro de su amigo.

—¡Ah, no hagas eso que me duele! —chilló Adem y se apartó de la joven.

—Ay, pero qué delicadito…

Donde se hacían los tatuajes de los escudos era un cuarto medianamente grande, con todo lo necesario para hacer un buen trabajo en la piel. En las paredes blancas estaban enmarcados imágenes de los escudos de los diferentes niveles que había para un Soñador Oficial.

Había una mujer de piel trigueña y cabello violeta que le llegaba por encima de los hombros, estaba sentada en una butaca de metal cerca de la camilla oscura para tatuajes y reemplazaba las agujas por unas nuevas. Llevaba tapabocas, así que no pudo verle el rostro, toda su ropa era oscura y combinaba con sus guantes y cubrebocas, así que a Adem le pareció que la mujer llevaba mucho el estilo que él imaginaba que tenía un tatuador.

Era la primera vez que entraba a hacerse un tatuaje, estaba demasiado nervioso y no sabía qué esperar o cómo actuar.

—Adem, ¿no es así? —preguntó la mujer sin dejar de observar las agujas.

—A-Así es, señorita —respondió torpemente y todas sus mejillas se ruborizaron.

—Recuéstate en la camilla —pidió ella con su típico tono profesional, sin dejar de trabajar en las agujas.

Adem recorrió la mediana habitación y pasó una rápida mirada por los cuadros, enfocándose en el escudo del Escuadrón de Tortura Mental, era un círculo hecho con minúsculos puntos.

Al recostarse en la camilla, sintió su boca secarse e intentó crear saliva que humedeciera su paladar, pero era imposible, estaba muy nervioso.

—Quítate la camisa, por favor —pidió la mujer con un tono en su voz que demostraba su profesionalismo.

Adem se quitó la camisa blanca, quedándose con la camisilla de mangas cortas.

—¿Cuánto tiempo debe aspirar un estudiante para poder pertenecer al Escuadrón de Tortura Mental? —preguntó Adem, alzó la mirada y observó el cuadro con dicho escudo; le parecía demasiado hermoso.

—Depende del estudiante y su fortaleza mental, no hay un tiempo estipulado —informó la mujer mientras acomodaba los guantes negros en sus manos que ya desde antes tenía puestos—. A ver… debemos hacerte un escudo básico y el círculo del Escuadrón…




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