Quimera l Libro 3

Epilogo

6 meses después.

 

En diciembre la policía de Kenora encontró pruebas que implicaban al director Wesley como principal culpable en todos los asesinatos que ocurrieron en los últimos meses, sólo porque los hermanos Green se encargaron de que así pareciera, ya que, de cualquier forma, aquel hombre había sido asesinado por los Darksoul también.

Todas las chicas habían tomado caminos diferentes durante el tiempo en que la escuela cerró. Pero durante todo ese tiempo en que las clases se cancelaron la vida de Estefany Williams cambió, si bien ella no recordaba lo que sucedió en el bosque esa noche, no podía dejar de tener pesadillas y presentir todo el tiempo que algo andaba mal. Estefany era incapaz de comprender el comportamiento de Beth, y el silencio de los que la rodeaban, como Nicole y Laura. Incluso Karol, la amiga más cercana que tenía había desaparecido por sí misma.

Ahora sin Beth, Nicole o Karol en su vida todo era extraño para ella. Sin embargo, decidió visitar a Karol en su casa, por más odiosos que los padres de ella le parecieran. Y por un golpe de suerte, una de las sirvientas le avisó que los padres de Karol se encontraban de viaje. No fue una sorpresa tampoco, se la pasaban más de viaje que en su propia casa, o por defecto, con su única hija.

—Puedes subir, la niña Karol está en su cuarto—la instó la Nana de Karol.

—Gracias.

Estefany se había preocupado mucho, quizá los demás no lo notaran, pero Karol desaparecía más de lo habitual desde las últimas veces. Su temperamento había empeorado, el buen humor que usualmente solía representarla se había desvanecido.

Estefany nunca tocaba cuando se trataba de entrar al cuarto de Karol, su desorden ya no la sorprendía tampoco. Sin embargo, algo la llevó a tocar esta vez.

—¿Karol? —ella tocó varias veces la puerta antes de hacer caso omiso a los modales y entrar—. Entraré.

Un par de golpes más y Estefany decidió abrir la puerta. El cuarto estaba por completo a oscuras, y las ventanas estaban cubiertas por cortinas gruesas.

—¿Karol? —la llamó una vez más, buscando el interruptor para encender la luz—. ¿A caso eres murciélago?

Cuando logró encender la luz fue que notó el gran desorden que había. La lámpara quebrada en el piso, el escritorio sorprendentemente roto a la mitad, el vidrio del espejo que estuvo colgado de la puerta también estaba roto. La cama estaba hecha un desorden, pero Karol no estaba ahí.

—Juro que la mataré por cochina y desastrosa—masculló Estefany, caminando hacia la cama—. Otra de sus rabietas y va a destruir la casa entera.

Comenzó a recoger todo lo que había en el piso y lo que debía ir en la cama. Aquello no era algo que Estefany viera por primera vez, Karol solía tener de vez en cuando ataques de ira y depresión, había sufrido terribles episodios con Estefany y Beth.

Ella rodeó la cama con la intención de abrir las cortinas, para que entrara algo de sol, pero cuando se volvió encontró a Karol tirada, en medio de manchones de sangre alrededor de sus brazos.

—¡Karol! —Estefany corrió e intentó levantarla. Fue entonces que notó sus manos, ambas llenas de sangre—. ¿Pero qué es…?

Cuando las estudió mejor comprendió que tenía las muñecas cortadas. Estefany entró en pánico por un momento, sin embargo, se obligó a actuar con rapidez si quería que su amiga sobreviviera. Llamó a emergencias enseguida.

—No, por supuesto que no. No te puedes morir Karol, no puedes dejarme sola ahora.




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