Raffocallet

Expiación de pecados

—¿Ya guardaron todos en sus mochilas? — preguntó Stephano cerrando su mochila.

—Si, ya metí el vestido rojo de gala, el traje de enfermera y mis dagas —contestó Alice poniéndose la mochila.

—¡Sip! Ya metí todo, los trajes y la pistola de plasma cargada —dijo Lumen poniéndose sus patines.

—En ese caso, tengan mucho cuidado, más que nada tu Lumen, ya que agarras mucha velocidad con esos patines —dijo Stephano acercándose a los hermanos— ¡Los quiero mucho! Por favor, cuídense y cumplamos está misión a salvó los tres —dijo abrazando a ambos chicos.

—¡Nosotros también te queremos! —dijeron los hermanos correspondiendo al abrazo y soltando unas pequeñas lágrimas.

Y es que, la incertidumbre de que va a pasar durante la misión, es algo presente en la vida de la mafia y cualquiera que esté en ella. Por ello, ese abrazo tan cálido siempre era un abrazo que podía o no repetirse y por eso los tres siempre hacían aquel gesto para ir a cualquier misión, pudiendo ser el último que se dieran.

—Bien, es hora. Nos veremos al rato —dijo Stephano saliendo de casa en su moto, secando las lágrimas que no quiso demostrar a los hermanos.

—Bueno, me voy al barrio, cuídate mucho Lumen —comentó Alice saliendo de la casa en su carro.

—Bueno, es hora. Espero regresar a esta casa con ustedes, chicos —pensó Lumen saliendo de la casa y dirigiéndose al casino en sus patines.

.....

Hora: 7:55 p.m.

Ubicación: Barrio de las amapolas

—Bueno, bueno, bueno. Probando, 1,2,3, ¿alguien se encuentra ahí? —preguntó Alice por el comunicador.

—Hola Ali, aquí estoy, ya me encuentro vestido en el casino —respondió Lumen quitándose los patines para ponerse sus zapatos de vestir.

—Lamento por no contestar, me estaba cambiando, ya me encuentro en el restaurante, ahora solo queda esperar a que Joseph Kaiser entré al lugar de esta noche —mencionó Stephano arreglándose la manga de su traje de mesero.

—Después de esto debemos tomarnos un descanso. ¿Qué tal mañana que cae sábado nos vamos al centro comercial? —Invitó Lumen a los chicos.

—No es mala idea, realmente necesitaré un descansa por esta semana —Alegó Stephano bostezando.

—Me viene de perlas a mí, necesito comprar maquillaje, ropa y uno que otro accesorio de mis series favoritas —comentó Alice conteniendo su emoción, aunque cualquiera que la mirara diría que tenía la expresión de una niña cuando va a recibir un regalo de sus padres.

—Entonces ya quedamos, hoy te duermes en nuestra casa Stephano, para así salir mañana los tres juntos y pasar todo el día afuera —Ordenó Lumen sacando brillitos.

—No tengo otra opción, ja, ja, ja. En fin, es hora de ponernos serios en cualquier momento va a llegar Joseph a cualquiera de los tres puntos, así que estén al pendiente —Ordenó Stephano cambiando su tono de voz a uno más serio y autoritario.

—¿Podrías repetir su apariencia? Solo para confirmar y que no haya errores —preguntó Alice para confirmar la apariencia del objetivo.

—De acuerdo. Joseph Kaiser, hombre de 38 años, cuerpo robusto y musculoso, mide 185cm, su cabello es de color rubio y sus ojos de color azul. Posee una barba refinada y un tatuaje en el brazo izquierdo de un dragón chino. ¿Quedó entendido? —preguntó Stephano para confirmar si ya tenían la apariencia correcta.

—Entendido —contestó Alice, acercándose al sitio de trabajo de esa noche.

Dónde esperaría a su objetivo, para presentarse y llevarlo a la habitación designada. Pasaron aproximadamente veinte minutos y ninguno de los chicos mostraba respuestas, hasta que sonó la campana de la entrada.

—¡Buenas noches, caballero! ¿En qué podemos ayudarle? —preguntó Alice con la mayor actitud servicial posible.

—Me gustaría uno de sus "trabajos especiales" para esta noche —respondió el sujeto recostando sus brazos en la barra de la recepción.

—Entendido, antes que nada, dígame su nombre por favor, solo es por si llegara a suceder algún evento inoportuno se le pueda dar auxilio de primera mano. De ahí en fuera, no utilizaremos para nada su nombre, después de todo estos "trabajos" son confidenciales y privados, solo lo mejor para que tenga una experiencia inolvidable —explicó Alice mostrando una sonrisa al sujeto.

—Qué raro. Nunca me habían pedido ese dato —comentó el sujeto mirando de pies a cabeza a Alice de forma sospechosa.

—Es por nuestra política de privacidad, cambio hace poco desde que hubo un incidente con un cliente que no podía hablar y estaba sufriendo un ataque epiléptico, sino fuera por la chica que le pidió su nombre en un juego de coqueteo, posiblemente el hombre hubiese fallecido, entonces por ello se pide este requisito por precaución del cliente —explicó Alice controlando su nerviosismo.

—Mmmm, de acuerdo. No quiero perder más el tiempo —dijo el hombre acercándose al oído de la chica—. Soy Joseph Kaiser, recuérdalo bien muñeca —susurró con un toque lujurioso y juguetón.

En ese momento, Alice sintió como escalofríos recorrían todo su cuerpo. Ya sabía más o menos la apariencia del hombre, ciertamente ya tenía dudas si era o no, pero, aunque se había preparado mentalmente, el tenerlo enfrente era algo imponente, teniendo que ser cautelosa y no fallar la misión.

—De acuerdo señor, permítame ir a buscar un folleto con los paquetes que tenemos, si gusta esperar unos dos minutos en la recepción, ahorita le atiendo —comentó Alice yendo detrás de la puerta trasera.

—¡Chicos, está aquí!¡Está aquí Joseph Kaiser! —exclamó Alice lo más tranquila posible.

—Entretenlo un rato, ya voy para allá. No tardo más de 10 minutos —contestó Stephano colgando el mensaje.

—Ya voy para allá Ali, ten mucho cuidado —dijo Lumen arrancando vuelo con sus patines.

—Ya regresé señor, aquí tiene el folleto, lea con detenimiento y elija el que mejor le parezca para sus necesidades —dijo Alice dándole el folleto al hombre.

—Suenan muy tentadores todos los paquetes —mencionó el hombre lamiéndose los labios, haciendo que Alice recordara la situación de la noche pasada, si bien no quería recordar eso, ella misma se había prometido ya olvidar eso y seguir adelante.




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