Ramé (libro 1)

CAP 1: LAS LLAMAS DE ALERTA

CAP 1: “LAS LLAMAS DE ALERTA”

Me aferro al plumaje de Zayve con fuerza a la vez que hinco los talones de mis botas al aro de su cuello. Él hace un giro brusco y yo me acurruco contra su nuca, rogándole a los dioses que no me hagan caer de su lomo hacia el vacío del lago que hay a nuestros pies.

Miro hacia Riken y le hago un rápido gesto con la mano para que sepa cuál es la siguiente maniobra que tenemos que practicar. Yabilah, su montura, parece realmente cansada.

–¡Riken, céntrala!

–¡Eso intento!

–¡No lo intentes, hazlo!

Si Yabilah pierde el control, ya me puedo ir encargando de presentar el cadáver de Riken en Rashmak. Zayve, mi montura, que se está empezando a dar cuenta de que su amiga no está en condiciones de volar, empieza a aletear hacia ella lentamente, como si temiera que se enfadara con él por no confiar en su capacidad. Yabilah parece más cansada de lo habitual. Ni siquiera su plumaje resplandece tanto como antes.

–Zayve–lo llamo–, algo le pasa a Yabilah. Mantennos cerca de ella por si algo falla, ¿vale?

–Hecho.

Nuestro entorno cambia y pasamos a tener las montañas debajo nuestro en vez del inmenso lago Huc. Tanto Zayve como Yabilah descienden un poco en el cielo. Los picos afilados de las montañas ahora pasan por nuestro lado.

Veo como una de las enormes alas de Yabilah deja de planear como toca. Tanto yo como mi montura nos sobresaltamos hasta que vemos que vuelve a ponerse bien. Mi amigo por poco se muere del susto, pero sigue encima de su nuca, intacto.

–¡Riken, o la controlas o juro que obligaré a tu roc a bajar! ¡Y no te gustarán mis métodos!

–¡Ni se te ocurra, loca! ¡Como la congeles o lo que sea, te electrocuto!

Me gustaría seguir discutiendo con él, es divertido, pero se me cortan el habla y la respiración cuando Yabilah se estampa de lleno con una de las montañas. Riken cae como un peso muerto, igual que su roc.

–¡RIKEN!

Me agarro con muchísima fuerza a las plumas de Zayve, que se lanza como un rayo a por Riken. Yabilah puede sobrevivir sin ningún problema a esa caída–sobre todo porque está arrastrándose por la roca en vez de caer de lleno–, pero Riken no.

Pasamos a toda velocidad por debajo de él y entonces aterriza contra el plumaje de Zayve como si fuera un meteorito. No sé quién se habrá hecho más daño, la verdad. Lo intento agarrar, pero por la fuerza del viento se me resbala. Ahogo un grito y me estiro todo lo que puedo para cogerle la mano. La espada que llevo en la espalda se sale de su funda y se precipita con rapidez hacia el valle montañoso que hay bajo nosotros.

–Mierda…

Subo a Riken como puedo hasta la nuca de Zayve y sujeto el cuerpo de mi mejor amigo con fuerza contra el mío. Está inconsciente.

. . .

Miro de reojo a Riken, el cual está cubierto de vendas por los brazos y las piernas. Él mira hacia el suelo pulido de las instalaciones lujosas de Rashmak, entrelazando los dedos de sus manos entre sus piernas. Tiene un aura preocupada, dolorida y asustada.

Estamos en silencio, esperando que venga mi madre o algún otro superior a meternos bulla.

–Podrías haber muerto–le digo sin mirarlo a los ojos mientras juego con el sencillo anillo que me regaló él mismo por mi cumpleaños: un simple aro de metal tintado de negro, en el que en su interior guarda grabadas las palabras “Aurish, mi guerrera”.

–Lo sé–me responde sin muchas ganas él, con la voz ronca y forzada–, pero la que me preocupa de verdad es Yabilah.

Le pongo la mano sobre el hombro y se digna a mirarme a los ojos. Veo que tiene ganas de llorar, pero las contiene.

–Eh, Riken… Yabilah estará bien. No morirá. Solo está enferma.

–Ya… Como si los rocs pudieran enfermarse así como así.

–Por mucho que sean unos seres jodidamente espectaculares y que nosotros creamos que nunca tienen problemas tan absurdos como los de los humanos, cada especie tiene sus debilidades. En serio, tú confía en tu roc.

Me dedica una lánguida sonrisa de medio lado y deja caer su cabeza en mi pecho, a lo cual yo respondo pasándole los dedos por el rizadito y suave pelo negro.

–Cadetes Galeyra y Drunakal–nos llama un soldado uniformado que acaba de salir de una puerta pequeña a nuestro lado. Le hacemos un gesto de respeto con la cabeza y entramos en lo que viene siendo la sala de espera de un despacho que conozco muy bien–. Les espera el Capitán Feyor.

–¿Y la comandante Galeyra? –pregunto, extrañada porque mi madre no esté.

–Estaba en una reunión con el Capitán Feyor, pero la acaban de llamar con urgencia, así que ha ordenado que sea él quién os atienda.

–Oh.

No digo nada más y me limito a llamar a la puerta adornada del despacho de mi madre con los nudillos, esperando que la voz que me salude sea una masculina.

–Capitán.

Pronuncio con la voz fría a la vez que tanto Riken como yo nos ponemos en firmes delante de él.

–Descansad, jinetes. He visto el informe sobre tu roc. Ha sufrido un virus propio de su especie que la ha debilitado, nada más. Tú, por lo que puedo ver, estás un poco peor. ¿Nada roto?

–Una costilla por el impacto contra el roc de la jinete Galeyra. Pese a eso, no hay más daños que magulladuras y rasguños.

–Galeyra–dice mirándome–, ¿algún daño por tu parte?

Niego con la cabeza.

–La pérdida material de una espada sin valor, por lo demás, todos los huesos están en su sitio.

–Me alegro, podré darle a tu madre y a tu sección una buena noticia. A tus chicos les gustará saber que su Líder sigue de una pieza.

El Capitán se levanta todo lo alto que es de la silla, mostrándonos su imponente porte. Tiene el pelo muy muy corto de color negro y sus ojos, igual de oscuros que su pelo, son tan fríos como el hielo.

–Tenía que daros una noticia hoy a los dos, pero por razones obvias me temo que Drunakal no podrá venir–casi soy capaz de sentir la frustración de Riken, y eso que ni tan solo lo miro–. Es una pena, pero no vamos a obligar a ejecutar una misión a un roc enfermo. Así que, Aurish Galeyra, tendrás que ir sola. Habrá otros jinetes, pero no creo que conozcas a ninguno. Os dirigiréis hacia el puesto vigía más cercano al reino de Nayolen.



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En el texto hay: fantasia, romace, spicy

Editado: 11.09.2024

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