Ramé (libro 1)

CAP 23: RÍOS Y DEMÁS CONEXIONES VITALES

CAP 23: “RÍOS Y DEMÁS CONEXIONES VITALES”

Observo como hunden los huesos chamuscados y destrozados de mi padre en los ríos dorados. En cuanto los sacan veo que han adquirido un color dorado, pareciendo de oro. Los colocan en una cesta hecha de tallos de lirio adornada con cascadas de filamentos de Calajnaana (un árbol mágico que tiene miles de filamentos luminiscentes de un amarillo brillante) por los bordes, creando una cortina que llega hasta el suelo prácticamente.

El sabio que porta lo que queda de mi padre se arrodilla ante mí y alza los brazos, entregándome la cesta. La agarro y me doy la vuelta para seguir andando hasta la salida de la montaña.

Mi madre y Mayora siguen mis pasos en silencio, y los invitados al funeral hacen lo mismo.

Mi padre siempre fue muy querido por todos, así que la fila de gente que ha venido se podría decir que es gigantesca.

Sujeto con fuerza a mi padre contra mi pecho, mientras dejo que las lágrimas que llevo conteniendo fluyan y se unan a él. Ojalá los dioses lo quieran tanto como lo quiero yo. Y mi madre. Y Mayora.

Salimos de la cueva y mis pies empiezan a tocar hierba. Los rocs nos esperan en fila a ambos lados del camino por el rio dorado. Todos me observan y se van inclinando ante mi conforme paso entre ellos. Jamás había visto semejante cosa en un entierro. Pero quizá sea porque es mi padre. Y porque su roc también ha muerto con él. Si uno de los dos muere, el otro también. Sin excepción.

Todos los rocs en el valle le tenían un respeto total a mi padre y a su montura, por lo que a mí me muestran el mismo al ver que lo llevo en mis brazos.

Veo el titánico cadáver sin vida de Iangael, el roc de mi padre. Las lágrimas se escapan a mi control y acelero el paso hasta ella. La quería tanto a ella también… Siempre jugó conmigo, y eso que era una bestia mortífera. Me dejó volar sobre su lomo junto con mi padre y me enseñó cosas maravillosas que solo un roc sabe por su edad y sabiduría. Y aquí está ahora, estirada completamente boca abajo y con las alas extendidas todo su largo a ambos lados de su enorme cuerpo sobre la llanura del valle de Thruin.

Los otros rocs la han colocado así para que pueda arder y visitar a los dioses con las alas extendidas, y así poder volar incluso en el más allá.

Me acerco hasta el pico de Iangael y dejo justo delante a mi padre. Sollozo y le acaricio el hueso de la cara a Iangael. Siempre le gustó que hiciera eso.

Oho lis divihnae ach’haptem toij calaana ij so draknaay say qualmi’a tuhayom. Voleum ij faynntec am taiyk toej raylanah divitaliahdigo amplificando mi voz tanto que hasta siento como se me quiebra.

Si queréis saber lo que he dicho… Bueno, es solo lo que se les dice a los muertos para que los dioses nos oigan: “que los dioses acepten vuestra alma y os liberen de cualquier mal. Volad y conectad con todos vuestros ríos vitales”.

Puede parecer tonto, pero para nosotros es muy importante.

Siento la mano de mi madre en el hombro, pero no me giro a mirarla.

Quémalo todo, Aurish. Eso te decía papá, ¿no? Pues hazlo. Incinéralo todo.

Oigo sus pasos alejándose por mi espalda.

Es cierto, papá en los entrenamientos solía decírmelo.

<<Quémalo todo, incinéralo, Aurish>>. Y eso hago. Me alejo unos pasos y caliento mis manos tanto que las llamaradas empiezan a desbocarse. El cuerpo de Iangael se prende como la pólvora debido a sus plumas y pronto se convierte todo en una hoguera gigantesca delante de mis ojos.

Algunos de los rocs más grandes y atrevidos pasan volando por encima del fuego. Uno de ellos el de Mayora, Eruern.

De pronto, el roc más grande que he visto jamás sin contar a Iangael pasa por encima del fuego, pero no sigue su vuelo, sino que se detiene y lo aviva. Veo como las plumas de su cuello que son de un azul casi tan negro como la noche se empiezan a tornar de un rojo vivo ardiente. Abre el pico dejando ver incluso desde la distancia sus enormes dientes interiores y suelta una ráfaga de fuego tan potente que incluso caigo hacia atrás por la potencia con la que impacta.

Grita con fuerza haciendo que todos se tapen los oídos, todos menos yo, que me quedo mirándolo como si fuera un dios.

Veo como en vez de seguir volando baja hasta ponerse detrás de mí. Me giro con miedo y lo miro fijamente a los ojos amarillos que tiene. La máscara de su cara está medio rota por uno de los ojos, pero no parece importarle. Abre un poco el pico y me habla con una voz potente y masculina que jamás antes había oído en un roc.

Tú, humana, serás mi jinete. ¿Cuántos años tienes?

Ca-Catorce.

Te esperaré, entonces.

No dice nada más antes de volver a alzar el vuelo e irse por entre los picos de unas montañas cercanas.

¡Aurish! ¡Aléjate del fuego!

Miro a mi madre y veo que me hace señas para que vaya con ella. Me giro hacia el fuego y veo que está desatado. Pero no podemos pararlo. Cuando los cuerpos se hayan extinguido bajo las llamas, la propia magia con la que se han bañado los huesos hará que el fuego se apague.

Ando con pasos lentos hacia la gente. Me siento mal. Muy mal. Y no solo emocionalmente, sino físicamente. He calentado demasiado mi cuerpo. Demasiado calor…

Oigo las difuminadas voces de mi madre y mi hermano, pero no entiendo lo que dicen. Me pesa el cuerpo y me cuesta hasta respirar. No puedo enfriar mi cuerpo, simplemente no puedo, sigue calentándose. Siento como llego hasta la gente, donde ya no hay hierba y el suelo es de piedra.

Aurish… Ya no hace falta que uses tu don. Para.

Huelo a quemado, pero no sé si es mi entorno o soy yo. Siento que mis pies empiezan a arder y entonces miro al suelo. Voy descalza, es la ceremonia, pero al ir así el suelo está empezando a poderse realmente caliente. Me duele el brazo y el pecho.



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En el texto hay: fantasia, romace, spicy

Editado: 11.09.2024

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