Ramé (libro 1)

CAP 26: TIEMPO

CAP 26: “TIEMPO”

Riot sigue inconsciente.

Han pasado cinco días. Cinco días en los que no he salido de su cuarto más que para ducharme para mantener la mente fría.

Pero no funciona, porque todas y cada una de las noches lloro hasta dormirme aferrada a su pecho. Lo único que realmente me tranquiliza es sentir como sube y baja su respiración. Eso es lo único que hace que no caiga en la locura.

Saber que está vivo.

Esko viene tres veces al día para traerme la comida, pero no tengo apetito. Y tengo aún menos apetito al ver que Riot no ha probado bocado desde que se durmió. Me pregunto si me oye. O si me siente. ¿Sueña? Y, si es así, ¿qué sueña?

–Faye–me giro de golpe hacia la puerta para encontrarme con Esko. No lo he oído entrar.

–Hola.

–Hola… Oye, todos creemos que deberías salir. Al menos para entrenar y despejarte un poco.

–Ya os dije que no saldría hasta que despertara.

–Lo sabemos, pero creemos que deberías salir. Una hora. No te pido nada más que sesenta minutos. Si no se ha despertado en cinco días, no creo que lo haga ahora, justo cuando tú te vas.

–Como se despierte mientras no estoy, te pego.

–Vale… Si se despierta me pegas.

Me sonríe y hago el esfuerzo de hacer una mueca similar a una sonrisa. Se acerca a mí y me agarra por debajo de las rodillas para llevarme en volandas. Me agarro a su cuello con fuerza con miedo a caerme.

–¡Montura de la princesa! ¡A su servicio!

Eso consigue no solo hacer que sonría, sino que me carcajee contra su cuello. Empieza a balancearme mientras me lleva fuera de la habitación. Los chicos ya me han hecho las barreras conjuntas de mi cuarto, solo falta que se una Riot. Yo también tengo que unirme a las protecciones de sus habitaciones.

En cuanto salimos del cuarto, veo a los chicos en el pasillo con caras largas que cambian por sonrisas cuando me ven.

–¡Hombre! ¡Fíjate quién se ha dignado a salir! –grita Red justo antes de arrebatarme de los brazos de Esko y dar vueltas conmigo mientras me abraza con ímpetu.

No entiendo por qué me tratan así. La verdad es que nunca lo he entendido. Maté amigos suyos, intenté matarlos a ellos, soy su enemiga… Y pese a todo eso se portan así conmigo. Es como si… me quisieran.

Yo los quiero, así que puedo llegar a entender que ellos me quieran a mí. Pero es tan extraño…

–Nos vamos a la taberna. Beber dispersa la mente, y es lo que todos necesitamos. Y tú también–lo miro mal, reacia a la idea–. Sesenta minutos. Me lo has dicho.

–Ni uno más.

Esko me sonríe y vuelve a abrazarme. Luego va Crías, y así con todos. Dagan baja por las escaleras con su prima y se nos unen ambos. Hoy es viernes tarde, así que todas las clases de la semana ya se han terminado. Vamos hasta los patios y me quedo petrificada al ver como varias mantícoras nos esperan. Hay algunos alumnos más con sus mantícoras también, así que no sé si las que están delante nuestro son las de los chicos o no.

Resuelvo mi duda cuando Dagan se acerca a una de ellas y apoya su frente en el morro del animal. Debe de ser Gaeal, si no recuerdo mal. Red también se acerca a una mantícora, a la cual le sonríe y le hace el gesto más absurdo del mundo: abre los brazos de golpe y grita “¡nenaa!”. Su montura se vuelve loca y empieza a desmadrarse como si fuera un cachorro de perro al ver a su amo. Saca la lengua y le pega tal lametazo que lo tira al suelo de culo. Red pega un golpe con ambas manos al suelo y alza la vista hasta el animal.

–¡Marrana! ¡En serio, es un asco que me chupes, Athatimara!

–Bah, tonterías–Athatimara me mira y sus ojos azul brillante me escrutan. Siento como si mirara mi interior y se metiera en mi mente como lo hace Riot–. Porque lo hago, humana.

Me quedo de piedra cuando veo que al final sí que me lee la mente. La miro a los ojos directamente, esperando que de esta forma no me coma. Al menos eso es lo que tienes que hacer con los rocs, mirarlos a los ojos SIEMPRE. Menos a Zayve, que el pobre es especialito y si lo miras a los ojos, en vez de confiar en ti, se te come sin preguntar.

–Los rocs son raros. Las mantícoras odiamos que nos miren a los ojos. Es una falta de respeto. Pero te lo permito porque eres amiga de mi humano. ¿Te llamas Faye?

–Se podría decir que ahora sí.

El animal asiente y se acerca a mí. No sabía que las mantícoras tenían poderes. ¿Cuál será el de Tuoruk?

–No tenemos poderes, es una capacidad. Todos podemos leer mentes. Sobre todo la de nuestro jinete, la de los demás nos cuesta más leerla porque no hay una conexión como tal.

–Oh.

Dejo de mirar a Athatimara cuando Esko tira de mí hacia otro animal. Este es grande de narices. No tanto como Tuoruk, pero poco le falta.

–Sube. Es Ynesh. Ya te conoce, es la de las famosas púas. Como su veneno es más suave que el de los demás, la solemos usar con Umani para las curas.

–Ah… Por eso ese veneno no me pega tan fuerte como el de Tuoruk.

Él me hace un gesto afirmativo con la cabeza y se encarama a la nuca del león. ¿Espera que yo haga eso? Lo lleva claro. Es enorme como para poder trepar por ella.

–Madre mía… Que negativa eres, chica–dice Ynesh con aburrimiento. No me da tiempo ni a mirarla mal antes de que me pille entre sus enormes fauces y me lance en el aire hacia su nuca.

Grito por el miedo que me ha dado pensar que se me comería y aterrizo de mala manera sobre ella. Esko me coge antes de que me resbale por su pelaje y me sienta delante de él. La verdad es que la posición en la que estoy es un poco extraña, porque estoy literalmente con todo el culo en su entrepierna, pero es que no hay más sitio donde montar correctamente a Ynesh, así que me tengo que joder. Pero tampoco se me hace demasiado incómodo, porque sé que Esko no piensa en mí de esa forma, igual que yo tampoco.

No pasa nada.

Miro hacia atrás para ver como los demás ya están en sus respectivas monturas, pero me obligo a mirar al frente y a agarrarme con fuerza al pelaje de Ynesh cuando alza el vuelo con todo menos delicadeza.



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En el texto hay: fantasia, romace, spicy

Editado: 11.09.2024

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