Razones para Decir Adiós

Capítulo 1. "Antología"

M O O N

 

—Entonces, ¿Saldrás con Mateo? 

Levanté la vista de mi bandeja de desayuno y miré a Farah con una ceja enarcada. Mastiqué lentamente la papa frita que tenía en la boca y cuando terminé de tragar me limpié con un servilleta antes de hablar.

—No, solo salimos una vez. No se va a repetir —hablé con indiferencia.

No me perdí la mirada que mis dos mejores amigas compartieron. Cara abrió la boca, intentando decir algo pero la cerró cuando no pudo. En su lugar Farah dijo lo que ambas estaban pensando.

—No te parece que es momento de que...ya sabes, dejes ir a Asher —lo dijo decidida pero se removió incómoda en su silla cuando notó la mirada intensa que tenía sobre ella.

Regresé la vista a mi pollo con arroz y lo empecé a picotear con aprensión. De repente se me habían ido las ganas de comer.

—Ya lo hice, o en eso estoy, pero no les incumbe —Farah suspiró y extendió su mano para ponerla sobre la mía que estaba sobre la mesa. 

Dejé que mantuviera nuestras manos unidas durante unos segundos, pero la verdad es que el contacto me estaba incomodando un poco, la miré a los ojos e intenté sonreírle para que cuando quitara mi mano no se sintiera mal. No creo que haya funcionado porque el leve dolor cruzó sus ojos.

Me costaba creer que ya estábamos en la universidad, parecía que había sido hace unos meses cuando nos conocimos por primera vez en la preparatoria, cuando tan solo éramos una niñas que no sabían nada sobre lo que era ser adulto pero teníamos muchas ganas de sobresalir de los demás.

—No creo terminarlas, ¿Quieres? —vagamente escuché a Cara comentar y cuando las miré, vi que estaba extendiendo su charola de papas fritas a Farah ofreciéndose las. Ella se negó, Cara volteó a verme a mí y también me preguntó si las quería. Miré la charola sin estar segura pero solo terminé por tomar una y metermela rápido a la boca, antes de que me enderezara en mi silla y viera la hora en mi teléfono.

—Hay que irnos ahora si no queremos llegar tarde a la siguiente clase —. Ellas asintieron, esperaron a que dejara el dinero de la cuenta y la propina y salimos de la cafetería hablando de cualquier cosa trivial.

La mayoría de estudiantes de nuestra universidad acostumbraban a desayunar en Nebula, una bonita cafetería retro que quedaba a unos 5 minutos en auto de la institución. Creo que el éxito del local se debía, sobre todo, a su delicioso café barato, el precio era muy accesible y te entregaban un producto con un sabor increíble, eso sin mencionar la variedad de comida rápida con la que contaban y vendían unas donas riquísimas. Sin mentir, toda mi clase iba a Nebula y nosotras no éramos la excepción, estábamos tan satisfechas con el lugar que íbamos cada vez que podíamos, no solo en los ratos libres de la universidad.

Cuando llegamos a las instalaciones de Greenwich, Farah se separó de Cara y de mí para poder ir a su facultad, ella estaba estudiando derecho y nosotras Comunicación y para nuestra desgracia, no compartíamos clases.

—Quiero sentarme con Alex hoy ¿puedo? —Cara dijo, jugando con sus manos, mientras caminábamos por el pasillo con dirección al aula de mercadotecnia.

—¿Me vas a dejar sola? —pregunté ocultado con éxito el miedo que me daba tener que sentarme sola.

—Solo sería hoy, lo prometo.

Respiré hondo porque no quería, la sola idea de imaginarme sentada sin nadie al lado mío me ponía los pelos de punta, era un experiencia que no quería vivir pero terminé asintiendo porque sabía que Cara quería pasar tiempo con su ligue y yo no planeaba arruinarlo.

—Está bien, pero que sea solo en esta ocasión.

—Lo prometo —sonrió entusiasmada y cuando llegamos al aula, que ya estaba repleta de estudiantes, se apresuró a caminar hacia una mesa que estaba hasta el fondo donde Alex ya se encontraba.

Suspiré con nerviosismo pero me encargué de ocultarlo y sosteniendo mi bolso con fuerza, me dirigí a una mesa libre hasta el frente.

Saqué mi cuaderno y un bolígrafo y me puse a jugar con él, tratando de matar el tiempo. 

Cuando el timbre sonó, tan solo unos minutos después, no me sorprendí pues sabía que habíamos llegado a tiempo. Justo en ese momento, el profesor Smith entró. Colocó su portafolio en su escritorio y nos miró a todos atentamente, suspiró con pesadez y miró sus uñas. Como era la primera clase del segundo semestre, nos dio un discurso corto de bienvenida y empezó a explicarnos los temas que tocaríamos en la unidad, estaba hablando sobre las prácticas que haríamos al final para calificación cuando la puerta se abrió con tal rudeza que se impactó con la pared, creando un ruido sordo. Durante unos segundos me pregunté si la persona culpable la había pateado pero, salí de mis pensamientos cuando la atención de todos se dirigió al chico pelinegro que mantenía una expresión apenada y se había apresurado a tomar la puerta y alejarla de la pared con suavidad, como si eso desestimara el hecho de que había interrumpido al profesor y armado un escándalo. 

Reconocí al chico inmediatamente, solíamos ir a distintas preparatorias y él era el quarterback del equipo de fútbol americano de la escuela rival. Era un engreìdo de lo peor que siempre que nos ganaba —que era casi siempre— se encargaba de restregarlo en la cara con orgullo. Asher lo detestaba, ambos siempre se encargaron de exteriorizar el odio mutuo que se tenían y lamentablemente, Sarah —su novia— y yo nos veíamos envueltas en su rivalidad. Nunca lo ubiqué por su nombre, simplemente por que no me interesaba,  siempre fue el idiota para mí, que era como mi grupo de amigos lo llamaba o como el número 17.

—Señor Rae, ¿Me podría hacer el favor de explicarme que son esas formas de llegar? En caso de que no lo sepa, eso que acaba de hacer es una falta de respeto —el profesor se cruzó de brazos y miró al chico con una ceja enarcada.

—Lo siento, no era mi intención irrumpir así, yo solo...




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