• Capitulo I •

Jonghyun estaba esperando el bus un día que llovía mucho, todo estaba muy oscuro, como si todo hubiera desaparecido, como si allí no existiese nada, pero bueno, después de todo esa era su normalidad, o así debía ser.
Pasaron dos horas de que estaba ahí y nadie pasaba, todo se tornaba mas oscuro, como si los árboles miraran y las hojas le hablaran, mientras la lluvia seguía en caída y los charcos en la carretera se llenaban y llenaban.

El miedo de estar en soledad o no, se hacía cada vez más presente, sin saber si iba a pasar el bus o simplemente algo saldría del bosque para nunca mas poder volver, siendo noticia en los periódicos y noticieros de la ciudad, simplemente siendo una persona mas entre tantas que nunca mas volvió de su pequeña aventura diaria.

Mientras mas pensaba, mas tiempo pasaba y así más miedo le daba, pero aunque todo era muy escalofriante siguió en su espera, no le quedaba otra, era quedarse allí o ir a su oficina de trabajo aunque no pudiera entrar.
En su espera las hojas del otro lado de la carretera comenzaron a moverse, lenta y sumisamente, como si alguien o algo estuviera al acecho. Entre la tentación de mirar y de querer huir, más sonaban las hojas, llegando a pensar que solo era algo de su cabeza, solo una loca alucinación aunque el miedo le carcomiera las entrañas, aunque pensaba que ya no había vuelta atrás, era su último día con vida.

En un acto de valor subió la mirada, sus párpados temblaban, sus labios entreabiertos estaban listos para gritar, aunque no iba a servir de nada, de todos modos estaba algo lejos de la civilización, puso sus pies y brazos firmes para correr, y entre tanta preparación, listo para la verdad, lo vio, vio como unos ojos color naranja punzante tirando a rojo observaba desde entre las hojas, vio como una silueta grande, de una alto mayor al suyo, y de hombros grande, acechaba o solo lo miraba. En ese momento supo que las cosas no estaban bien, que no había posibilidades de que volviera a su casa, que volviera a ver a su familia, que solo viviera unos segundos más.
En ese pequeño instante que hicieron comunicación visual, el autobús llegó, llegó al fin, sintió como su alma volvía a su cuerpo, como iba a salvarse de una muerte dolorosa y atroz, subió a el sin despegar los ojos de sus ojos. Ya teniendo un pie en el bus y dando un suave parpadeo los ojos naranja punzante desaparecieron, no estaban más, eso hizo que el miedo se distribuyera por todo su cuerpo, buscó un asiento y revisó durante todo el camino, a su casa, ambos lados de la carretera, nunca había pasado por una situación así, nunca creyó en las historias de sus abuelos, nunca creyó en las historias de ese pueblo.