Adira se sentía encerrada, y lo estaba, sabía que la desaparición de los que reyes traería una ola de terror a los habitantes, pero por lo pronto todo estaría concentrado en las personas que estaban dentro de aquel hotel en medio del mar.
Hacía tan solo unas horas había hablado con Blue su blakdim (segunda), ella le había asegurado que llegaría en un máximo de dos horas, pero ahora nadie entraría ni saldría. Eso era bueno, así tendría a alguien que la ayudara a salir si era necesario. Pero Blue a pesar de ser una híbrida atlante no poseía ningún poder útil debajo del agua, fuera de respirar agua, era inservible. Necesitaba a alguien que fuera lo suficientemente astuto y ágil debajo de su agua, y conocía a la persona que sin importar que, la ayudaría, porque era una promesa de años atrás, lo difícil sería que Blue lo convenciera de sumergirse en su pasado.
Atlas Warrell tendría que entrar en el mar para salvarla y buscar a los reyes, pero ahora él era PrenumFa y eso traería terror si alguien lo descubría.
Ella sabía que su Blakdim podría convencerlo, eso le había enseñado desde años atrás.
—¿Estás segura?—preguntó Blue detrás de la pantalla.
—Si, es el único que podrá ayudarme—contesto.
—Adira, tus ojos están rojos—aviso Blue.
—Ya lo siento. No te comuniques por mensaje Blue y suerte—dijo antes de colgar.
Unos golpes detrás de su puerta la alarmaron, hizo que sus ojos rojos cambiaran por el conjunto de todos sus poderes y se acercó a la puerta para abrirla. Sus coloridos ojos observaron a Azzú, un reinol atlante, acompañado de dos guardias.
¿Serían ellos el peligro del que su cuerpo le aviso?
Hizo un asentimiento de cabeza en señal de respeto hacia el reinol, enfrente de los demás habitantes debía hacer una reverencia completa hacia ellos, aunque los habitantes debían arrodillarse, así que no se quejaba.
—Prinum Adira tengo que hablar con usted—informó el Reinol.
—¿Sobre qué? —Cuestionó Adira. Ella sabía que hablarían de la desaparición de su tío, el rey de Artenis, su reino.
—El rey Brais era un familiar directo de usted y…—explicó Azzú hasta que fue interrumpido.
—¿Era? —cuestionó— Disculpe Reinol, pero según la información que nos han dado, los reyes están desaparecidos, no muertos.
—Y siguen estando desaparecidos prinum. Yo también me encuentro preocupado, por eso quiero preguntarle algunas cosas sobre su tío.
—Bien—aceptó Adira.
—Acompáñeme—pidió Azzú.
Ella siguió al Reinol a una especie de terraza que poseía la gran estructura escondida en el océano. Tomó asiento en una de las sillas que rodeaba una mesa y Azzú se sentó enfrente de ella.
—Cuéntame Adira—comenzó—, ¿Tu tío había estado comportándose extraño?
—Para nada, señor—respondió la princesa.
—Tal vez pudieron amenazarlo, ¿Algún indicio de preocupación que pudiera demostrar? —preguntó. En respuesta Adira negó con la cabeza. —¿Segura, princesa? Sabe que mentir a una autoridad es un delito grave en cada uno de nuestros reinos.
—Tan seguro como de que Brais Brunnen es el legítimo rey de Artenis—contestó poniéndose de pie—. Debo irme, tengo que buscar a los blakcords de mi reino y ver si ellos no desaparecieron también. Con permiso—explicó para luego retirarse.
Lo último que haría seria buscar a Orión y Lisandro, esos dos blakcords se comportaban como adolescentes rebeldes, una actitud para nada beneficiosa con el cargo que representan para Artenis. Lo que en realidad planeaba, era colarse en la oficina de seguridad y revisar las cámaras de seguridad.
Antes de dirigirse al pasillo de seguridad, se había asegurado de que nadie la buscara. Ahora se encontraba cerca de la puerta que le daría paso a las cámaras. Volvió sus ojos rosas y luego de eso camufló su cuerpo volviéndose invisible, ese era uno de los poderes referentes a Artenis.
Entró con facilidad ya que nadie se encontraba allí, seguramente los guardias a cargo de la zona buscaban a los reyes, como cada persona dentro de aquella base submarina. Buscó en cada una de las cámaras, todas le daban el mismo resultado, la supuesta hora en que desaparecieron no estaba grabada, había un pequeño corte de la cinta en cada grabación.
Suspiró frustrada. Muy lejos de querer encontrar a los reyes por ser los líderes de los reinos, deseaba encontrar a su tío, era la única familia que tenía.
Apoyo la cabeza en el escritorio, se estaba cansando de usar la invisibilidad, como cada uno de sus poderes exigía un gran uso de energía física y mental. Salió de allí y se apresuró a encontrar un lugar seguro para hacerse visible.
—Todos diríjanse a la sala de conferencias—indicó una voz a través de las bocinas ubicadas por todo el hotel.
Con pesar se dirigió a la sala de conferencias donde todos los presentes en el hotel se reunían por órdenes de los reinols.
—Les informamos que es seguro que los reyes se encuentran aquí, así que por esa razón nadie saldrá, hasta que los encontremos. También confiscaremos todos los aparatos electrónicos que estén aquí, los revisaremos y los devolveremos hasta que hayamos revisado absolutamente todos—explicó la reinol artense Goretti—, ¿Alguien tiene preguntas sobre este procedimiento?
Y posterior a eso, los reinols se pusieron a contestar preguntas. Adira paseaba su vista por todo alrededor, hasta que la posó en el escudo de Artenis y entonces recordó el pequeño prendedor que portaban los reyes con el escudo de su reino. Su tío le había contado que era un rastreador por si algo les sucedía, y que el rey debía confiarle ese secreto a alguien de su confianza. Y se lo había contado a ella.
Eso cambiaba todo, si su tío llevaba ese broche consigo, la ayudaría a encontrarlo. Pero necesitaba tecnología para eso. Se apresuró a salir de la sala de conferencias para dirigirse a su habitación para poder tomar su tableta y esconderse en un lugar seguro. Pero fue demasiado tarde, los guardias reales ya estaban confiscando todo.