La casa era espaciosa y decorada con flores frescas que impregnaban el aire con un sutil aroma a lavanda , la señora Danwork me condujo por cada rincón, comenzando con la sala principal, donde un espejo de plata dominaba el espacio, reflejando la luz de las lámparas.El comedor era amplio, con una mesa diseñada para ocho personas, y la cocina era más grande de lo que habría imaginado, equipada con todo lo necesario para un banquete.
—Este es el segundo piso —explicó, llevándome por una elegante escalera de caracol.
Allí vivían ella y su esposo, un militar retirado cercano al rey.Había también un salón de música, una biblioteca y un estudio decorado con estanterías llenas de libros que parecían no haber sido abiertos en años.
Finalmente, en el tercer piso, me mostró una puerta blanca.
—Esta es tu habitación . — señala una puerta blanca . — Espero que te guste
La habitación era sorprendentemente amplia, con sábanas azules perfectamente dobladas sobre una cama grande. Un armario de madera oscura se alzaba junto a un tocador sencillo, pero elegante. Desde el balcón, la vista era impresionante , podía divisar toda la ciudad, incluyendo parte del palacio. Sin embargo, mi mente no podía relajarse.
Sabía que debía ocultar mis pertenencias más importantes en lugares estratégicos, por si alguien del régimen decidía buscarlas.
—Está muy bonita , gracias señora Danwork . — agradecí, esforzándome por sonar genuina.
— No hay de que querida , si necesitas algo estaré en el primer piso .
Al dejarme sola me puse a desempacar , traía conmigo tres maletas , la primera contenía una gran parte de mi ropa vestidos , faldas , blusas , algunas chaquetas y uno que otro pantalón y sin olvidar mis sombreros , la segunda estaba destinada mi zapatos , botas , tacones y sandalias y la última traía mis cosas valiosas , joyas de oro y plata , fajos de dinero y documentos que oculte debajo de las tablas del piso cerca de mi cama .
Al bajar las escaleras, la señora Danwork me vio y preguntó —¿Vas a salir querida?
—Sí señora , me gustaría conocer los alrededores —respondí, sabiendo que necesitaba familiarizarme con la ciudad lo antes posible.
—Deberías ir al puerto de Kings , es muy lindo —Sugirió con entusiasmo. — Además está muy cerca de aquí .
—Gracias por la sugerencia , la tomaré en cuenta . —dije, ocultando mis verdaderas intenciones.
Necesitaba respuestas, y el puerto parecía ser un buen punto de partida.
Después de lo que celeste me dijo algo no me cuadraba y mis principales preguntas empezaron a taladrar mi mente ¿Por que el rey mandaría mercancía ?¿A dónde va?¿Cuál es la mercancía? , cada vez eran más las preguntas y mi instinto me decía que esto no era legal .
Mientras más caminaba la brisa fresca me avisaba que ya casi llegaba y el sonido de las gaviotas era cada vez más fuerte .
Observé el cielo despejado y el mar agitado, los barcos se tambaleaban con cada ola, mientras las personas abordaban los ferris con sus maletas , en el mercado, el caos reinaba con la gente llevando frutas ,verduras y pescado de un lado a otro.
A pesar del olor a pescado, la belleza del lugar era evidente,no habían palabras que pudieran describir lo que estaba observando , pero lo que realmente me cautivo,fue un capitán de barco que destaca entre los demás vendedores y barcos, su sonrisa agradable y sus ojos marrones detallaron más de lo debido al encontrarse con mi mirada, no solo eran las gaviotas y el mar, sino también la presencia de este hombre, que me tenían hipnotizada.
Escuché su nombre y seguí mi camino, sintiendo su mirada en mi espalda, sabía que hombres como él usaban su encanto para atrapar a mujeres como yo , pero por más atractivo que era no podía pensar bien .
— Disculpe ¿usted trabaja aquí? — le pregunté a un hombre mayor con barba y rostro adusto.
— Si desea abordar el ferry espero otro por allá . — respondió señalando unas bancas cercanas, sin siquiera mirarme.
—No estoy interesada en el ferry. Quiero saber quién supervisa la entrada y salida de los barcos —dije, tratando de mantener la calma.
— ¿Por qué le interesa ? — respondió con desconfianza.
—Últimamente he notado cargamentos sospechosos. ¿Quién los autoriza? —insistí.
El hombre me miró fijamente antes de dar un paso atrás.
—¿Para quién trabaja? —preguntó en un tono acusador.
— Para el rey . — miento rápidamente .
—Lárguese o llamaré a la policía . — Exclama atrayendo la atención de varios de los que pasan .
— No puede hacer eso . — repliqué, aunque mi voz traicionó mi inseguridad.
—Una palabra más y lo haré —amenazó, señalando a un grupo de oficiales cercanos.
Sin otra opción, me retiré, frustrada y con más preguntas que respuestas. ¿Qué estaba ocultando ese hombre? ¿Y qué tenían que ver los cargamentos con el régimen?
Regresé a casa pasadas las seis, sintiéndome vigilada todo el camino.
Había descubierto a dos hombres siguiéndome mientras entraba en una joyería , eran pésimos para pasar desapercibidos, lo cual, irónicamente, me tranquilizó