Rebeldes Contra La Sangre

CAPITULO 8

Los barrios marginados de Erskine eran un lugar diferente a cualquier otro que hubiera conocido , el aire era pesado, cargado de humo y desesperación .

Las calles se llenaban de niños descalzos corriendo entre charcos de agua sucia y adultos con miradas endurecidas por las circunstancias , la pobreza era un estado de vida tan visible como los edificios a medio derrumbar.

No pertenecía a este lugar, y cualquiera con un poco de sentido común lo notaría , pero mi investigación me había traído hasta aquí, y no pensaba irme sin respuestas.

Usando ropa desgastada y un abrigo viejo, me mezclé entre la multitud, manteniendo la cabeza baja mientras caminaba por las calles laberínticas.

Había escuchado rumores sobre una reunión de los rebeldes en un almacén abandonado al final de la avenida principal , me ajusté el pañuelo que cubría parte de mi rostro y me aseguré de que el pequeño cuchillo que llevaba escondido en el cinturón estuviera al alcance.

El lugar estaba lleno de personas, cada una con un aire de determinación en sus ojos , había hombres y mujeres de todas las edades, algunos armados con palos y cuchillos, otros simplemente con sus puños y su ira.

Podía sentir la tensión en el aire.

—¿Eres nueva? —me preguntó una mujer con el cabello corto y un abrigo verde.

Su mirada era dura, pero no hostil.

—Me dijeron que aquí podría encontrar respuestas —respondí, intentando sonar segura.

—Quédate en silencio y escucha. —Su tono no admitía discusión.

Un hombre de voz grave se dirigió a los presentes, hablando sobre la opresión del régimen y la necesidad de tomar acción , hablaba con una pasión que resonaba en la multitud, pero a medida que lo escuchaba, mi atención comenzó a desviarse.

Entre la multitud, un rostro llamó mi atención .

Morgana.

Su cabello largo y sus ojos oscuros eran inconfundibles, estaba de pie junto a un grupo de personas que parecían tratarla con un respeto silencioso, como si tuviera un papel importante en todo esto, mi mente se llenó de preguntas. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Era una de ellos?

Antes de que pudiera acercarme a ella, el almacén se abrió de golpe, dejando ver figuras uniformadas con armas en mano , eran los soldados del rey .

—¡Todos al suelo! ¡Esto es una redada! —gritó uno de ellos mientras los rebeldes comenzaban a dispersarse.

El caos se desató , las personas luchaban , corrían hacia las salidas más cercanas , hasta que vi como los gritos y disparos llenaban el aire .

De pronto el fuego tomó control de la situación , el humo llenó el espacio, dificultando la visión y respiración, intenté abrirme paso entre la multitud, buscando una salida , pero cuando creí encontrarla no tardaron en atraparme .

—¡Tú! ¡Al suelo! —gritó uno de ellos, apuntándome con su arma.

Levanté las manos y me dejé caer de rodillas, sintiendo cómo las esposas se cerraban con fuerza alrededor de mis muñecas, mientras me llevaban hacia uno de los vehículos militares, alcancé a ver a Morgana siendo empujada contra una pared por otro soldado.

Nuestros ojos se encontraron por un breve instante, y en los suyos vi una mezcla de rabia y miedo.

El vehículo arrancó, alejándome del caos, pero mi mente seguía en el almacén, en Morgana, en los gritos y el fuego , había entrado buscando respuestas, pero ahora estaba más perdida que nunca.

Y lo peor de todo, estaba bajo custodia del régimen, con todas las preguntas que implicaba.

HENRY

Cuando abrí la puerta del consultorio del doctor para que revisara unos documentos, no esperaba encontrarme con ella , la chica de la tienda, la mujer que había estado en mi mente desde aquel día , sus ojos me atraparon al instante, reflejando sorpresa y algo más que no pude identificar.

Durante un breve instante, el mundo pareció detenerse y sentí el peso de su mirada, esa intensidad que no dejaba de provocar curiosidad, como si hubiera un secreto detrás de esos ojos que yo necesitaba descubrir.

La coincidencia de su presencia y la mía en el consultorio me desconcertó, pero un mensaje que había recibido justo antes me trajo de vuelta a la realidad , en mi bolsillo estaba la información que había estado esperando lugar, fecha y hora de una reunión rebelde.

Era una oportunidad que no podía desperdiciar.

Salí abruptamente del consultorio, incapaz de mirar atrás.

Mientras me dirigía a la base militar, mi mente se dividía entre la estrategia que debía coordinar y las preguntas que esa mujer dejaba en mi cabeza ¿Qué hacía ella allí? ¿Por qué el doctor la atendía? había algo en su rostro, algo en la forma en que su expresión cambiaba, que sugería que ella estaba luchando contra sus propios demonios.

Di las órdenes necesarias.

El lugar sería cuidadosamente cercado, asegurándonos de cubrir todas las posibles vías de escape, incluidas rutas subterráneas o pasajes ocultos que los rebeldes pudieran utilizar , grupos de avanzada se infiltrarían sigilosamente en puntos estratégicos para garantizar que no pudieran reorganizarse ni contraatacar.




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