Reborn As A Glitch

La Muerte De Un Nuevo Ser.

—¡Este idiota piensa que se puede quedar con la chica del maestro! —Exclamó uno de los matones que estaban acorralando a Higasa.

—S-Se los juro, yo no quiero nada con ella, ¿Por qué me hacen esto? —Dijo Higasa, estando amarrado tanto de pies como de manos en una silla.

—Tranquilo amigo, yo te creo, pero mi amiguito no. —Dijo suavemente el "Maestro" que tanto proclamaban los matones mientras sacaba una palanca de su mochila.

Higasa sintió un miedo incontrolable, no podía moverse y un tipo que lo doblaba en tamaño se le acercaba a él con un arma, no podía entender el porqué sobre su situación. Lo que los matones habían considerado como "Cita", fue solo una salida entre amigos de biblioteca, a Higasa no le gustaba Mireia, esto, según el, era bastante resaltable debido a sus diálogos naturales y tranquilos con ella, cosa que le era imposible con otra chica debido al trauma que tuvo de niño.

—¡Aaaaaahhhhhhhhh! —Gritó Higasa luego de recibir un golpe de la palanca en su brazo.

La tortura continuó, alrededor de 40 golpes recibió Higasa, el cual gritaba de dolor mientras sentía como sus articulaciones se rompían y su piel se reventaba.

—Por... Favor, para. —Dijo cuando vió que uno de ellos comenzó a grabar.

La situación solo empeoró cuando uno de ellos trajo una gran bandeja con cienpies, el "Maestro" les dió la orden de tirar a Higasa al suelo. Aún amarrado, sentía el dolor absurdo de los matones pateandolo, el que tenía la bandeja la comenzó a abrir en el suelo, vió como ellos se le acercaban a sus heridas abiertas y comenzaban a caminar por todo su cuerpo, la sensación era repugnante y le provocaban un ardor indescriptible en sus heridas.

—Mireia merece algo más que un pobre inútil como tú.

—Solo mira tú cara. —Dijo uno de los matones tirando y rompiendo un espejo en el rostro de Higasa.

—Tu expresión es patética, imbécil.

El silencio se esparció por la oscura sala cuando el maestro recogió su mochila otra vez, pidió que sus secuaces liberaran a Higasa.

—«El dolor es tal que ni siquiera me puedo poner de pie, ¿Por qué? ¿¡Por qué!? ¿¡POR QUÉ!? Solo quise ser una buena persona, se que este es mi fin pero, Dios, si es que estás ahí, quiero que sepas que te odio, te odio desde el fondo de mi corazón, me cago en ti y en toda tu descendencia, fue divertido tenerme como juguete, ¿Verdad? Maldito hijo de puta, me cago en la ramera que parió a Jesús, si pudiera devolverle esto a alguien, se lo haría a la madre de ese tal "Maestro"». —Fue el último pensamiento de Higasa antes de caer inconsciente.

Hicieron arrodillar a Higasa, el maestro hizo una vídeo llamada con Mireia.

—Mira preciosa, ahí está tu pequeño acosador, con esto me aseguraré de que no vuelvas a sufrir, cariño.

—¡Noooo! ¿Por qué le hacen eso a Higasa? ¿Que les hizo? Por favor ¡Paren! —Dijo Mireia mientras veía el cuerpo tan mal herido de su querido amigo,

Entre llantos y súplicas, Mireia no paraba de rogar que dejaran en paz a Higasa.

!Bang! —El silencio se volvió sepulcral en la sala, la escopeta del maestro había sido accionada en la cabeza de Higasa, los sesos cubrieron el suelo y su cuerpo cayó entre toda la sangre que había en el piso.

Mireia solo gritó mientras maldecía al "maestro", llorando desesperada, le dijo las siguientes palabras:

—«Higasa, Higasa, Higasa...». —Pensó mientras se cruzaba de brazos, apoyada en su escritorio llorando desconsoladamente.
—Xavier... eres un maldito, de verdad, ¿Cómo pudiste hacer eso? De verdad, tu estúpida existencia es asquerosa, la vista del cadáver de Higasa me trae recuerdos hermosos que viví con él, ¡Ahora tú me quitaste a la persona que más quise en mi vida! —Dijo mientras se le quebraba la voz aún más de lo que ya estaba.
—Te odio, te odio, te odio ¡Te odio! —Gritó Mireia, con un tono roto e impotente, simplemente colgando la llamada y cayendo a llorar en su escritorio, su mejor amigo había fallecido, y era algo que la llenaba de tristeza y rabia.

—¡Allen! ¡No te dije que hicieras eso! Ahora la chica que amo me odia, ¡Y es todo por tu maldita estupidez! ¡Me das asco! —Dijo Xavier mientras le dirigía un golpe a la nariz de Allen, el chico de su pandilla que activó el gatillo de la escopeta de su maestro.

Cayendo al piso sin poder respirar bien debido al golpe.

—Lo siento maestro, solo pensé que te faltó el respeto al parar de suplicar.

—No había la estúpida necesidad de asesinarlo por eso, ¡Imbécil!

Antes de terminar la conversación, el cuerpo sin vida comenzó a resplandecer enceguecedoramente.

—¡Pero ¿Qué?! —Dijeron todos en la habitación a voz de coro.

El cuerpo de Higasa comenzó a desintegrarse, convirtiéndose en polvo y desapareciendo, solo quedando la mancha de sangre luego del espectáculo de luz.




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