("Ayako, despierta.")
...
("Ayako.")
...
("Ayako, tienes que ir a la preparatoria.")
...
...
("Aya-chan.")
Abrí los ojos, pero estos se encontraban nublados por completo.
("Aya-chan, es hora de despertarse.")
Susurros invadía mi conciencia, me dificultaban pensar con claridad.
("Aya-chan, se te hará tarde.")
Mi cabeza empezaba a dar vueltas, sentía que podría desmayarme en cualquier momento.
("Aya-chan, el desayuno se enfriará.")
El pecho comenzaba a apretarme, un dolor en todo el cuerpo esta a punto de irrumpir en mi.
("Aya-chan ¿No quieres hacer esperar a tu abuela verdad?")
Mi respiración poco a poco se aceleraba cada vez más, mi garganta se cerraba por completo y con ello conseguía agitarme lo suficiente para preocuparme por mi estabilidad.
-Me senté-
"Buenos días, Aya-chan."
"¿Qué tal amaneciste?"
Me mantenía mirando las sabanas fijamente, pero poco lograba divisar por más que me esforzaba, palpaba la cobija, pero esta se sentía demasiada fría a comparación de mi cuerpo que solo aumentaba de temperatura con el paso de los segundos.
"¿Tuviste algún sueño lindo como de costumbre?"
No los tengo desde hace trece años.
"Ya sé, todavía sigues contenta."
No lo he estado desde hace mucho tiempo.
"Claro, después de todo, ayer fue tu cumpleaños."
Sí, lo fue.
"No fue mucho pero espero que te haya gustado mi sorpresa, tardé un buen rato decorando la sala, pintando los vasitos, cocinando las galletas, pero, si te sacó una sonrisa, al final valió completamente la pena."
Lo sé, me gustó mucho todo lo que hiciste.
"Estuviste muy contenta ayer."
Fue el mejor día de mi vida.
"Y eso me puso muy alegre a mi también."
Lo recuerdo muy bien.
"Lo recuerdo muy bien, saltabas sin parar, corrías por toda la sala, girabas a todo dar."
Bailaba como nunca, jugaba sin cesar, sonreía sin detenerme.
-Suspiré-
"Lucías como la niña más afortunada del mundo."
Lo era porque tú estabas aquí.
"Brillabas completamente."
Yo solo reflejaba lo reluciente de tu ser.
"Ofrecías color a estas grises paredes."
Únicamente terminé lo que tú comenzaste.
"Tu alma blanca y pura construía las mejores experiencias en este hogar."
La mía sobresalía porque la tuya era cientos de veces más transparente.
"Desearía poder conversar contigo como antes."
Yo también.
"Quisiera seguir caminando a tu lado por siempre."
Yo también
"Anhelaría poder envolverte entre mis brazos tan solo una vez más."
Yo también.
"Te extraño mucho, Aya-chan."
Por más que lo intenté, no pude seguir conteniendo las lágrimas por mucho más tiempo, mis manos estaban débiles, mis brazos temblaban, mi cara tiritaba, tenía un nudo en la garganta, era incapaz de pronunciar siquiera una palabra.
-Llevé una mano a mi rostro-
Yo también te extraño mucho, mamita.
"Extraño las caminatas hasta la escuela."
Estaban completas de paz.
"Extraño las salidas al parque."
Estaban llenas de diversión.
"Extraño las visitas al supermercado."
Estaban repletas de entretenimiento.
"Jamás olvidaré todos aquellos días que pasé contigo."
Yo tampoco, como podría hacerlo, fuiste tú la que lograba convertir un día pésimo en uno lleno de emoción, eras tú quien transformaba una lágrima mía en una sonrisa, nadie más que tú conseguía intercambiar un corazón roto por uno lleno de ilusión.
"Estos recuerdos son el tesoro más valioso que alguna pude tener."
Para mi también lo son.
Las lágrimas no dejaban de brotar de mi, pero aún así me mantenía firme para no ceder, porque si lo hacía, ella se iría una vez más.
"Así que siempre los llevaré conmigo."
Haré lo mismo.
"Pero ahora el tiempo pasó."
Pasó mucho.
"Tan solo mírate, eres toda una señorita."
Lo sé.
"Me hubiese gustado verte crecer todos estos años, Aya-chan."
No es justo que digas eso, solo harás que pierda el control y rompa a llorar.
"Pero está bien."
No, no lo está.
"Ahora tienes a otras personas que quieren estar junto a ti."
No, no tengo a nadie.
"Así que sería egoísta que solo te quiera para mi."
Por favor, sé la más egoísta y abrázame para toda la eternidad.
"Espero que seas amable con ellos."
No sé a quienes te refieres.
"Solo quieren devolverte lo que una vez se te fue arrebatado."
Tú eres lo único que busco recuperar.
"Habla con ellos."
No necesito hablar con nadie.
"Acepta su ayuda."
No quiero ayuda.
"Busca su amistad."
No busco nada de eso, solo te quiero a ti.
"¿Recuerdas aquella vez que fuimos a la casa de campo de tu abuelo?"
Lo hago.
"Ese día viste por primera vez el mar."
Fue hermoso.
"Te veías tan asustada cuando veías que las olas corrían hacia ti."
Sí, era tan pequeña.
"Después de eso no querías entrar para nada."
Cierto.
"Aquella vez no confiabas en el mar, pero entonces te agarré firmemente y paso a paso fuimos adentrándonos a la suave marea."