Capítulo 15

Las hojas de los árboles se mueven armoniosamente y el sonido sereno de la pradera es interrumpido por la risa de Isabel.

Lucas sonríe, mientras acaricia su pulsera, hizo una promesa desde lo más profundo de su corazón.

El año escolar terminó.

Isabel obtuvo excelentes calificaciones, en cambio, Lucas aprobó con la calificación mínima.

Su padre le advierte que el próximo año, debe ser el mejor o de lo contrario cumplirá su promesa de enviarlo, esta vez, con su tía del sur.

Anne lo felicita y dice que está convencida que el próximo año lo hará mejor. La señora Amanda no dice nada, ella sueña con casar a su hijo con alguna niña rica.

Navidad llegó.

Los niños adornaron el viejo abeto, en la mañana asistieron a misa y recibieron la comunión. Las señoras más ancianas tardaron en el confesionario, los niños ríen bajito. En la tarde el coro de la iglesia cantó villancicos.

Lucas e Isabel usan bufandas, con diseños parecidos, un regalo de Anne.

Tuvieron mucho tiempo para jugar, dormir y soñar.

Las vacaciones se fueron demasiado rápido.

Otro año llegó.

Manolo y Nino llegaron a su mundo de dos, y aunque al principio a Lucas no le hace la menor gracia, sus amigos se convirtieron en sus más fieles aliados.

El señor García fue más estricto con Lucas. En las mañanas asiste a la escuela y por la tarde lo ayuda a cargar sacos con semillas. Anne le advierte que no es trabajo para un niño. A la señora Amanda le molesta que su cuñada se entrometa en la educación de su hijo. Finalmente, el señor García lo dejó libre, con la advertencia de siempre, enviarlo con algún pariente.

Lucas prometió ser el mejor de la clase, pero, el carisma y belleza de Isabel hace que sea difícil concentrarse, nadie puede culparlo.

Su padre de vez en cuando lo sorprende con alguna pregunta. El niño sortea con respuestas creativas, de todos modos su tía siempre está atenta a secundar sus ocurrencias.