"La soledad no es estar solo, sino sentirse solo."
Después de tanto tiempo sin llover, el 6 de diciembre, las gotas volvieron a caer desde el cielo. Entonces, mis hermanos y yo corrimos hacia papá, quien parecía cansado. Al vernos, sonrió y dijo:
—Vamos a continuar con la historia.
Un día, encontré la foto de una chica muy linda en el periódico del pueblo. Resultó que había ganado un concurso de inglés.
Me llamó la atención en cuanto la vi. Mi corazón latió con fuerza, y me pregunté qué estaba pasando. La curiosidad no quedó allí, pues leí su nombre al pie de la foto: Luna López. No aparecía más información sobre ella, pero, por alguna razón que desconocía en ese momento, yo quería saber más. Así que me puse en modo detective y descubrí el lugar donde se había realizado el concurso: una universidad que quedaba a una distancia considerable.
Días después, fui hasta ese lugar en mi vieja bicicleta y, cuando llegué, no sabía por dónde empezar a buscar. El lugar era muy grande y estaba lleno de estudiantes universitarios. Yo había estudiado en la universidad, pero en otra diferente a esa y no conocía a nadie… O al menos, eso creía.
—Jerlen, ¿qué haces aquí? —me dijo alguien por la espalda.
—¡Milian! Tanto tiempo sin verte. —Lo abracé y añadí—: Hermano, estoy aquí buscando a alguien.
Saqué el recorte de la foto de Luna de mi mochila y se lo enseñé. Cuando él la vio, su expresión cambió y me dijo:
—Ella es Luna, es mi amiga. ¿Quieres que te la presente? Aunque te advierto, a ella no le gusta hablar con nadie. Habla conmigo porque soy de su aula.
Sus palabras hicieron que dudara sobre mi objetivo de conocerla. Con una sonrisa resignada, le dije:
—No, mejor no me la presentes. Déjame irme para casa.
—A esta hora, Jerlen, no vas a llegar, y la calle está muy mala. Quédate conmigo, que hay una cama libre en el cuarto. Así aprovechas y despejas un poco. En la noche hay una conferencia muy buena que te puede ayudar, y luego habrá una gran fiesta.
—Me quedaré solo por la conferencia. He escuchado que aquí tratan temas muy interesantes, pero sabes que no me gustan las fiestas, así que luego me iré a dormir.
—Como quieras, vamos para que te prepares y comas algo.
Me fui con Milian a su cuarto, allí me preparé, comí, y en la noche fuimos a la conferencia. En ella trataron un tema que me impactó mucho.
Cuando terminó, todos se fueron a la fiesta, y yo me fui a sentar simplemente en el parque hasta que me diera sueño.
Allí, en el parque, vi un grupo de chicas conversando acerca de literatura. Quería acercarme, pero me daba un poco de timidez. Una de las chicas me vio solo y me dijo:
—Ven para que no estés solo.
Entonces fui hacia ellas, me presenté y me introdujeron en la conversación. En un momento me dieron la palabra, y pude contarles acerca de los libros que escribía. Al principio todas me escuchaban, pero llegó un momento en que dejaron de hacerlo.
Entonces, desde las sombras, una chica que estaba allí pero a quien no había notado aún me dijo:
—Sígueme hablando de tu libro, me encanta lo que estoy escuchando.
Cuando la miré, era ella. Era Luna, la chica por la que había viajado a ese lugar. Estaba allí, hablándome. No dejé que el nerviosismo me atacara, así que fui yo mismo y le conté sobre mis libros.
Cuando acabó el tema, ella comenzó a hablar conmigo de sus gustos y la conversación se tornó amigable.
Hasta que sus amigas quisieron irse, y ella se fue con ellas. En mi último intento de no dejar morir la amistad allí, corrí hasta ella y le dije:
—¿Me puedes dar tu número de teléfono?
—No, a mí no me gusta hablar con nadie por teléfono.
Allí mismo se rompió mi corazón, pero actué de forma natural y le dije:
—Está bien. Adiós.
A ella le dio lo mismo y se fue. Al parecer, ya la había aburrido a ella también. Al día siguiente, cuando aún no había salido el sol, salí en mi bicicleta hacia mi casa.
En la noche, Milian me escribió y me dijo:
—¿Qué hiciste? Me contaron que Luna habló contigo, bro. Ella no habla con nadie, puedes sentirte especial.
Y yo le respondí:
—No me dio su número de teléfono. Fallé en algo.
—Eso es normal, ni a su prima le escribe, y la conoce desde que nació. ¿Te va a escribir a ti?
—Te diré algo, Milian, tengo la esperanza de que ella me va a volver a escribir...
**Aprendan esto, niños:**
La soledad no debe ser algo malo, sino todo lo contrario; debe ser una etapa de sus vidas para mejorar. Si aprenden a quererse mientras están solos, sabrán cómo querer a alguien cuando estén acompañados.