Recuperando su Amor

2.

LEONARD

—¡Estoy enamorada de ti desde que empezamos la universidad! —su grito resonó en cada parte de mi interior. Una sonrisa salió de mis labios.

La bella mujer de cabellos tan negros como la noche, y ojos tan azules como el mar se me declaraba, justo antes que yo tuviera el valor de hacerlo, y, a pesar, que parecia una escena de niños de escuela, me sentia afortunado de escucharlo primero de sus labios. 

—Gracias. —Exclame sintiéndome realmente feliz. Quise besar sus dulces labios color cereza, y perder el rumbo en cada curva de su cuerpo, pero decidi conservarme sereno, si iba a aceptar sus sentimientos, iba a ser de una forma que jamas olvidaria. —Quiero verte aquí de nuevo, mañana a esta misma hora, ahí te daré mi respuesta.

Sus mejillas completamente teñidas de carmín me hicieron soltar una pequeña carcajada, esa era la mujer indicada para formar mi familia, para empezar juntos una nueva etapa de la vida, como adultos. 

La dejé en aquel lugar, con la ilusión intacta, sin embargo, jamás imaginé que las cosas fueran a resultar de aquel modo. 

Conduje primero hasta el centro comercial, que mejor para empezar una relación que una joya significativa. Parecía un loco enamorado, pero la mujer que lo iba a recibir se lo merecía. En una de las mejores joyerías de la ciudad encontré un collar perfecto para ella, una rosa negra rodeada de zafiros era el colgante ideal para ella, perfecto para que lo llevará orgullosa en su cuello, viviendo como mi mujer. 

Al llegar a casa quedé algo desubicado al ver varios camiones de mudanza frente a la puerta. Un tanto confundido caminé hasta ellos para observar bien de qué se trataba, mi sorpresa fue grande al ver que sacaban todas las cosas de nuestra casa. 

Como invocado por mi mente, mi padre apareció por el umbral de la puerta, dando órdenes como era su costumbre. 

—Padre, ¿Qué está pasando aquí? —pregunté recibiendo una de las cajas que traía un hombre de la mudanza. 

—Nos vamos. 

—Como que nos vamos, ¿A dónde vamos? 

—Vamos a Inglaterra, partimos en la madrugada. 

—¿Qué? —quede completamente helado con sus palabras. —No podemos.

—Sí que podemos, nos vamos y punto. —Hice una mueca tratando de mantener la calma.

—Padre, ya soy un hombre adulto que puede tomar decisiones por sí mismo, no pienso viajar, mucho menos irme del país.

—Tu mayoría de edad o tu hombría me importa poco, nos vamos mañana, ya es una decisión tomada y no hay vuelta atrás. —negué repetidamente con la cabeza. 

—No, no iré contigo. No hay orden que valga en esta situación, hay alguien esperando por mi, no pienso marcharme.

—Leonard, esto no está en discusión. Se lo debes a tu madre, le prometiste quedarte a mi lado y ocupar su lugar como segunda al mando, es lo que harás, pero no aquí. —hizo un ademán con su mano, y su fiel asistente corrió hacia nosotros.

—Dígame señor.

—Maggie, no dejes que Leonard salga de casa hasta que partamos al aeropuerto. —estiró su mano y sacó de mi bolsillo el teléfono celular, —Me quedaré con esto.

—No puedes hacerme esto padre. —Ignoro completamente mis gritos. 

Corrí de regreso hacia el auto, pero este ya no estaba en su lugar, los camiones se habían atravesado frente a la salida de la casa y Maggie se mantuvo a mi lado todo el resto del día. 

El rostro de Paige se mantuvo en mi mente todos los días a partir de ese día, era mi primer pensamiento al despertar y el último al dormir. Jamás pude avisarle a ella, tampoco a mis amigos, para todo el mundo, Leonard simplemente desapareció de la faz de la tierra sin dejar rastro.  

El movimiento del avión aterrizando me volvió a la realidad. Mis ojos enfocaron el exterior del avión, a simple vista nada había cambiado, pero estaba más que seguro, que en seis años todo era diferente. 

Apreté el collar con la rosa negra que cargaba recelosamente en mi cuello, en seis años no había olvidado a la mujer que me robó el corazón desde el primer día de clases, y estaba dispuesto, a mi regreso, a encontrarla. Aunque fuera lo último que hiciera. 

—Realizaremos la fusión con la empresa Fleur la semana que viene, tiene que ir a la reunión de esta semana con los ejecutivos de esa empresa, recuerde que en sus manos está que logremos quedarnos con todo y salvar la empresa de su padre. 

—Lo sé Maggie, lo sé.

—Entonces no haga que su padre siga haciendo corajes. —rodé los ojos fastidiado, habían pasado seis años, y a pesar de ser mayor de treinta, mi padre seguía manejando cada uno de mis pasos. 

—Debo encontrar a alguien. —murmure mirando fijamente por la ventana.

—Lo mejor será que no lo haga. —la miré interrogante hasta que sentí la presencia de mi padre a mi espalda.

—La hija de los Fleur es una mujer bella, es la encargada de dirigir la empresa de su padre, parte importante de la junta directiva y quien ayuda a la toma de decisiones. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.