Recuperando su Amor

4.

LEONARD

—¿Esos son los estados de cuenta de Padme?  —pregunté mirando la carpeta que me entregaba la asistente de mi padre.

—Si, su padre quiere que estudie a la perfección todos sus números, también envió algunos documentos más, quiere que busque un punto de quiebre, algo que los haga caer primero, no solo la hija.

—¿Cómo se llama la hija de Padme? —interrogue, mirando la firma en el papel.

—No tengo esa información en este momento.

—Buscala, quiero saber todo de ella antes de ir a la empresa, entre más sepamos mejor, así puedo empezar a trazar un buen plan.

—Como diga. —pausadamente me senté a leer cada uno de los documentos que se encontraban en las carpetas. 

Sus números eran excelentes, su manejo de la compañía era perfecto, todo estaba en un orden, la persona a cargo, quien firmaba como P.P. tenía bajo control cada pequeño detalle, no había una laguna, no había un fallo, absolutamente nada que pudiera usar en su contra.

—Tendré que revisar dos veces. —me queje tirando las carpetas a un costado.

—Bro, te ves algo molesto. —mi asistente, quien también era mi mejor amigo en el momento, entró a la oficina con una torre más de carpetas.

—No me digas, más trabajo. —hizo una mueca y se adentro dejando toda la pila de carpetas en la mesa auxiliar. 

—Es parte de lo que se hace en una sociedad, madrugas más que el resto de la empresa, estudias a tus futuros socios, haces un buen plan, aceptas la sociedad, trabajas más, trabajas más y fin. —negué con la cabeza.

—Se te olvida una cosa importante en tu lista de cosas que se deben hacer.

—Lo olvidaba, te robas la empresa de tu socio, y fin.

—Exacto mi amigo, tenemos que salir de esta a como dé lugar, muy mal por el señor P.P. quién está manejando todo de una manera espectacular, pero esa empresa pronto será mía. 

—Tal vez podamos ofrecerle un buen trabajo al director de la empresa, que según las firmas y documentos no es el viejo Padme. 

—¿Seguro? —lo miré curioso.

—Si, los documentos firmados por él son estos. —me extendió una de las carpetas señalando específicamente el lugar de la firma. —Vez, la firma es distinta. —detalle muy bien, y Maksim tenía razón, la firma era completamente diferente, si bien ambas terminaban en una “P” la del viejo Padme empezaba con la iniciales de su nombre, Edward S. Padme. 

—Muy bien, entonces, tenemos que saber bien quien es P.P. y ofrecerle el empleo de forma sutil, tal vez esa persona nos ayude a hundir la empresa. 

—Es posible. Me encargaré de ello cuando hagamos la sociedad, no quiero que se entere nadie de nuestros planes antes de iniciar todo.

—Por eso eres mi mano derecha Maksym. 

—Lo soy, ahora, —lanzó un pedazo de tela a mi rostro, —colocate eso y vamos a comer algo, hay un café por aquí cerca, muero de hambre, y con hambre no trabajo. —solté una carcajada, no iba a cambiar. 

—¿Un gorro?

—Para que no te vean el rubio cabello de princesa que tienes, cada vez que sales sin eso creen que somos maricas, espantas a mis chicas. 

—Tú espantas a las mías.

—Tienes a Anya. No deberías estar mirando más mujeres. 

—No me la recuerdes, estaba como loca cuando le dije que regresaría, no se tomó nada bien el hecho de estar separados por tantos meses. 

—¿No le dijiste que no regresaras a Rusia?

—Obvio no, no quería que se pusiera aun mas loca. Amigo, tu la conoces bien, sabes cómo se va a poner de chifloreta cuando sepa que no volveré, que me espere unos meses, me da tranquilidad para hacer lo que debo hacer aquí.

—Serle infiel. 

—No voy a ser infiel, solo voy a coquetear con una mujer y posiblemente llevarla a mi cama con fines laborales. No es infidelidad, es trabajo. —lo vi rodar los ojos

—Disculpe usted señor “no infiel" Mejor vamos a desayunar,  y tú pagas. No me haces venir al trabajo tres horas antes para no darme desayuno. Pésimo servicio.

—Vamos, muerto de hambre. —Me cambie el traje por un jean y una chaqueta deportiva, y luego de ponerme el feo gorro negro segui a Maksim. 

Muchas cosas habían cambiado en seis años de ausencia, algunas más que otras, varios de los lugares que visitaba en mi época universitaria ya no existían en su gran mayoría, otros eran negocios completamente distintos a los de aquella época. 

Nuestros pasos nos llevaron a pasar por una biblioteca que conocía muy bien, el lugar donde disfrutaba venir después de clases para observar a Paige, ella no faltaba a la biblioteca ni un solo día. Todas las tardes después de clases, llegaba a ese lugar y se sentaba a estudiar en la misma mesa. No me cansaba de mirarla. 

—Es allí. —Maksim señaló un pequeño café, justo en frente de la sede principal de las empresas P. A. D. 

—Creo que ahora entiendo más este ridículo gorro. 

—Hace frío Bro, te puedes resfriar. —Mi amigo no daba puntada sin dedal, cada paso que daba estaba fríamente calculado, y lo comprobaba cada día más.




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