— ¿entiendes? — cuestiona, yo asiento con mi cabeza observando atento cada acción que ella hace, como si no supiera cómo hacerlo.
Al final mi vecina decidió "ayudarme", en realidad no le estoy prestando atención en lo más minino, lo único que mis ojos puedes ocuparse en su bellísima presencia, en cuanto observó que ha terminado de explicarme, se me ocurre algo para retenerla aunque se unos segundos más.
— lo puedes dejar en tibio. — musito, ella rueda los ojos y logró sonreír un poco por su reacción. — tengo una buena vecina. — sonrío y la observó de arriba hacia abajo, pero, para nada de una mala manera, no sé cuántas veces he dicho esto desde el día en que la vi, pero es hermosa la chica, el tenerla aquí sin duda me pone muy nervioso, soy muy bueno ocultándolo diciendo estupideces, aunque siempre las digo, pero esta vez las utilizó como escudo y no como diversión.
— Gracias, de nada y adiós. — espeta con cuenta molestia, creo que la he arruinado al mirarla así, no puedo dejar que se vaya solo así.
— Hasta luego vecina. — elevó mi voz un poco antes de que se fuera de mi casa.
Supongo que no fui de su mejor agrado, es lógico, di una pésima impresión al verla de esa manera, ¿se sintió ofendida?, supongo que sí, creo que lo mejor que puedo hacer es tratar de no ofenderla, por un momento creí que su carácter en la oficina provenía de un problema y no que era su catéter de por sí, pero, amo los retos, no quiero ofenderla, pero, no sé si sea estúpido y es demasiado raro para mí admitir esto, pero, el amor a primera vista existe, sin duda existe.
Luego de terminar de ducharme, me arreglo un poco, no lo suficiente, aún no tengo planeado ir a dormir, tengo mucha hambre y no estoy seguro de cuál sea la hora, luego de terminar de vestirme, me dirijo a mi nueva cocina, esta vez no está Amy para prepararme algo delicioso, lo único que sé hacer es un sándwich, creo que tengo que tomar clases de cocina, pero no me preocupo, YouTube tiene muchas guías y recetas, ¡bendito sea el Dios del internet!, el café es uno de mis sustentos del día favoritos, en especial con leche, se convierte aún más especial.
Luego de preparar mi sándwich de jalea y maní, empiezo con mi café, en cuanto me acerco a las bolsas del walmart, empiezo a darme cuenta que soy un completo tonto.
— Buen trabajo Thiago, trajiste el café pero no la azúcar — suelto un bufido, no puedo creer que haya olvidado el endulzador de ciertas comidas. ¿Será buena idea pedirle a mi vecina amargada?, será algo ridículo, pero su carácter me provoca cierto temor, siento que en cualquier momento sus palabras pueden llegarme a lastimar, soy un ser humano.
¡Iré!, estoy decidido, tomó una de mis tazas que traje de mi casa y lo más decidido camino hacia la puerta deteniéndome de golpe en cuanto mis mano toman la perilla de la puerta.
— mejor no. — musitó para mí mismo, pero, ¿y mi café?, no es tan necesario mi café, pero, en realidad sí que lo necesito, además, creo que es una buena oportunidad para volver acercarme a Rebeca. — ¡Iré! — digo dando ánimos, salgo de mi apartamento y camino un metro para acercarme a su puerta, elevó mi puño dispuesto a golpear la puerta, pero nuevamente vuelve a ocurrir, me paralizo a la mitad de mi acción. — ¡Joder, concéntrate hombre, esto tiene que valer la pena!. — me animo a mí mismo, agradezco que nadie esté viendo en estos momentos, porque sin duda sería embarazoso.
En ese momento los pequeños golpes se hacen presentes en cuanto mis nudillos tocan la madera, inhalo profundo y exhalo, na tendiendo todas aquellas estupideces que puedan salir, estoy nervioso, rápidamente la puerta se abre, dejando a la vista a la hermosa Rebeca con su bella pijama y una bata encima, se ve demasiado encantadora.
Su rostro no refleja la misma emoción que siento yo al verla, es todo lo contrario, es sin duda de fastidio y de irritación.
— ¿y ahora qué quieres? — espeta con cierto enojo, ¿la hice enojar?, ni si quiera le he dicho algo, supongo que no está en sus mejores días, creo que no debo indagar allí pero estoy casi seguro que alguien más vino a visitarla ya.
— Que humor vecina, solo quería molestarte — pronunció con una sonrisa sin despegar mis labios. — Quería una taza de azúcar — digo aún con mi gesto en mi rostro, ella rueda sus ojos con fastidio y me quita la taza de mis manos, para luego cerrar la puerta frente a mí.
¡Demonios!, que chica tan mal educada, creo que eso si acierta ni teoría con base al otro visitante. No tardó mucho y ella abre su puerta.
— Toma — dice apuntó de volver a cerrar la puerta, esta vez no pude quedarme callado ante tan mala actitud, sé que me comerá vivo, pero supongo que deberá aprender a ser más amable.
— debes de estar en tus días, disculpa por molestar vecina — comentó, sin duda no pude contener mis ganas de reír, no puede controlarlo, sé que eso la molesto aún más, estoy sano y salvo en mi apartamento y no puedo evitar pensar en lo gracioso que fue ese comentario, sé que no lo fue, pero al menos lo espontáneo que fui al decirlo.
Sin duda con esto, no quiere verme ni en pintura, pero creo que lo tendrá que hacerlo, es decir, me he convertido en su jefe, pero eso es algo que ella aún no sabe. No se imagina que su jefe duerme en el apartamento de al lado.
Abro mis ojos con dificultad, sin duda dormí sin complicaciones, me atrevo a decir que dormí mejor que en mi casa, ese lugar es demasiado grande para mí y eso genera un amor-odio porque a pesar de que no pueda compartirlo, genera ganancias para mí gracias al espacio. Rápidamente me pongo mi atuendo color gris, sudadero y un pantalón cómodo para ir a correr un poco, tengo que continuar con mi mudanza, estoy seguro que hoy termino con eso y para celebrarlo estoy organizando una pequeña fiesta aquí con mis amigos, estoy seguro que no molestare a nadie, es decir mis únicas vecinas son Rebeca y la señora Pops y sé que lo entenderán.