Redimidos [saint Seiya]

Prólogo

Macaria

Sus ojos se perdieron en los zafiros del chico al que le había respondido. Pudo jurar, incluso, que había visto el universo en ellos, sin embargo, fue un error pues, en esos segundos de distracción, una punzada en su vientre se hizo presente.

—¡Ahora, Kanon! —Escuchó gritar a frente a ella, por lo que enarcó una ceja al mirar como uno de los caballeros de Géminis intentaba levantarse.

Compartió una mirada cargada de sorna con ambas chicas a su lado, aun sintiendo el dolor desgarrador en su cuerpo.

—¿Qué intentas hacer, Athena? —Le preguntó— ¿Acaso quieres verlo muerto?

La pelirroja yacía de rodillas, no obstante, eso no fue impedimento para que una sonrisa retadora se abriera paso en su rostro y compartiera una mirada cómplice con Niké.

—¿Creíste que nos quedaríamos de brazos cruzados, Macaria? —Contestó ella a cambio—. Quien mordió el anzuelo fuiste tú—Su cosmo empezó a emanar, ocasionando que los caballeros a los que ella estaba debilitando, comenzaran a incorporarse.

Incluyendo al chico de ojos zafiro.

—Señorita Macaria—La llamó Radamanthys.

Ella elevó una mano para interrumpirlo, mientras que con la otra chasqueaba los dedos, en un intento de seguir debilitando a los caballeros.

Y, aunque en sus planes nunca estuvo el matarlos, ahora parecía ser la única salida.

Enio, quien era considerada como la diosa destructora de ciudades, hizo lo mismo y, de pronto, las paredes del templo comenzaban a teñirse con sangre. Así como también el viento, que incrementaba su velocidad a tal punto que, gracias a Cimopolia, pronto sería una tempestad.

—Vas a caer, Athena.

Cuando las palabras dejaron sus labios, pareció estar en un deja-vú. De pronto no eran los ojos claros de la chica frente a ella lo que observaba, si no unos verdes llenos de determinación y, también, ganas de matarla.

¿Qué le ocurría?

En esos segundos en los que se distrajo y el dolor se hizo más insoportable, alguien realizó un movimiento y, de pronto, ya no se encontraban en el Templo de Acuario, sino rodeados de planetas, líneas ley y el universo mismo.

—Otra dimensión—Murmuraron los gemelos.

Macaria dirigió su mirada a Kurai, quien en un parpadeo los había traído de vuelta a donde se encontraban en primer lugar. Pero no pasaron muchos segundos para que se dieran cuenta de que no se hallaban allí, sino rodeados de cartas con la imagen de buda.

¿Acaso el caballero de la sexta casa seguía con vida?

La verdad es que no le importaba y ahora fue su turno para volverlos al Templo de Acuario.

Estaban asombrados. No quedaba nada en el Santuario.

La violenta tormenta que Cimopolia había creado arrasó con todo, las nubes en el cielo se tornaron negras mientras rayos salían desprendidos de ellas, anunciando que muy pronto también caería un torrencial.

—Milo, tienes que hacerlo—Ordenó Athena, mirando al caballero de Escorpio—. Ahora.

El chico la miró fijamente.

Y Macaria no pudo evitar mirarlo de vuelta.

—No—Mustió—. No puedo hacerlo—Aseguró—. No cuando tiene a mi hijo en su vientre.

Sintió como cada mirada recayó en ella, específicamente en el creciente bulto de la parte que mencionó el caballero.

Ahora entendía porque le dolía tanto.

Lo que fuera que estuviese dentro, estaba desarrollándose a una velocidad sobrehumana, amenazando con hacerlo por completo muy pronto.

—Entonces lo haré yo.

Sí, ese había sido el caballero de Leo, quien ahora tenía una daga dorada en mano.

Por un momento... realmente temió que la usara en su contra.

De nuevo ¿Qué le sucedía?

—Eso no me matará, querida e ilusa Athena—Farfulló Macaria, sintiendo el dolor apoderarse de su cuerpo por completo a la vez que trataba de ignorarlo—. Estás tan acabada.

—¡A su vientre! —Ordenó ella, sin embargo—. ¡Hazlo, Aioria!

Macaria estuvo segura de que escuchó al caballero de Escorpio gritar en negativa seguido de un nombre extraño mientras la miraba, por lo que casi por instinto cubrió su creciente vientre junto a lo que hubiese dentro para protegerlo.

También estuvo segura de haber visto como Enio y Cimopolia se derrumbaban bajo la lluvia que los empapaba por completo y como lo hicieron poco después todos, entonces, todo se tornó borroso.

 

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¡Hola! Aquí regresamos con más de nuestra Grettel, espero que disfruten la historia tanto como yo lo hago cada que la escribo.💙

De antemano, agradezco cada lectura, voto y comentario que decidan dejar, todos me motivan a continuar y seguir dando lo mejor de mí.

Bienvenidos a REDIMIDOS, donde la verdadera guerra comienza.

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