Kurai Taiyo
Lo primero que divisé a la distancia era una cabellera oscura seguida de otra de un color azul zafiro inconfundible. No pasó mucho para que la diosa Macaria junto a su hijo llegaran a donde me encontraba.
Justo salía del templo del Dios de la Muerte, quien debió casarse con ella pero que me había elegido a mí desde mucho antes.
Tánatos.
Sin embargo, me asombraba mucho el verla por este lado de los Elíseos. No me imaginaba que podría necesitar.
—¿Qué se le ofrece, señorita?
—Macaria—Corrigió, incluso pude ver el atisbo de una sonrisa tirar de sus labios, pero fue muy fugaz como para certificarlo.
Asentí en entendimiento, sin embargo, no repetí su nombre.
No me acostumbraba a llamarla, simplemente, por él cuando nunca me lo había permitido. Se notaba que el niño—Al que le tenía cogido la mano y que desvió sus ojos a una flor cercana después de saludarme— la había cambiado casi drásticamente.
Incluso podía jurar que la estaba humanizando, no obstante, descarté esa idea de inmediato.
Era imposible.
—¿Sucede algo? —Decidí preguntar.
La diosa me hizo una señal con una de sus manos, indicándome de esa manera que le esperara un instante.
Y eso hice.
—Amor—Le llamó al niño, que se distraía con cada ser vivo que veía en cualquier momento—, ¿Puedes ir a jugar un rato? Pero no tan lejos, quédate donde pueda verte ¿Vale?
—Vale, mami—Entonces le sonrió, mostrando que le hacía falta uno que otro diente y, para mi sorpresa, se giró a mirarme—. Hasta luego, Kurai.
—Adiós, Lesath.
Ahora sí, corrió no tan alejado de su madre, cuidando de no dañar nada a su paso.
¿Cómo era posible que ese niño fuera el nieto del Dios Hades?
Ahora entendía porque él prefería no tenerlo muy cerca.
¿Acaso lo detestaba cuando había sido él quien había optado por salvar su vida?
Una posible respuesta afirmativa solo podría confundirme más de lo que ya me encontraba con la presencia de su hija mayor aquí, sin embargo, todo apuntaba a ella.
A un sí.
—Athena nos ha declarado la guerra—Confesó, la expresión en su rostro cambiando abruptamente en comparación a la de hace unos momentos, incluso pude notar que, la diosa de la Muerte que conocía desde niña y que era igual al gran Dios Hades, estaba de vuelta pues sus ojos carecieron de brillo por unos instantes—. Necesito que el ejército esté listo en todo momento. Intentaremos descifrar cual será el primer movimiento de Athena y ser más rápidos que ella. No debe de haber margen de error.
Cuando la última frase dejó sus labios, sus ojos volvieron al niño que acariciaba una flor rosa que brotaba del pasto y, entonces, recuperaron su brillo vital.
Lesath tenía a su madre en sus manos sin siquiera saberlo.
—Como disponga, señorita—Respondí, haciendo un leve asentimiento con la cabeza.
Macaria imitó mi acción y soltó un suspiro.
—Lo siento, Kurai—Se disculpó, dejándome atónita en el proceso—. Tengo mucho en mente y ahora lo único que me importa es protegerlo, por eso es que, realmente, necesito a las tropas listas y a disposición absoluta.
—Lo estarán, eso téngalo por hecho.
Sus ojos oscuros se entrecerraron mientras asentía, una de sus comisuras tirando hacía arriba antes de abrirlos y dejarme ver el color amatista en ellos. O eso creí haber visto porque, cuando parpadeé e intenté enfocarlos de nuevo, tenían ese color negro como el hoyo del Monte Yomotsu y que parecía no tener fin alguno.
Por un momento, ese color me resultó conocido de alguna forma, sin embargo, no era posible pues no había visto par de ojos teñidos de este.
Los recordaría claramente de ser así.
—Lamento tener que inmiscuirme en tu luna de miel—Dijo, después de unos segundos en silencio—. Tánatos y tú se lo merecen más que nadie.
—Cuando juramos lealtad hacia su padre y familia, sabíamos de antemano que estas cosas ocurrían—Recité, una de mis comisuras elevándose con ligera timidez—. No debe de preocuparse por ello. Mucho menos de las tropas, estaré al frente de ellas.
—Gracias.
Su voz fue un susurro casi imperceptible antes de que llamara a su hijo y comenzaran a partir de allí, despidiendo ambos un cosmo atronador y abrumador a partes iguales.
—¿Qué el niño no poseía cosmo alguno? —Escuché musitar a mi esposo a mis espaldas, antes de sentir sus manos afianzarse en mis caderas.
Solté un suspiro, observando que el color del cosmo era una mezcla de dorado y rojo carmesí muy peculiar.
Macaria tiró de él con un poco más de fuerza y sobreprotección, temiendo, seguramente, que alguien más pudiera notarlo.
Fue entonces cuando el cosmo del menor se disipó sin motivo aparente.
—Todos creímos eso.
La verdad es que me gustaría saber hasta qué punto estábamos equivocados.
🌠🌠🌠
¡Hola! ¿Qué les pareció el capítulo? Seguro están más perdidos que en un examen de matemáticas xD
¿Han notado los cambios momentáneos en las diosas?
¿Por qué Kurai tampoco recuerda nada?
¿Hades odia a su nieto? Entonces ¿Por qué le salvó la vida?
¿Tienen alguna idea de quien podría ser el enemigo?
¿Qué pasa con el cosmo de Lesath?
¿Algún día conocerá a su papá?;)
¿Algún día las chicas se reencontrarán con los caballeros?
¡Nos vemos en la siguiente actualización!
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Editado: 10.08.2024