La cálida brisa de verano se deslizaba por mi rostro, dejándome una sensación muy agradable y relajante.
Hoy había salido a dar un paseo y tras caminar un poco, decidí sentarme bajo la sombra de un árbol. Las criadas habían colocado un manta muy suave, lo que evitaría que ensuciase mi vestido. Seguido de ellos sacaron de una pequeña canasta algunos emparedados y refrescos, así como un libro, el cual les había pedido alistarlo.
Empecé a leer mientras cada tanto daba ciertos bocados a mi emparedado. Disfrutar de este hermoso paisaje era tan agradable que por momentos sentía que todo se trataba de un sueño, pero tales pensamientos los descarté hace mucho. Este era un mundo diferente y ahora era mi nueva vida.
Debo estar agradecido con la Diosa Solaris, quien supongo fue quien me permitió reencarnar en su mundo y sobretodo haber nacido en una familia como la que tengo. Ni en mis mejores sueños en mi vida pasada me hubiera imaginado vivir con esta clase de lujos.
Lo único que de cierta forma me incomodaba un poco eran los escoltas que me seguían cada que decidía salir a un lugar algo alejado del ducado. Mi padre me había asignado a dos escoltas para, según sus palabras, protegerme.
Era algo tonto a mi parecer, dado que me parecía ridículo pensar que hubiera alguien tan loco como para atraverse a dañar a la familia de uno de los ducados fundadores y más aún dentro de sus dominios. Sin embargo, sino aceptaba a los escoltas que me había asignado, no me dejaría salir ni siquiera al jardín fuera de la mansión.
A pesar de que no lo aparenta, el duque es demasiado sobreprotector, aunque no tanto como mis hermanos, quienes en un principio querían asignarme un total de 10 escoltas. Sino fuera ante mi fuerte negativa y la ayuda de la duquesa, no habría podido librarme de ello.
Me resultaba aún un poco extraño llamarlos mamá y papá, por lo que usualmente me refería a ellos de la manera más formal posible, llamandolos duque y duquesa. Era algo con lo que al día de hoy sigo batallando, puesto que la única persona a la que consideraba mi madre real era la de mi vida pasada.
Eso no quitaba el hecho de que sintiera afecto y cariño hacia quienes me dieron la vida en este mundo y hacia mis hermanos, es solo que... era un poco difícil.
Dejé de lado mis pensamientos al notar una presencia parada al lado mío. Al levantar la mirada lo primero que ví fue un atuendo formal, similar a la que usaba el duque, solo que con menos insignias y decoraciones, seguido de un rostro familiar.
Al principio tuve problemas en adaptarme al tipo de vestimenta de este mundo, pero hoy en día ya lo había asimilado y hasta me gustaba. Me hubiera encantado usar ese tipo de ropa, pero lo único que podía usar... ¡¡eran vestidos!!
—Si sigues mirándome tan fijamente me voy a sonrojar —expresó el tonto de mi hermano.
Tezius Ashton, el segundo hijo del duque Ashton. Acaba de cumplir los 14 años y tiene un gran parecido con nuestro padre. Tenía un rostro muy varonil y su físico no era ninguna broma. Su altura rondaba el metro setenta y tenía un cuerpo muy desarrollado para su edad. Si viviera en mi mundo fácilmente lo confundirían con un hombre adulto.
Su ropa la cual era ligeramente ajustaba hacia resaltar su fuerte figura. Supongo que se debía al entrenamiento que hacia y la genética de nuestro padre, quien era un maestro de la espada.
—¿Qué haces aquí? Se suponía que estarías con nuestro hermano para supervisar el ingreso de los nuevos caballeros —dije con cierta molestia.
Tezius tenia una personalidad libre. No le gustaba mucho el seguir las reglas y siempre se metía en problemas con nuestro padre por ello. Es parte de la adolescencia supongo.
—Solo me escapé un momento para poder verte. Extrañaba a mi linda hermanita.
Sus palabras hicieron que se me pusiera la piel de gallina. Si bien había aceptado que soy una niña, aún me seguía causando una sensación extraña que otra persona se dirigiera a mí de esa forma.
—Estoy segura que vas a ser regañado por padre y nuestro hermano cuando se den cuenta —advertí, cerrando el libro que tenía en mis manos.
—Puede ser, pero el haberte saludado hará que eso no importe —respondió con una sonrisa.
Es un tarado. Un tarado muy molesto, pero... es una buena persona y no lo digo porque seamos familia, sino porque así lo "percibía".
—Eres molesto —me quejé, al mismo tiempo que me levantaba. Sin embargo, a mitad de ello, Tezius colocó sus manos bajo mis hombros y me levantó con suma facilidad.
—No digas eso, lastimas mi corazón. No quiero que mi linda hermanita diga que no le agrado —dijo mientras se reía y daba vueltas suavemente conmigo.
Esto era tan indignante. Estoy tan enojada que si pudiera le golpearía esa cara tan molesta que tiene.
—B-bajame. No me gusta esto —me quejé haciendo un puchero.
Tezius solo reía mientras yo me seguía quejando. Las criadas estaban nerviosas y los caballeros, quienes eran mis escoltas desviaron la mirada ante mi petición de ayuda. Supongo que no podían hacer mucho al tratarse del segundo hijo del duque.
¡Malditos inútiles!
Mi salvación llegó pocos segundos después y no fue por los tontos ineptos que se hacen llamar mis escoltas, sino por la llegada de nuestro hermano mayor, quien portaba una gélida mirada, parecida a la del duque.
Tezius al percibir su presencia, se congeló y me bajó con cuidado.
—H-hermano... ¿Qué haces aquí? —preguntó nervioso.
—Eso debería preguntarte a ti —su voz fría hizo que mis escoltas se pusieran nerviosos e hicieran una expresión de miedo.
Darius Ashton, primogénito del duque Ashton y heredero del ducado. Cumplió la mayoría de edad (18) hace unos meses y es quien más parecido tenía con nuestro padre, no solo en el tono de cabello y ojos, sino en la personalidad fría y tenebrosa. A pesar de ello, era codiciado por todas las jóvenes señoritas, las cuales a través de sus familias habían enviado propuestas de unión y compromiso.
Editado: 07.09.2024