Kara
Las relaciones apestan.
O creo que lo correcto sería decir que mis relaciones apestan.
Solo había salido con cuatro chicos en toda mi vida, eso sí contábamos a Elliot de quinto grado, pero no mentía cuando decía que cada una de ellas había terminado realmente mal. Fui una apuesta, fui abandonada y, por último, fui la tonta a la que su prometido estaba engañando por casi un año.
Con la que iba a ser una de mis damas de honor. Qué cliché.
Ojalá me hubiera enterado por una de esas páginas de chismes que amaban escribir de mi ex-prometido, pero lamentablemente tuve que enterarme de su amorío cuando llegue un día antes de un viaje al departamento que compartimos y lo vi dormir muy plácidamente al lado de una mujer que consideré una amiga.
Otra vez, que cliché.
Está de más decir que no tomé muy bien la escena, salí del departamento sintiéndome furiosa, traicionada e hice algo tan imprudente como conducir una noche en la que parecía que el cielo se iba a caer.
Las consecuencias de mis actos fue tener un grave accidente. Mi auto derrapó y no pude recuperar el control lo suficientemente rápido. Felizmente no choqué con nadie, ni dañé a algún inocente, pero la pista estaba tan resbaladiza que mi auto terminó volcado a un lado de la carretera, conmigo dentro de el y sumamente herida.
Los recuerdos de esa noche aún me atormentan en mis sueños algunos días.
—Oye ¿Por qué esa mueca?
Giro mi rostro y observo a mi mejor amiga conducir. Hanna, una de mis personas favoritas, se encuentra sin su usual maquillaje y se ve hermosa. Claro, tiene unas sutiles manchas debajo de sus grandes ojos y está algo pálida, resultado de la larga sesión de fotos del día de ayer y en general de estos últimos meses, pero nada de eso es importante porque lo que la hace ver tan bella es esa hermosa sonrisa en su rostro.
No estoy muy orgullosa, pero cuando desperté luego del accidente en la cama de un hospital me comporté como una pequeña arpía desquitando mi ira y dolor con quién menos se lo merecían. Esa actitud logró que esas sonrisas fueran escasas, no solamente en ella, sino en todos las personas que amo.
Por eso verla sonreír tan despreocupadamente era solo una razón más para seguir con mi determinación a superar este difícil momento.
—Solo recordé ese artículo de tu "historia de amor" con Nixon ¿Cuándo me ibas a contar de mi nuevo cuñadito? — me burlo de una de las múltiples relaciones que los medios se inventan sobre ella. Han se había convertido en modelo y en el último par de años su fama había crecido enormemente, lo que era bueno, pero con ello también venía la constante atención de los medios sobre su vida. Sin embargo, contrario a lo que creí en un principio, Han realmente ha manejado muy bien toda esa atención.
—¿Nixon? Aja, claro. — se ríe. — Eso no va a pasar.
—Oh, pero si ya hasta tienen un nombre de pareja y todo.
—Ughh ni me hables de eso ¿Haxon? ¿Qué clase de nombre es ese? — Sacude su cabeza con una mueca de disgusto. — Como sea, solo nos fuimos juntos porque vivimos en el mismo edificio, detalle que adorablemente se les olvidó mencionar.
—Pareces bastante molesta.
—Bueno sí, porque el muy idiota de Nixon está haciendo esto más grande de lo que es. Está haciendo creer que somos más que solo vecinos y compañeros, lo cual no es cierto y cuando lo vea te juro que voy a triturar sus pequeñas pelotas y dársela de comer a sus peces.
— Eso es mucha violencia, Han ¿Me estoy perdiendo de algo? Porque normalmente este tipo de rumores no te molestan tanto a menos que... — me quedo callada y me estiró lo suficiente para tomar su celular, lo desbloqueo y reviso sus conversaciones. Escucho su suspiro cuando yo jadeo sorprendida por una conversación, con un hombre y ¡Que hombre! — ¿Estás saliendo con Dave? ¿Cuándo pasó? ¿Por qué no me dijiste? ¡Perra suertuda!
Ella ríe cuando la golpeo con fuerza el hombro y toma su celular de mis manos.
— Relájate, no estamos saliendo, solo nos divertimos. Mucho, demasiado. — me guiña un ojo y hace un gesto bastante obsceno con sus manos lo que hace que ría.
— Come hombres. —murmuro.
— ¡Oye! A ellos les gusta.
— Por supuesto que sí, aún puedo recordar todo el ruido que hacías cuando vivimos juntas.
— ¿Qué te puedo decir? Soy muy complaciente.
Rompo en carcajadas y lo que queda del camino hablamos sobre su reciente aventura con el actor. Llegamos a casa, demorando un par de minutos en salir de su camioneta debido a mi aun falta de costumbre de usar la muleta.
Abre la puerta de un empujón.
—¡Llegamos!
Ruedo los ojos ante la ruidosa entrada de Han y la sigo dentro de la casa solo para ser recibida por dos personas aún más ruidosas que mi mejor amiga. Mis hermanos, Seth y Audrey bajan corriendo las escaleras gritando mi nombre y empujándose entre ellos.
—¡Kara!
Y en tan sólo un parpadeo ellos se encuentran frente a mí. Ambos me abrazan con cuidado de no hacerme caer y besan mi mejilla. Realmente amo que no sean esos adolescentes que odian las muestras de cariño. Supongo que mamá hizo un buen trabajo en ello.
— ¿Qué hacen aquí? ¿Acaso no tiene escuela?— digo mientras me tomo el tiempo de verlos mejor. Están mucho más altos que la última vez que los vi, lo cual fue hace un mes, cuando aún estaba en el hospital.
—Deberíamos—responde Audrey mientras se encoge de hombros. — Pero papá habló con el director y nos dieron permiso para faltar el resto de la semana.
—Pero debemos ayudar con la preparación del baile. —dice Seth con tono aburrido.
—No seas gruñón. — Audrey rueda los ojos. — Ve el lado positivo de esto.
—¿Y eso sería?
—Vas a pasar mucho tiempo con Lila.
Mis cejas se alzan ante eso, miro a Han que luce igual que yo.
—Oh vaya ¿Quién es Lila? —Hanna lo codea. — ¿Es tu novia? —canturrea.
Editado: 06.03.2021