Reflection | Broken #1

Parte II

—... y más o menos eso fue lo que pasó —le explicó Gecko a Robot en pijama, suspirando.

—Pero tranquilo, solo será por esta noche —añadió Ululette, intentando mostrarse calmada—. No tienes que preocuparte.

Robot en pijama asintió, pero su mirada revelaba algo más de inquietud.

—Aunque se siente diferente sin él —murmuró Gecko, con un tono de nostalgia.

—Sí... —admitió Ululette, cruzando los brazos, pensativa—. Bueno, esperemos que los súper músculos y las alas de búho sean suficientes. Robot en pijama, busca imágenes del museo de anoche.

Su asistente robótico no tardó en obedecer en silencio.

Gecko intentó disimular su incomodidad, pero el silencio entre ambos se hizo pesado. Mientras revisaban las imágenes, él, incapaz de contener sus pensamientos, bajó la mirada y confesó:

—Tengo que decirte algo.

Ululette levantó una ceja, mirando a Gecko con curiosidad y cierta preocupación.

—¿De qué se trata?

—Es sobre Connor...

El aire pareció congelarse por un segundo. Ululette apretó los labios.

—Ya lo habíamos hablado.

—Lo sé, es solo que... no me siento cómodo disimulando que nada de eso ocurrió —respondió Gecko, su voz estaba llena de angustia.

Ella exhaló, entendiendo el dolor de su compañero, pero también siendo consciente de que las decisiones ya habían sido tomadas.

—Tenemos que ser fuertes —expresó, pretendiendo sonar firme—. Es duro, lo sé. Es nuestro mejor amigo, pero no podemos permitir que esto lo destruya.

Gecko asintió con resignación, pero la angustia en su pecho seguía ahí.

—Si se enterara... perdería toda su confianza como héroe. Recuperarla llevaría mucho, y mientras tanto, los villanos aprovecharían cualquier debilidad.

—Entonces, ¿no hay otra salida? —preguntó él, casi suplicando una alternativa que no existía.

—Me temo que no —respondió Ululette con pesar.

Una calma incómoda se apoderó del lugar hasta que Robot en pijama, con voz apresurada, les llamó la atención. En la pantalla aparecía una figura cubierta con un traje azul marino salpicado de estrellas nocturnas. Esto los puso perplejos, puesto que él había estado presente la última noche en la fábrica voladora con ellos.

—¡¿Ninja Nocturno?! ¿Pero cómo? —exclamó el chico lagarto, atónito.

—Eso es lo que vamos a averiguar —manifestó Ululette, poniéndose en alerta—. Al Búho Deslizador.

Antes de moverse, Gecko tosió y le hizo un gesto, señalando las patrullas.

—¿Te olvidas de la policía? Nos verían fácilmente.

Ella asintió con lentitud, ajustando su plan.

—Tienes razón. ¿Qué propones?

—Creo que lo mejor sería que tú volaras y yo fuera sobre tu espalda.

Ululette sonrió, relajándose un poco.

—Mmm... No suena mal. Habrá que intentarlo.

—Vamos.

Poco después, bajo la sombra del eclipse que comenzaba a asomarse por sus espaldas, surcaron los cielos mientras la ciudad brillaba bajo ellos. Desde lo alto, Gecko observó las operaciones de vigilancia en tierra, notando la presencia de numerosos agentes. Comenzó a reconsiderar la situación, pensando que quizás esta ya no era su misión y que ellos parecían tener todo bajo control. Sin embargo, Ululette no compartía su opinión, insistiendo en que debían intervenir de cualquier manera.

Al aterrizar en el techo del museo, ambos escanearon la zona. A pesar de la vigilancia reforzada, no había señales de actividad sospechosa, lo que los hizo dudar.

—Tal vez Ninja Nocturno se acobardó —susurró Gecko—. No sería tan tonto como para arriesgarse con toda esta seguridad.

Pero justo en ese momento, el portal dentro de la esfinge se abrió, despertando una mezcla de asombro y confusión en el oficial Parker y su equipo. De las sombras surgió la momia de un joven faraón, que proclamó con voz grave:

—Soy Pharaoh Boy, el todopoderoso. El nuevo rey de este mundo. Y como su monarca, les exijo que se arrodillen ante mí.

Parker no parecía impresionado.

—Así que tú eres el ladrón —respondió con indiferencia.

—¡Insolente! —exclamó Pharaoh Boy—. Esa no es la manera de hablarle a tu faraón

—Mira, no me importa quién seas o de dónde provengas niño, mi único deber aquí es recuperar las gemas robadas. Luego veremos qué haremos contigo.

—En primer lugar, yo no fui el que se las llevó. Sé quién lo hizo, pero no pienso decírselos. Y segundo, ¡nadie me llama niño!

—Ay, no... —dijo con una voz que fingía miedo, al mismo tiempo que alzaba las manos y las sacudía de manera provocativa—. Ofendí a su excelentísima majestad.

—¡Basta! —gritó, montado en cólera por haber herido su orgullo—. Ahora haré que pagues por tus ofensas.

—Oh... —Se reclinó un poco hacia atrás—. Mira cuán aterrado estoy.

—No quería que las cosas tuvieran que llegar hasta este punto. —Alzó levemente el bastón por un momento, con una mirada vacía—. Pero siempre hace falta una muestra de autoridad.

Tras golpear el suelo, los vendajes que envolvían su cuerpo se alzaron como serpientes, atrapando a todos, incluido el propio oficial.

—¡Debemos hacer algo! —declaró Gecko, nervioso.

—No podemos todavía —respondió Ululette, manteniéndose inquebrantable —. Nos descubrirán.

Mientras que el pequeño soberano se burlaba de sus prisioneros, Ninja Nocturno hizo su aparición a sus espaldas en una bomba de humo. El ninja se aprovechó de la conmoción que le causó su repentina aparición y le arrojó una mancha pegajosa de mayor tamaño y mucho más pesada, con la que lo pegó al piso, provocando que soltara su bastón, que quedaría al alcance del villano enmascarado.

El pequeño gobernante, molesto, refunfuñaba y exigía una respuesta clara sobre las intenciones que él ocultaba, mas las palabras de Ninja Nocturno, que se expresó con tranquilidad y frialdad, resonaron en el aire:



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En el texto hay: mejoresamigos, superheroes, magia

Editado: 06.09.2024

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