Reflexiones

¿POR QUÉ DIOS NO ME HABLA?

            Un día domingo, un hombre cristiano muy devoto a la iglesia y entregado a Dios, salió bastante pensativo después del culto. El pastor en esa ocasión había hablado de como Dios le hablaba a los hombre en el tiempo de los profetas. Y no podía concebir en su mente que Dios no hablara hoy en día con el ser humano, y peor aún no cabía en su mente el hecho de que a pesar de que él, al ser tan entregado a Dios, Dios no hablara con él.

            Se dirigió a su vehículo y mientras caminaba iba orando, y decía en su oración:

            —Dios, ¿por qué no me hablas?, soy un buen hijo tuyo, asisto a la iglesia, te busco en oración, ofrendo siempre y tú no me hablas. Quiero hacer tu voluntad, pero quiero que me hables para así yo hacer lo que tú me pidas, como los profetas en el antiguo testamento. ¿O es que acaso tú ya no hablas con los hombres?, ¿O es que acaso ni si quiera me escuchas?—

            Al decir esto, el hombre se decepciono mucho, su fe tambaleo en ese momento.

            Cuando llego a su auto vio en el parabrisas un volante publicitario, le pareció raro que en el estacionamiento de la iglesia encontrara algo así y notó que solo su auto lo tenía. Sin darle importancia lo tomo, lo miro de reojo, entro en su vehículo y lo puso en el asiento del copiloto.

            Se puso en camino hacia su casa, iba conduciendo, cuando vio un anuncio publicitario en una pancarta; el anuncio era muy parecido al del volante publicitario que quito del parabrisas. Entonces al llegar a un semáforo, tomo el Boucher y vio que era publicidad de leche, que decía:

            «Two pack de leche, lleve dos por el precio de uno. ¡Cómprelo ya!»

            En ese momento tuvo una sensación extraña, sintió el deseo de ir al supermercado y comprar esa promoción de leche. Y pensó en su mente, «pero, si ni siquiera necesito leche en mi casa». Entonces recordó algo que dijo el pastor acerca de que Dios pone un sentir en las personas de hacer ciertas cosas con el fin de hacer su voluntad.

            El hombre mirando hacia riba dijo: — ¿Enserio quieres que compre leche?—

            Siguió conduciendo, y sentía cierta incomodidad, dentro de sí. Sintió que debía ir por esa leche. Así que, se dirigió al supermercado más cercano y la compro. Salió del supermercado, se dirigió a su auto, puso la leche en el asiendo de su lado y dijo: —Bien, compre la leche, ¿me hablaras ahora?, ¿qué esperas que haga?—.

            Espero sentado en su auto un tiempo, y entonces pensó: «Mi mente acaba de jugarme una mala broma».

            Arranco su vehículo y se dirigió rumbo a su casa. Al dirigirse por una de las calles que solía transitar para ir a casa, se encontró con que estaba en reparación, y había un letrero que le indicaba que debía desviarse por otro camino. Esto le molesto mucho, sintió que había perdido tiempo al ir a comprar esa leche y ahora tenía que desviarse por un camino que no conocía. «Podría estar acostado en mi sillón viendo televisión en este momento», pensaba.

            Desconocía el camino por donde andaba, hacia virajes sin saber hacia dónde dirigirse. Se detuvo un instante para buscar en su celular la ubicación y que el GPS le diera una ruta a su casa. Introdujo la dirección, pero la ruta que el celular le dio era a un par de casas de donde estaba en ese momento. Lo intento tres veces, y le daba la misma ubicación. Sintió de nuevo esa sensación, sintió que debía ir donde el GPS le indicaba. Avanzo esos pocos metros en su auto, miro a su alrededor y no sabía qué hacer. Veía las casas a su alrededor y había una, en la cual el foco de afuera parpadeaba mucho. Era una casa muy sencilla, bastante humilde.

            Así que pensó en dirigirse a esa casa, porque sentía que debía ir ahí. Él iba a ir con la idea de que le ayudaran a ubicarse en donde se encontraba, para poder dirigirse a casa. Apago su auto y se disponía a salir, pero la puerta no abrió, quito el seguro de la puerta pero la puerta no se abría; pensó que la perilla no servía, así que volteo hacia la otra puerta, pensó en salir por ahí, y entonces vio la leche en su asiento.

            Miro hacia arriba y dijo: — ¿Es enserio?—.

            Tomó la leche, jalo la perilla de su puerta y esta se abrió. Bajo de su auto, se dirigió hacia la casa en la cual la luz parpadeaba y escucho gritos, un hombre discutiendo con su esposa y un bebé llorando.

            El hombre sintió mucha pena de ir a tocar a la puerta, pero el impulso lo hizo tocar. Salió una mujer joven, con un bebé en sus brazos, el cual no dejaba de llorar. El hombre muy apenado no sabía que decirle, quedo en blanco en ese instante.

            Pero por impulso solo, levanto la leche como entregándosela a la mujer y solo dijo: —Tenga—

            En ese instante la mujer quedo perpleja y con lágrimas en los ojos, tomo la leche y le dijo al hombre: —muchas gracias—.

            La joven le dijo: —sabe, mi esposo y yo tenemos problemas económicos, la leche para el bebé se nos había terminado y no ha dejado de llorar. Yo no creo en Dios, pero en mi desesperación, me tire de rodillas, y dije: «Dios si eres real, necesito leche para mi hijo». Y como una respuesta del cielo, aparece usted y me entrega esta leche—.

            El hombre con lágrimas en los ojos entendió, que esa noche Dios le había hablado, no en una voz audible, pero que si se comunicó con él, para que él hiciera su voluntad.  



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En el texto hay: reflexion, cristiano, dios

Editado: 03.05.2020

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