Las tres mujeres estaban sentadas en la cama de Kara, se miraban cabizbajas estaban realmente jodidas. Es decir, habían sacado en limpio que aquella gitana las había mandado siglos atrás y estaban varadas en aquellas tierras, que eran en igual medida hermosas como inhóspitas.
Donde debían obedecer la voluntad de hombres, que aunque mal llamados salvajes, tenían un código de honor y lealtad admirable y prácticamente inexisten en su época, sin mencionar que esa actitud de macho alfa que se cargaban aquellos hombres, era seguro que las llevaría a tener más de un problema, porque no estaban acostumbradas a obedecer y bajar la cabeza, en especial Prue, que era la más liberal de las tres.
-Ella dijo y cito “tu alma fue enviada a través del tiempo”, que tenías un destino que cumplir- le recordó Prue con aire pensativo recordando la tarde que visitaron a la gitana.
-Y que el que te había enviado estaba reclamándote –agrego Sarah
-Si todo esto es por mí pero porque ustedes están aquí también –las miraba y el sentimiento de culpa la consumía –de verdad lo siento
-Cariño no es para que te pongas así esto no es tu culpa –la abrazo Prue –yo no querría estar en ningún otro lugar que no fuera a su lado… son las hermanas que nunca tuve
-Yo pienso igual –Sarah se les unió en el abrazo dándole confort y apoyo –vamos Prue estoy segura que extrañas a paco
Todas soltaron la carcajada al recordar el nombre que le había puesto a su consolador y la mención de este en semejante circunstancias. Aquella repentina risa las relajo y las saco de la apatía
-Niña con tanto hombre por aquí quien lo necesita –contesto una vez que la risa casi histérica se le permitió
-Debo admitir que estos hombres están más buenos que comer pollo con la mano –soltó Kara sorprendiendo a las otras que la quedaron miraron -¿Qué?
-Nada creí que para ti no había nadie mejor que el idiota –le recordó Prue al novio que apenas toleraba y que lo hacía solo por su amiga.
-Ah con respecto a eso –se retorció los dedos nerviosa sabía que había llegado la hora de contar su secreto –termine con Drew, el día anterior a que saliéramos de Londres.
-Lo sabía –grito Prue eufórica, ella realmente odiaba a ese cretino y no lo oculto nunca- me debes diez dólares niña.
-Diablos – gruño la rubia mientras que su hermana la miraba interrogante –lo sospechábamos solo que no creí… es decir lo adorabas
-Es cierto –comento su amiga –que fue tan grave para que rompieras con el
-Lo encontré teniendo sexo con su secretaria en su casa –la voz fue disminuyendo –ellos no me vieron… y bueno solo salí de ese lugar… el resto es historia
-Así sin más –pregunto Sarah –yo mínimo le hubiera cortado las pelotas
-Tal cual –secundo su amiga –yo le hubiera arrancado las greñas a la falsa rubia
Kara arqueo la ceja ante esa declaración, Prue solo soltó una risotada mientras se dejaba caer de espaldas en la cama
-Soy estilista cariño –le giño el ojo a la rubia –se cuándo un color no es natura y esa chica no era rubia natural
Con ese comentario, la pelirroja logro que ambas se echaran a reír, Prue era una gran estilista que atendía incluso a alguna que otra celebridad.
Las mujeres volvieron a abrazarse, así durante varios minutos hasta que los golpes en la puerta las sacaron de burbuja, Kara dio permiso de entrar y apareció la pequeña figura de Effie anunciando el almuerzo para que se prepararan y bajaran.
Las muchachas se despidieron dejando a Kara sola, con melancolía se acercó a la única ventana de su cuarto, miro el horizonte y quedo sobrecogida por el paisaje fuera, era algo hermoso y la tranquilidad que le daba era algo indescriptible.
Al pensar en Drew le pereció curioso notar que ya no le dolía tanto, incluso cuando les conto la verdad noto que ese vacío que sentía en su pecho ya no estaba, en cambio sin querer el rostro de Connor aparecía una y otra vez, con esa sonrisa baja calzones que lo hacía ver tan hermoso como varonil. Un calor le recorrió el cuerpo al recordar aquella visión donde Connor la besaba, donde la rodeaba con sus brazos y apretaba su cuerpo contra el de ella.
El recuerdo la golpeo como un rayo mientras susurraba la palabra que tanto le llamo la atención y que hasta ahora la había esquivado.
-Deirdre… ¿Quién demonios eres?
….
Kara se había tardado en arreglarse, aquellas ropas y eso de andar peinándose raro el cabello la tenían atormentada, asique solo decidió salir con el cabello suelto después de varios intentos. El aroma delicioso y el bullicio le indico donde estaban todos, pero al bajar las escaleras se quedó de piedra a varios escalones antes de llegar al descanso, por la puerta principal entro una joven de largos cabellos negros y hermosos ojos verdes, la joven no tendría más de dieciséis años, pero lo que le llamo la atención no fue eso sino el parecido físico con ella, cualquiera que las viera las confundiría, aunque se llevaban más de diez años parecían gemelas.
-Pero quien eres muchacha –la voz vino de la mujer rubia detrás de la joven –y porque llevas puesto un vestido de mi hija
Las palabras fueron dichas en el gaélico más puro, Kara lo entendió a la perfección a pesar que solo días atrás le costaba horrores entender lo básico, eso le agrado al tiempo que la sorprendió casi asustándole, nadie aprende un idioma en días por mas buen oído que tuviera.
Más tarde se preocuparía por eso, ahora debía defenderse de aquella mujer que la miraba con ira desbordante.
-Buenas tardes –atino a decir en su perfecto inglés sorprendiendo a las mujeres –soy Kara Grey prima del Laird McKenzie
Las mujeres la miraron como si fuera un insecto algo, que la molesto pero se mordió la lengua, al parecer cuando menciono a Connor modero los ataques de aquellas mujeres.
La mujer de unos cuarenta y tantos y mirada inteligente se le fue acercando hasta quedar a la misma altura, aunque esta tuvo que levantar la cabeza para alcanzar a Kara quien resulto bastante más alta que la mujer.