No... yo no recordaba esto...
— Tampoco había hecho esto.
Vi a todos bailando felizmente, la música comenzó a aturdirme... mientras estaba sintiéndome entumecida.
— Arruiné la fiesta —estaba a punto de llorar, cuando vi que Leo venía caminando por el pasillo—. Es cierto que tampoco estaba mirando todo ese tiempo.
La Rosie del pasado se había quedado bailando con Matias casi toda la noche, todo porque estaba enojada por la apuesta de la que Lili le habló. Mientras, la que estaba viviendo ese momento caminaba temblorosa pero firme en sus pasos hacia él.
— Leo...
Quedamos frente a frente, aunque él estaba rodeado de sus amigos, no volteo su mirada a ellos ni un segundo.
— ¿Quieres bailar? —me sentía tímida y hablaba como si lo fuera de pies a cabeza.
— ¿Cómo haces que una chica tenga que sacarte a bailar? —le dijeron mientras empujaban su brazo a modo de burla, Leo se puso nervioso.
— Esperen...
— ¿Por qué? ¿Por qué no puedo invitarlo yo? —en mí existía esa dualidad... aquella en la que podía pasar de tímida a algo bastante confiada.
— Vamos antes de que Rosie nos golpee a todos —dijo uno de ellos y los demás lo siguieron, me sorprendí un poco, que recuerdos tenían sobre mí.
— Perdón, fui un poco impulsiva. —no podía mirarlo, sentía que me moría de la vergüenza. Eso era muy normal para mí en el pasado, pero hace mucho no pasaba por esto.
— Iremos a bailar... —tomó mi mano gentilmente y caminamos a la pista de baile.
Nuestras manos estaban unidas y bailábamos sincronizadamente, pero no había podido mirar su rostro desde lo que dijeron.
— ¿Estás avergonzada? —me preguntó susurrando en mi oído.
— ¡Lo estoy! —lo vi ansiosa—. no puedo creer que pensarán que iba a golpearlos, yo sabía que pensaban eso pero...
— Me invitaste a bailar... tuviste el valor de hacerlo —le sonreí, nos quedamos viéndonos fijamente y de pronto, desviamos la mirada.
— Te... invite a bailar, si yo no lo hacía cómo iba... — tomé su mano con fuerza y luego de un largo suspiro dije— Este es mi sueño, estar así contigo y yo... no quiero desperdiciarlo.
— ... Te amo, Rosie —eso fue tan inesperado que me olvidé de cómo respirar por un segundo.
— Yo... también lo hago, desde ese día...
— Esto no es normal... —él hizo una mueca y volvió a hablar en mi oído-. Ven conmigo ahora mismo.
Me quedé callada y lo seguí, aunque eso no era parte de mi recuerdo, probablemente había generado una realidad alterna o mi sueño estaba llegando a su fin, desmoronándose en escenas.
Al llegar al aula vacía, ninguno de los dos rompió el silencio rápido.
— ¿Estás haciendo esto en serio? —preguntó desconfiado, podía notar su confusión en cada expresión de su rostro.
— Yo... soy.
— Tú no hiciste esto.
— ¿Cómo puedes saber que hice? Si yo... —me detuve y lo observé, estuve en silencio—. Estás... qué estás... espera entendí mal.
— Rosie no me invitó a bailar y menos habló sinceramente sobre mí.
— Tampoco Leo... espera... ¿Cómo?
— Desee que este día se repitiera, aún si fuera lo último que viviría. ¿Qué hay de ti? —sentí como su voz se suavizó de nuevo.
Leo se acercó a mí con una sonrisa y me tomó en sus brazos, podía sentir como su calidez y el olor a su perfume hacían que perdiera las fuerzas, me sentía mareada.
—... mi último deseo... —le dije queriendo reír.
En todo ese tiempo, me había engañado a mí misma. La perfecta escritora que escribía sobre el lienzo una mentira desde el primer capítulo, una excusa para ocultar que ese deseo también significaba lo único que faltaba antes de irse.
— Leo, espero que no hayas esperado tanto —lo abrace fuertemente.
— No, no lo hice. Pero vaya sorpresa me has dado, ojalá hubiera pasado todo eso. —me dijo con dulzura—. Nuestra historia hubiera sido muy diferente.
— Lo sé, te iba a hacer sonrojar en cada momento. Está es la última honestidad que puedo darte.
— ¿Qué crees que sigue? —dijo sin soltarme acariciando mi cabello.
— No tengo idea pero... ¿Estarías preparado para otro momento? o ¿Para otra historia de amor? En el momento en que nos reencontremos de nuevo.
— No creo que nunca me des un descanso, no sé cómo pero estoy seguro de que siempre nos encontraremos —me dijo sonriendo, le devolví la sonrisa y contesté.
— Estoy muy feliz.
…
Antes de comenzar a ver mi programa, me había enterado por Lili sobre que Leo había partido. Eso hizo que entre dolorosas lágrimas deseará que, aunque sea un día, podamos coincidir de nuevo. Sin lugar a dudas, ese momento debía ser nuestra separación ya que significaba un antes y un después en nuestra vida.
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Editado: 13.04.2024