Reina Consorte

Ya no es noble

Imperio de Melione

Días después

—¡¡¡Su majestad se lo juro, yo no hice esa transacción!!! —Hayes desesperado rogaba a Bennett

Él tenía una mirada fría, calculadora, con un aura intimidante, una que no podía dejarlo tranquilo.

—¿Sí no fue usted... cómo explica la firma? —inquirió cruzando los brazos

—Su majestad, se lo juro que esa firma no es mía —Bennett lo fulminó con la mirada —oh no explícitamente escrita por mí

—¿Entonces por quién? —inquirió

—¡No lo sé, se lo juro!

Bennett cerró los ojos, se llevó las manos a la cara, luego levantó la mirada al duque.

—Hayes, yo sé cuál es su firma, y últimamente me he dado cuenta de la cantidad de remodelaciones que ha hecho a su mansión, ofreció una cuna de oro para el príncipe heredero, los rumores, los cambios, ¿cómo es posible que me niegue que no saco ese capital prestado? —la pregunta hizo que Hayes temblará

«Eileen, ella me dio el dinero para darme esos lujos. ¡Debo exponerla!»

Sí bien la mansión había sido manejada por su hija, ella también había dado sumas de dinero importantes para Hayes, según la futura emperatriz, para que ellos la aceptarán; sin embargo, las cantidades de dinero fueron exageradas.

La fecha de la carta era correcta, Eileen quiso cubrir el hueco económico que le dejó Alysa.

Eso debía explicar por qué ahora se le acusaba, pero usarlo a él... había caído en su red.

—¡Su majestad le juro que no fui yo! ¡Fue Eileen! —expresó él levantándose de la mesa

—¡Cómo se atreve a difamar el nombre de la emperatriz! —gritó

—No lo estoy difamando, la estoy exponiendo, ella me daba dinero a cantidades exageradas, y la firma debió conseguirla de su acta de nacimiento —explicó

—Hayes, me estoy cansado, y sabe que es lo más ruin, que se atreve de decir que la encontró cuando usted mismo la esclavizo

Con su declaración Hayes se asombró, apretó los puños con los dientes, frunciendo el ceño.

—Por esta misma razón quiero que pague la cantidad solicitada por el imperio de las Bestias Divinas, que claro es lo justo. Se despida de mi corte, y de su título. Quiero el dinero mañana a primera hora —se levantó del escritorio —y una cosa más, no vuelva a tocar la capital, si quiere conservar su apellido le recomiendo dirigirse al campo y trabajar de la misma manera que Eileen lo hacía. Puede retirarse

—¡No puede hacerme esto! ¡Yo soy el padre de la emperatriz! Y pagar una suma más sus órdenes me dejará como un esclavo —replicó

A Bennett le brotó la vena de la sien, frunció el ceño golpeando el escritorio de madera.

—¡Le di una orden! ¡ahora acátela! ¡Sí sigo viendo su rostro juro que le cortare el cuello!

Sus amenazas fueron suficientes para que Hayes retrocediera, como último altercado hablaría con Eileen y la arrojaría por el balcón, no quería que esa víbora viviera.

—Hayes, quiero verte salir del palacio -antes de salir dos guardias lo sujetaron de los hombros —mis hombres te escoltaran hasta la salida

—Quiero ver a mi hija, estoy en mi derecho

—Ella no es su hija —chasqueo los dedos

Sus hombres abarcaron la orden llevándose al duque a rastras.

—No puede hacerme esto, si se casa con Eileen el imperio caerá, ¡la dinastía de los Edevane caerá!

Los guardias lo sujetaron de ambos brazos, la resistencia del viejo era feroz, sus gritos retumbaron por los pasillos atrayendo la atención de varios que pasaban por la habitación.

Charlotte observó detrás de un pilar de mármol la escena.

—¡Caerá, caerá en desgracia! —Gritaba el viejo

Eileen abrió la puerta de su estudio el cual estaba remodelando a su gusto cuando Hayes empezó a gritar.

Se asomó detallando al viejo que decía maldiciones, al recibir la mirada del duque sonrió ligeramente mientras él solo la vio con asco.

—Y tú, ¡¡¡maldita puta, nunca serás como Alysa, ni como mujer, ni como emperatriz!!! —maldijo con fuerza —¡Eres más estúpida que tu madre! —la última sonrisa del duque la inquieto

Cerró la puerta volviendo a sus estudios con Víctor quien sólo se sobaba la sien.

—¿Podemos retomar?

—¿Podemos tener un descanso? —inquirió

—Lo siento, pero cuando sea emperatriz los descansos están limitados

—Solo serán cinco minutos —sonrió con ternura

—Alysa nunca pedía descansos —comentó en voz baja

Eileen logró escucharlo.

—¿Me está comparando?

—No, solo la estoy educando de la misma manera que eduque a la emperatriz. Es su decisión sí tomar mis enseñanzas o usar solo la cabeza. No sólo de cuerpo se conforman una emperatriz, Eileen —habló con un tono de voz fuerte

—Victor, ¿puedo saber tu problema conmigo?

Él lo pensó dos veces, luego sonrió.

—¿Quiere saber qué pienso de usted?

Ella asintió con la cabeza.

—Me parece que es una mujer que no quiere llegar al puesto de emperatriz, si no que quiere las riquezas que se obtienen con ser emperatriz. Escuche Eileen, nunca me costó enseñarle tanto a un niño a prepararse para el puesto de gobernante, pero usted no sabe la disciplina que esto implica. Bennett nunca puso resistencia a su enseñanza por más dura que sea y Alysa —de sus labios salió un suspiro de satisfacción —ella era la mejor, si se equivocaba en una lección, estudiaba toda la noche para presentarme algo, y a sus demás maestros, si perdía un examen exigía que se lo rehicieran, era una niña de la cual no te aburrías, y lo mejor de todo es que las enseñanzas se notaban, fue la mejor emperatriz que puede tener este imperio —explicó

—¡¿Cuál es el problema?! ¡Era una niña que sabía que sería emperatriz cuando fuera mayor! ¡Yo nunca tuve oportunidades y además estoy embarazada!

Eileen se quejó con él de tal modo que parecía una niña berrinchuda.

—Solo la estoy educando, si me lo pregunta, también estoy buscando lo que vio el emperador en usted, si solo fue el cuerpo, la emperatriz era más bonita —expuso el viejo




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