—Al final es su esposa de la que está hablando, y su hijo. Su primogénito —Charlotte observaba con intriga al emperador después de cada palabra que salía de sus labios.
Estaba provocando la poca paciencia que tenía el emperador, probando hasta donde sería capaz de llegar él por ella.
Ella por envenenar su mente.
—Sabe, emperador... las deformidades suelen ser genéticas, se conoce bien la genética de los Edevane, pero no la de los Louder. Descanse, su majestad
Con esa incógnita en la cabeza del emperador, un odio hacia la mujer que desposó más el repudio por lo que toco alguna vez y juro que era suyo... empezó a notarse en lo él había desechado desde el inicio.
Los médicos siguieron atendiendo a Bennett; sin saber que el amor que había sido expuesto por Eileen ahora solo había quedado en el olvido.
El amor, se convirtió en desagrado.
El cariño había perdido su brillo.
La felicidad, en el demonio que nunca debió salir.
Para la mala suerte de la joven emperatriz, el infierno por sus pecados estaba a punto de comenzar.
***
Eileen
Nunca me había sentido tan asqueada conmigo misma, cada cosa que hice en los últimos veinte años fue sobrevivir.
Ante mi madre, mi padre, mis hermanos, la esclavitud.
Para que la vida me esté pagando así.
¿Merezco algo de esto?
¡No!
¡No le hice daño a nadie para que mi hijo se deformara!
El único daño fue el que la vida me hizo.
Desde el momento que nací mujer.
27 de agosto de 1797
» Nací en una pesebrera común, mi padre, el único testigo pendiente de mi nacimiento al ver mi sexo me desechó«
» Abandono a mi madre en aquel horrible lugar después de parir, cuando aún nos conectaba el cordón umbilical «
» Ella como pudo se deshizo de que yo tenía, me cortó el cordón, y me llevó a su regazo «
» Al cabo de unas horas, él llegó con agua caliente para lo que era su hijo, toallas para que me cubrieran y ayuda para mi madre «
» Solo la cuido los primeros meses hasta que la esposa de mi padre se diera cuenta de mi existencia «
» Él negó todo, negó que era mi padre delante de mi madre, y que ella se había revolcado con otro esclavo «
» Mi nacimiento, fue determinado, ella incrédula por el parecido que teníamos, le prohibió verme «
» Sola, me nombró una esclava más de la familia al igual que mi madre, la señora Louder, no era estúpida ni mucho menos «
» Cuando yo tenía cinco años, tomó a mi madre del cuello delante de mí, otros sirvientes estaban con ella «
» Recuerdo a la perfección sus palabras «
»—¡YO NO ROBE NADA! —mi madre se forcejeaba en los brazos de quienes la sujetaba con fuerza «
» El primer golpe fue a su rostro, la señora mandó a traer un candelabro con una ligera llama saliendo de él «
» Tenía miedo, quería ayudar a mi madre, pero me escondí en un montón de paja, con una cobija sucia y rota hecha de lana con la que pasaba las noches «
» Escuche sus gritos, su sufrimiento «
» Lo que más marcó mi infancia, las súplicas para qué la señora no le quemara más el rostro «
»—¡SE LO PIDOOOO! ¡SEÑORAAAAAAA! «
» Sus llantos, su dolor, y mi miedo solo me obligaron a tomar una decisión, cubriendo los oídos, acurrucarme y cerrar los ojos «
» Después de quemarla, la señora Louder la castigó con diez latigazos, la dejó en un colchón desgastado donde dormíamos «
» Prohibiéndole a cada uno de los esclavos que no la ayudarán, de hacerlo, sufriría el mismo castigo «
» Esa misma tarde, corrí hacia mi padre quien daba un paseo asegurando y contando cada uno de los esclavos «
» Como si estuviera contando ganado, ratas, o cualquier cosa asquerosa «
»—¿dónde está la mamá de este bicho? —me señaló «
Luego de escuchar mis lamentos, llore, no dejaba de hacerlo porque, a pesar de no tener sentimientos, mi madre era mi mundo, él lo sabía, conocía mi situación más que nadie en este lugar.
»—Lady Louder la castigo por robo, señor —añadió uno de los esclavos «
» Él lo golpeó con fuerza solo por responder «
»—Gracias negro, pero no me vuelvas a dirigir la palabra. Odio cuando la gente de tu clase se cree con el derecho de hablarme de tal manera, es más. Cualquier esclavo negro que me dirija la palabra, será castigado. —anuncia en voz alta «.
» Al salir de nuestro lugar, corrí a él, lo tomé del saco con cola de pato, lo único que recibí de él... después de cinco años fue un golpe en la cara «
» Además de un pisotón en mi espalda «.
Recalcando una vez más, que, a su lado, yo solo era insecto horrible que no merecía cariño.