Reina Consorte

Trato con la Deidad

La serpiente llega a ella con una sonrisa en su boca.

—¿Sabe la historia su majestad? —inquirió

—Conozco párate de la histo... —ella interrumpe con el cascabel de su cola

—No me refiero a esa, no quiero sus recuerdos, quiero decir ... El paquete completo, las palabras del rey —expresó

Alysa movió la cabeza. No.

Ella entusiasmada, la guio hasta el interior de la cueva, donde todas las memorias caen en el fluido del agua.

Ella se deslizó hasta una piedra haciéndose más alta que Alysa.

—Quiero que vea la cascada —pidió

Sin mucho remedio ella obedeció, en ella la voz de Adrián buscando traerla a la vida resonó en cada lugar de la cueva, pronto escucho la voz de Eileen pagando a un asesino para cerrar el trabajo, su grito al final y las palabras de Adrián antes de saltar.

La serpiente intervino en el recuerdo, bajo de la roca partiendo el agua con su cascabel.

Retrocediendo hasta el momento del trato. Donde todo se formó a su petición.

Como sus ojos cambiaron para ser aceptado, la risa del hijo de Eileen, su inquietud, y sobre todo su ignorancia al no hacer caso a las advertencias.

Todo esto mostrado en un espejo de agua, con voces e imágenes de todo lo sucedido.

Alysa apretó los labios, tenía sentimientos confusos en ese momento, era ella quien debería cargar con el peso de sus hijos... de hecho, recuerda tanto el más haya que su alma se vio encarcelada en un lugar oscuro, lleno de criaturas horribles.

Tan sola que pensó que todo lo que está viendo solo eran sucesos de su imaginación.

Sin haber aceptado su muerte, el alma de la emperatriz vago por el único lugar que conocía, el palacio Imperial. Durante esos días aquella mansión presenció eventos paranormales.

Sin ella saberlo, pues en su oscuridad todo había pasado muy rápido; recordaba una voz susurrarte alejarla cada cierto tiempo de la oscuridad, llevándola a un lugar de luz.

Un lugar de puertas doradas donde dos pequeños niños de diferentes vestiduras la esperaban.

Uno idéntico a Bennett, con la diferencia de que él había robado sus ojos, tenía un hermoso traje verde, con detalles dorados, pantalón blanco y botas, sus manos siempre permaneciendo atrás.

El segundo, era la viva imagen de Adrián, no había algo que robarle al pequeño, ella solo dio a luz a otro pequeño príncipe, de vestiduras distinguidas, livianas, y propias de una Bestia.

Se le había permitido pasar con sus hijos todo un día, jugando, conversando, haciendo cosas que ella no podía hacer cuando era niña, en el paraíso donde solo llegan los niños.

Esta vez, estas almas siempre la perturbaran.

Bajo la cabeza junto con una lágrima.

—Parece que ahora todo tiene sentido para usted —comentó la serpiente —disculpe mi imprudencia, pero parece que no recuerda con claridad el infierno; majestad, pero si a sus hijos que en él cielo están, ¿verdad?

Alysa con los ojos perdidos y una línea en el lagrimal asintió con la cabeza.

—¿Cómo sabe eso? —cuestionó por fin

—No puedo entrar en la mente de un humano, pero usted tiene en el vientre a una Bestia, en teoría solo debo conectarme con su hijo para llegar a usted. Por lo que veo... El rey está en malas condiciones. Sabe que su majestad vayamos al grano; vino en hora buena aún le quedan unas horas de vida al rey.

La serpiente bajo de la piedra transformándose con cada desliz en Adrián.

—¿Entonces qué está dispuesta a dar por él? —inquiero aquella figura

Alysa tragó en seco.

—¿Qué es lo que quiere? —preguntó

Camino hasta ella, Alysa retrocedió un poco con miedo hasta que la mano morena de su esposo tocó su vientre.

—Tienes algo que quiero, y para ti es fácil conseguirlo —acarició su pequeña barriga

Con asombro tomó la muñeca de la serpiente apartándola de su cuerpo, retrocediendo varios pasos.

—¡¡No voy a entregarte a mi hijo!! —exclamó

Ella cruzó los brazos, alzando una ceja.

—¿Quién le dijo a usted que quiero a su hijo? —cuestionó

Bajo los hombros, tragando en seco esperando las palabras de la serpiente, ninguna de las dos habló después de varios minutos, hasta oír un suspiro de los labios de la criatura.

Era tan idéntica a Adrián que hablaba como él, la diferencia son sus escamas.

—Quiero el alma del emperador de Melione

Su confesión la dejó fría.

—¿No le gustaría más la de Eileen? —sonrió con nerviosismo

—¿Quieres recuperar tu imperio? —cuestionó el animal

Alysa asintió con la cabeza, doblando el ceño, matarlo era un tema delicado

—Bien este es el trato su majestad, le daré el antídoto del veneno que ingirió el rey, a cambio usted deberá matar al emperador Bennett con sus manos, no importa como sea si usted es el autor de este crimen, tiene plazo para hacerlo en los siguientes tres meses, si se cumple la fecha y usted no ha cumplido; el rey Adrián fallecería al día siguiente. Acepta este trato —ella acercó la mano




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.