Esmeralda Y Diamante

Un nuevo día llegó y con ello un nuevo reencuentro, uno posiblemente no muy grato para la princesa

Una vez más una carroza con las banderas y el escudo de Euldor llegó al palacio Alkaryo; está vez recibidos por los integrantes de la familia real en su totalidad.

El primero en bajar fue el principe Fabián, para luego ayudar a su madre a bajar también de la carroza.

Los príncipes de Euldor se acercaron a los monarcas Alkarya, haciendo una reverencia presentando sus respetos.

Una joven de vestido azul, con detalles en color crema y dorado dió un paso al frente, su porte era elegante y su cabello suelto cayendo en cascada tras su espalda le daba un aire encantador, en sus manos traía un pequeño ramo de girasoles blancos y rosas, la joven muchacha ofreció el ramo a la princesa Amelia, para luego hacer una grácil reverencia ante ambos visitantes.

—Sean bienvenidos los dos al reino de Alkarya, la nación de las dos lunas se regocija con su ilustre visita.

El principe Fabián posó su vista en la muchacha de vestido azul, le pareció hermosa y delicada.

—Esta vez me alegra recibiros cómo lo merece, tan distinguida visita sus altezas —dijo la muchacha esbozando una sonrisa—, este presente espero sea de su agrado es tradición que la princesa regale girasoles blancos a los visitantes.

Fabián lo veía, pero aún así no lo creía, esa encantadora joven era la princesa irritante de hace tres años atrás, la muchacha frente a él era todo lo contrario, su voz era suave como brisa de primavera, aquella niña altanera que recordaba ya no estaba. Su apariencia era impoluta, ya no había vestidos llenos de tierra y hierba adherida.

—Para Fabián y para mí es un gusto regresar a tan magnífico reino —hablo Amelia en un tono afable, aunque no quitó su atención de su hijo, Fabián no podía esconder, lo fascinado que lo traía la princesa Merliah, si todo saldría bien pronto habría una unión, solo esperaba que a la princesa también le agradara su hijo, pues la última vez su primer acercamiento fue todo un desastre—, a Euldor llegó el rumor de la llegada de la nueva princesa de Alkarya y he de decir majestades, que la belleza de la pequeña se queda corta, ante los comentarios, vuestra hija es la combinación perfecta de ambos padres. Además tiene los ojos aguamarina sello de la familia Mountbatten, auguro grandes cosas para ti pequeña...

—Clover ese es su nombre —finalicé la oración de la princesa Amelia.

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Hoy definitivamente, hoy era el día, haría aparición aunque no consiguiera la fracción faltante de su poder, se había fortalecido, además había encontrado una cuantiosa fuente mágica  para poder abrir las puertas del Inframundo mágico.

—Mi flor todo está listo para esta noche, pero aún creo que usted no debería arriesgarse a tanto...

—Danica limitate a seguir mis órdenes, tu deber es debilitar la barrera mientras Ágata se encarga de sacar a la última bastarda que mi hermano engendró, la niña es pieza clave en mis planes. -Dijo la calculadora pelinegra, dejando una taza de té en la mesa.

—Areusa la niña podría correr peligro, abrir las puertas y absorber tanta magia podría...

—Danica como una vez se lo dije a mi hermano Damián el fin justifica los medios —respondió la pelinegra levantándose de su asiento—, aunque la mocosa no tenga la virtud de la luz, nació con cuatro atributos algo único he observado a la chiquilla y se que es una fuente cuantiosa de magia y yo no descansaré hasta no vengarme de todo, todos los Mountbatten quiero ver su sangre derramarse y clamar misericordia, quiero ver hecho cenizas Alkarya y ver cómo el reino que tanto protegen es arrasado desde sus cimientos por aquellas bestias.

Danica miró aterrorizada a la mujer frente a ella, nunca imaginó que su pequeña flor acumulara tanto odio dentro de ella, era irracional y aberrante tanto rencor.

Areusa salió de la estancia, dejando a la castaña sola y aterrada, por lo que había dicho.

—Danica —llamó Ágata sentada en la ventana, la mujer se dió la vuelta encarando al cuervo—, se que no estás segura de cumplir lo que nuestra señora nos pidió ¿Acaso temes? —cuestionó Ágata con mofa.

—No es eso cuervo imprudente, es solo que me parece arriesgado lo que Areusa planea, además de innecesario Areusa no está pensando con cabeza fría las cosas. Ir así al palacio los magos de Berbendur no son cualquier cosa, solo esperan a que mi flor caiga en la barrera...

—Eso no te lo discutiré pero si mi ama está tan segura, no veo porque debamos temer. -Soltó Ágata despreocupada encogiéndose de hombros.

El cuervo alzó el vuelo dejando sola a Danica nuevamente.

—Dudo que Areusa este tan segura de aquel plan, pero es tanto su rencor que no mide las consecuencias de sus actos, el peligro de ser capturada era latente y está vez no había vuelta de hoja, ya no estaba la orden del león carmesí Areusa se enfrentaba sola está vez. -Danica solo rogaba porque la pelinegra desistiera de aquel absurdo y nada elaborado plan.

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Escapó de su madre directo a las caballerizas, tomó un caballo y se marchó a dar un nostálgico paseo a caballo al bosque de abetos plateados que rodeaban los terrenos del palacio.

Recordar dibujó una sonrisa en sus labios, ese lugar fue su patio de juegos desde que aprendió a escabullirse.

Llegó s un lugar, que recordaba muy bien, allí vió su forma de lobo por primera vez, era precioso de tamaño prominente, fuertes patas y un suave y grueso pelaje color castaño miel que hacía destacar aquellos grisáceos ojos tan peculiares, a veces eran entre gris y azul y otras eran más claros como una piedra de diamante.

Aún quería conocer Celestia, de niña escuchó tantas historias, que su curiosidad aumentaba.

—¿Qué hace aquí tan sola por el bosque alteza? —inquirió el principe Fabián acercándose a la pelirroja, en un caballo.

La presencia del principe sacó a Merliah de sus cavilaciones, la muchacha posó sus ojos esmeralda en el muchacho, luego de dar una ojeada al príncipe puso una expresión de fastidio, que para Fabián no pasó desapercibida.