Reina Loba < Guerra de Poder I >

Capítulo 6: El baile 2

Su mirada sigue siendo profunda y sombría. Los ojos oscurecidos y el cabello negro me recuerdan mucho a papá, Tristan guardaba un parecido increíble con él; y ahora que su rostro ya no es el de un joven de apenas veinte años, parece un retrato del hombre que tanta falta me hace y que nunca dejaré de extrañar y necesitar.

—Hola —digo con tono bajo pero firme, y el mentón en alto, adoptando una pose de seguridad y superioridad. No dejo que note el nudo que se ha formado en mi garganta al tenerlo cerca después de tantos años.

Él me mira confundido, con el seño fruncido y la cabeza ligeramente ladeada, parece que esperaba otro saludo.

—¿Se ha perdido? —me pregunta de forma cordial aunque prepotente.

—No —respondo sin poder apartar los ojos de él.

—¿Puedo ayudarle en algo? —da unos pasos hacia mí y yo retrocedo hasta chocar contra el muro del balcón de piedra tras mi espalda.

—No —vuelvo a repetir

—¿Sabe decir algo que no sea no? —inquiere con una ceja levantada.

—No

Él me dedica una media sonrisa y yo me retuerzo por dentro.

—¿Quién es usted? No recuerdo haberla visto nunca por aquí, y aún así su cara se me hace extrañamente familiar —adopta un gesto pensativo

—No creo que me conozca, de hecho, en ocasiones ni yo misma lo hago, y podría afirmarle con total seguridad que esta es una de ellas —aprieto los puños a los lados como muestra tácita de lo que mi mente grita

—Entiendo por lo que dice que su mente se encuentra frustrada entonces.

—Es una forma de llamarlo —concuerdo.

—¿Y qué tanto representa esa frustración a la hora de percibirse a sí misma? —no podría confirmar si su tono es de interés o de burla, pero mantengo las formas, debo recordar que estoy delante del rey.

—No creo que deba responder a eso frente a una persona que acabo de conocer —fijo mis ojos en los suyos sin apartar ninguno la mirada, y es increíble lo que esta parte de nuestros rostros se parecen; solo que mi verde turquesa se va apagando hasta alcanzar su oscuro tono a bosque profundo.

Él sonríe ante mi comentario, es una sonrisa que hace que sus ojos se oscurezcan más.

Estudia con determinación mi rostro y se acerca un poco más a mí, mientras yo ya no puedo seguir retrocediendo.

—Es un enigma usted, joven extraña que se atreve a mirarme a los ojos.

—Entiendo que es de mala educación mantener una conversación con alguien y no mirarlo de frente —contraataco a su comentario.

Abre los ojos sorprendido y los vuelve a achinar con la sonrisa que me regala. ¿No recordaba a Tristan tan risueño?

—Yo por mi parte me siento algo incómodo cuando presiento que alguien intenta jugar conmigo.

—No es mi intención hacerle creer eso. Solo respondo a lo que usted me pregunta.

 —Sin embargo, aún no me dice su nombre  —alega pausadamente.

—No, aún no lo hago —vuelvo a girarme de frente al jardín cuando Tristan da dos pasos y se posiciona al lado mío mirando mi perfil —Usted no me lo ha preguntado.

Veo por el rabillo del ojo cómo ladea la cabeza, saca las manos de los bolsillos de su traje, se truena los dedos y vuelve a esconder las manos adoptando esa pose de superioridad que siempre lo ha caracterizado.

—¿Me dice su nombre, por favor? —eleva la comisura izquierda de sus labios cuando lo miro y el sarcasmo que usa casi logra hacerme reír.

—Si se lo digo ahora se acabaría el misterio.

—¿Y piensa hacerlo en algún momento?

—Tal vez —juego con él, y ensancha la risa en sus labios

—¿Sabe usted quien soy acaso, señorita?

—Sí señor, es usted el Rey —digo esto con un regusto asqueroso en la boca y una sensación desagradable queda en mí.

—Entonces sí sabe quién soy —afirma.

—Por supuesto, majestad. Todo el mundo sabe quién es usted.

—Así es —responde victorioso —¿Y sabe usted que al rey no se le niega información y mucho menos se le trata con irreverencia? —continúa con clara muestra de diversión mirando mis ojos que no se apartan de los suyos. —Así que, ¿va a decirme de que parte de Firetown es usted?

—Oh no, no soy de Firetown, solo estoy de visita.

—¡Aquí estas! —siento la voz de Egan llegar a nosotros —llevo un buen rato buscándote. Majestad —hace una leve inclinación de cabeza ante Tristan —ya veo que conoció a mi acompañante. —él habla mientras Tristan y yo permanecemos en silencio —¿Todo bien? —pregunta a ninguno de los dos en particular y a ambos al mismo tiempo, cuando ve que el rey no aparta los ojos de mí ni yo de él.

—Sí —es mi hermano el primero en desviar la mirada para responderle —justamente eso hacíamos cuando usted nos interrumpió: conocernos —le dice al general en tono mordaz y este último lo mira como si quisiera asesinarlo. 

Interesante...

—Oh, pues con gusto hago las presentaciones —le dice utilizando el mismo tono que Tristan usó con él antes —Majestad, déjeme presentarle a Lady Isabel Bridgeth; Lady Bridgeth, le presento al Rey Tristan Ignus I, soberano de Firetown y las tierras del norte.

—Lady Bridgeth —habla ahora el "soberano" —tiene un hermoso nombre, señorita, casi tan hermoso como usted ¿sabe que mi difunta madre tenía un nombre similar? era una mujer maravillosa, lástima que haya muerto.

Me tenso completamente cuando menciona aquello, y el nudo de mi estómago se incrementa. La sensación de asfixia comienza a atacarme. Egan nota mi expresión pues me mira confuso, con el seño fruncido.

—Lo siento mucho —es todo lo que alcanzo a decir

Un silencio incómodo inunda el ambiente donde ninguno parece querer añadir más, y aún así nadie se mueve.

—Creo que es hora de que todos volvamos dentro, no quisiera privar de mi presencia más tiempo a mi futura esposa y demás invitados del baile —musita Tristan y por primera vez estoy de acuerdo con él. 




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