Reina sin reino

Capítulo 2

La mujer a la que mi padre llamó la cazadora, entra a la sala de banquetes. Elena le sonríe y le pide que se siente junta a ella. Sus ojos oscuros, negros, observan toda la habitación con seriedad y luego se sienta. Su piel oscura contrasta con el mantel blanco o con nuestra propia piel. Es bastante notable que pertenece al sur.

Mi madre la observa con detenimiento igual que lo hace mi hermano mediano. Es bonita, no puedo decir que no, ayer yo no estuve cuando llegó pero según Iren estaba llena de tierra y nieve y su vestido se veía roto.

Nuestro padre ya nos informó de que ella va a estar en el palacio por al menos un año, fingiendo ser una cortesana de muy al sur que está negociando con nosotros. Necesita una cuartada para no levantar sospechas. Y no creo que las levante, se comporta como alguien que ha vivido en la corte y no como una tabernera, según el propio Krein me ha informado.

– Krein me ha informado de que quieres hablar con Marcel Vintus.- le dice mi padre muy serio.

– En efecto, deseo hacerlo. Tengo un asunto que tratar con él.

– ¿Ese asunto es amistoso?

La mujer mira a mi padre desafiante, y luego sonríe a medias. Es extrañamente atrayente, como si estuviese esperando que mi padre le hiciese esa pregunta desde que entró.

– Me preguntó a quien odiaba más, a él lo odio más que a nadie.- es su respuesta antes de sentarse completamente recta.

– Me complace oír esa respuesta.- los platos del desayuno comienzan a llegar.- A mi hija Elena ya la conoce, déjame que le presente correctamente a mis hijos, el mediano Iren y mi hijo mayor y heredero Daven.

– Es un placer conocerlos.

Ella deja de mirarnos a nosotros y se centra en su propio plato, de vez en cuando levanta su mirada para contestar brevemente a las preguntas que mi hermana le hace. Es interesante como parece molesta cuando le habla algún hombre y sin embargo con mi hermana es simpática.

– Ayer dijeron que eras tabernera.- dice de repente Iren.- ¿Eso significa que ya no tienes tu virtud?

– Iren.- le reprende mi madre.

– No la conservo Principe, pero no por ser tabernera sino porque estuve casada.- dice como si la pregunta no la hubiese molestado en absoluto.- Fue solo un año, pero como entenderá el matrimonio se oficializa cuando la virtud de la mujer desaparece.

– Pero… no eres mayor que yo, ¿cómo has estado casada?¿y tu marido?

– Muerto, y no, tengo tan solo diecinueve años, no soy mayor que tú pero tuve que casarme cuando cumplí diecisiete con el hombre que Marcel Vintus decidió.

– ¿Por qué el príncipe de Alddea…?

– Estoy cansada de estas preguntas, con perdón voy a retirarme.

Ella se levanta rápido pero con elegancia, hace una media reverencia a mi padre y abandona el salón con Krein pisándole los talones. Mi madre mira a mi padre como si este tuviese una explicación.

– Alguien tuvo que encargarse de ella cuando su padre murió, supongo que siendo la cazadora, el rey la quiso a su lado.- se encoje como si nada.

– ¿En esa corte no se tenían relaciones con niños?- pregunta mi madre alarmada.

– Si, por desgracia si.- toma mucho aire.

– Ella me dijo que se casó con diecisiete con un hombre incluso más mayor que papá.

Mis padres intercambian una larga mirada entre ellos y luego vuelven a sus platos. Puede que mis hermanos no hayan entendido esa mirada pero yo si, se casó siendo una simple adolescente con un hombre que debía sobrepasar los cincuenta. Los pretendientes de mi hermana no son mayores a Iren que tiene diecinueve como Némesis. Nunca aceptaría que mi hermana contrajese nupcias con un vejestorio.

– Quien sabe lo que le hicieron.- niega mi madre con la cabeza.

Después del desayuno salgo de la sala, mis dos únicos amigos, hijos de cortesanos, me están esperando en la puerta cuando salgo. Salimos al jardín para poder pasear antes de nuestro entrenamiento con la espada.

– ¿Quién es esa mujer?

– Una cortesana del sur.- miento.- Némesis Bultor.- es el apellido que le ha dado mi padre.

Nos quedamos mirándola desde lejos, está sentada en uno de los bancos del jardín, con los ojos cerrados y en el sol. Parece genuinamente tranquila mirando en esa dirección. Su piel oscura casi brilla con el sol del invierno. Krein está detrás de ella, no sé de que sirve el jefe de guardias de mi padre cuando no puede leerle la mente. Si ella planea algo en nuestra contra, él no sabrá nada.

Ella abre los ojos, alisa su vestido de color selva, o verde oscuro. Gira ligeramente su cabeza y nos mira con una sonrisa, desde el principio sabía que estábamos aquí.

Ella se levanta con la elegancia de una cortesana, definitivamente vivió en la corte, y eso solo reafirma el mal presentimiento de mis padres y el mío propio. No creo que lo de ella fuese una buena infancia, menos para llevar el sobrenombre de su padre que asesinaba sin piedad. Es el mayor mercenario de esta era y quizás su hija esté a su altura.

– Majestad.

– Duquesa Bultor.- la saludo.- Le presento a los marqueses Ivar Uren y Gerd Yun. Ella es la duquesa Némesis Bultor.- ellos le hacen una pequeña reverencia.

– ¿Qué trae por aquí a alguien del sur?

– Negocios.- sonríe ella.- Si me lo permiten iré a dar una vuelta por el palacio.

– ¿Krein la acompañará?

– Me han asignado cuidar de la seguridad de la duquesa, marqueses.

– No le quitamos más tiempo entonces.

Mis amigos sonríen cuando ya no tienen al lector delante de ellos, Krein es el más duro de los entrenadores y por mucho. Acabamos físicamente mal cuando él supervisa nuestro entrenamiento, es tanta la carga que a veces no podemos movernos en dos días.

Iren ya está esperando para empezar el entrenamiento, Elena como todos los días está sentada en un banco de piedra, esperando ver nuestro entrenamiento. Varios de los que entrenan con Iren la están cortejando, pero mi hermana es difícil, tiene que serlo. No puede casarse con cualquiera.




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