Reina sin reino

Capítulo 3

Me escondo entre las sombras de la noche, el castillo por la noche tiene un aura de misterio. Me di cuenta el primer día cuando llegué pero esta noche puedo afirmar que es así. Parece que esta fortaleza esconde secretos, y eso nunca es bueno. Debo encontrar al asesino o asesinos lo antes posible y largarme de este lugar. Odio los castillos.

Me deslizo entre las sombras, observo desde lejos a la guardia real. Algunos son atractivos y otros no tanto, muchos de ellos deben estar intentando llegar a la monarquía por medio de Elena, los pude escuchar sin que se dieran cuenta. Nadie le presta atención a una duquesa bonita. Es horrible que hablen de su princesa en la forma en que lo hacen.

Sigo mi camino hasta la biblioteca privada de su majestad el rey Byron. Las puertas de oro están cerradas, selladas para cualquier estúpido que quiera entrar en ellas. Los asesinos no son estúpidos y yo tampoco, no hay ni siquiera guardias o no le importa lo que hay dentro o es demasiado confiado en que nadie intentará entrar.

Con mucho cuidado de no hacer ruido fuerzo la entrada con un cuchillo de cocina, no sé si alguien se dio cuenta de que lo he robado, tampoco me interesa. Oigo un pequeño clip y las puertas se abren. Sonrío y entro con cuidado, después cierro las puertas.

Busco entre las estanterías, sé que el libro que quiero está entre ellas. Un libro como ese no se encontraría en una biblioteca normal ni aunque fuese la de palacio. Pensé que el libro que buscaba se encontraba en Alddea, pero saqueé las suficiente bibliotecas para darme cuenta de que era imposible. No es que el libro sea de vida o muerte, solo que se quemaron después de la guerra de división.

Sé que quedan tres ejemplares del libro que busco, dos en el sur pero no en Alddea y uno aquí en el norte. Byron es el mayor rey del norte así que supongo que él tiene lo que busco. Un libro de brujas, y debe de estar muy bien guardado, ahora que lo pienso mejor no debe de estar en las estanterías sino en algún tipo de cajón falso.

No puede estar en el suelo o en las paredes, sería demasiado obvio y él es inteligente. Sé que hay reyes estúpidos, pero Byron no lo es, por algo mató a las mujeres mayores de veinte, las insalvables las llaman los del más al sur. Mujeres tan obstinadas, y tan manipuladas que son insalvables. Así las consideran los extranjeros.

Busco en las sillas, pero todas están demasiado bien cosidas como para estar ahí. Si él tiene este libro, seguro que lo ha leído en más de una ocasión, no puede estar cosiendo y descosiendo los cojines cada vez que quiere leerlo. Observo por largos segundos la mesa hasta que veo una zona más desgastada. Busco con los dedos hasta que doy con una pequeña apertura y tiro de ella hasta que se abre y el libro cae.

Sonrío victoriosa y lo abro rápido, no tengo tiempo que perder. Necesito encontrar lo que llevo años deseando. Paso las hojas con rapidez hasta llegar a la página con el dibujo de mi “amuleto de la protección”, lo es pero no para proteger del mal como muchos creen sino para “proteger” a las mujeres casadas de Alddea haciéndolas creer que todos los de fuera son malos, enemigos. Es agotador luchar todos los días con ese viejo poder.

Leo las palabras con cierto temblor, el poder de las brujas es difícil de deshacer pero no imposible. Agarro el cuchillo que he robado en la cena y hago un corte vertical en mi muñeca derecha, metiendo el cuchillo por el pequeño hueco que deja la pulsera. Siento la sangre fluir por mi brazo, respiro fuerte antes de hacer el segundo corte un poco más arriba en forma de triangulo. Leo las palabras con mucho cuidado y suspiro mientras siento mi mente liberarse y como el brazalete comienza a romperse. Sonrío cuando cae al suelo, libertad por fin. Mi sonrisa dura poco cuando escucho un grito fuera.

Salgo corriendo de la biblioteca y sigo a la guardia real hasta llegar a la habitación de Elena donde yace muerto un hombre, y Krein está delante de la princesa con su espada llena de sangre.

– ¿Qué le pasó?- grita Elena al notar mi presencia.

Ella corre hasta mí y toma mi mano todavía chorreante de sangre, por suerte no sube la manga para ver de donde procede la sangre, pero la mirada de Krein y el rey me hacen saber que saben perfectamente lo que ha pasado.

– Si me disculpa majestad, tengo un asunto pendiente que tratar con su padre.

– ¿A estas horas?- nos mira a su padre y a mí.

– Si, también debo hablar con su jefe de guardias.

Cuando se aseguran de que la princesa está correctamente y de que ya no hay ningún peligro, la dejan con un grupo de guardias y después me llevan hasta la biblioteca donde el rey recoge el libro y lo guarda de nuevo en su sitio.

– ¿Por qué?

– Ustedes llaman a la mujeres de Alddea “las insalvables”, creen que a ellas les gusta la vida que llevan.- intento no sonar alarmada.- Ese amuleto que lleva en sus manos, es el que las hace a las insalvables.

– No lo entiendo.

– Cuando nos casan, generalmente a los veinte años, los hombres regalan esos brazaletes a sus mujeres.- digo lo más calmada que puedo.- Cuando el rey conquistó nuestras tierras una bruja las hizo para él, ese amuleto nos protege del mal que representan otros personas, pero nos ciega ante las atrocidades de nuestros esposos.- cierro momentáneamente los ojos.- Yo… perdí a mi esposo y con ello mi brazalete perdió fuerza pero a veces tenía que luchar para recuperar mis pensamientos y bloquear los del brazalete.

– ¿Cómo sabías que el libro estaba aquí?

– No lo sabía, lo busqué incansablemente en el sur pero no lo encontré así que supuse que podría estar aquí.

– ¿Puedes leer rostres antiguo?- asiento.- ¿Cómo?

– Mi padre me enseñó cuando era niña.- él parece contento con mi explicación.- No quería mentir, pero ese objeto no te deja hablar de él.- lo señalo con asco.- No puedo utilizar el libro, por mis venas no corre sangre de bruja.




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