Reina sin reino

Capítulo 4

La falsa duquesa del sur no vino a comer ni tampoco a cenar. Mi padre y Elena intentaron hablar con ella después de la cena pero Krein seguía postrado ante su puerta inamovible, no los dejó entrar según él porque ella seguía descansando de la enfermedad que la había atacado de repente. Cuando la vi parecía a punto de llorar pero no parecía enferma, aún así no dudo que siguiese durmiendo. Se la veía afectada por algo.

– Daven, ¿me acompañas a ver si la duquesa Bultor está mejor?

– Por supuesto.

Al llegar a su puerta Krein sigue en la misma posición, no tengo muy claro que haya dormido algo, ¿por qué la está protegiendo? Algo tuvo que pasar ayer, algo malo para que él esté dispuesto a proteger a una extranjera y más del sur.

– Krein.

– Majestades.

– Hemos venido a ver a la duquesa Bultor, ¿Se encuentra mejor?

– Está terminando de ponerse el vestido, enseguida saldrá y podrán verla.- informa calmado, serio como siempre.

Y como el jefe de la guardia real ha dicho la sureña sale al poco con un vestido granate perfectamente puesto. Se ve más seria que ayer, más distante, más en su cabeza de lo que ya parecía antes pero no parece enferma.

– Némesis.

– Buenos días majestad, siento mi ausencia ayer.- le sonrío con tranquilidad a mi hermana pequeña.- Príncipe.- me saluda en su típico tono.- Tengo asuntos que tratar, pero si le parece bien a las doce podríamos pasear juntas.

– Me encantaría.- sonríe mi hermana.

Ella y Krein se pierden por el pasillo, ella de verdad parece una duquesa. Se comporta como alguien que vivió en la corte, se comporta como alguien importante e imponente. En el norte hay muchas mujeres imponentes, muchas poderosas y que dan miedo, y sin embargo creo que ninguna le llega a los talones a la sureña. No sé si lo que le dijo el otro día a mis amigos era cierto o no, pero si parece alguien habituada al peligro así que algo de verdad tenía que haber en su mentira.

– Algo no está bien con la duquesa.

– Yo también lo creo Elena, os acompañaré en vuestro paseo.

– No creo que ella sea peligrosa, al menos no para mí pero si lo deseas puedes acompañarnos.

Elena me deja solo en la puerta de la habitación de nuestra invitada. En menos de una semana esa mujer ha conseguido lo que nadie, empatizar y entablar una amistad con mi hermana. Y me duele saber que cuando ella le de a mi padre lo que esté desee, ella se irá sin mirar atrás. Ella es sureña, el sur es su hogar no el norte, no creo que le gustase este lugar para vivir por mucho tiempo. Ella tiene su casa y no es este lugar.

– Majestad.- me llama la atención un guardia.- ¿Se encuentra bien?

– Si, solo estaba pensando.- él vuelve a su lugar.- ¿La duquesa Bultor salió de sus aposentos en algún momento de la noche?

– Anoche no.

– ¿El resto de noches sí?

– La primera noche que pasó aquí si, salió junto al general Krein para pasear.- asiento.- ¿Algo más que desee saber su majestad?

– Si, ¿anoche Krein durmió?

– No majestad, permaneció en la puerta de la duquesa Bultor hasta el amanecer y después la duquesa le ordenó que descansase.

– Gracias por la información.

Me voy al jardín para no llegar tarde a mi entrenamiento, mi hermano como siempre ya está. A él le gusta la batalla más que a mí, y le encanta presumir ante las damas lo buen guerrero que es. A veces me pregunto si las señoritas que vienen a vernos no se aburren, yo creo que lo sería.

– Príncipe Daven.- me llama la atención una dama, hija de un duque importante pero no recuerdo su nombre.- Han informado a mi padre de que hay una duquesa extranjera en palacio.

– La hay, ¿tiene usted o su padre algún problema con la duquesa Bultor?

– No, solo es muy extraño. Los sureños no se relacionan con nosotros.

– Su rey le pidió negociar con nosotros, y ella no parece tener algún problema con los del norte.- sonrío con amabilidad.- Espero que todos aquí la traten como se debe.

– Por supuesto majestad, nadie se atrevería a faltarle el respeto.

– ¿A quién no le faltarían el respeto?- nos sobresaltamos al escuchar la voz con acento de la duquesa.

– Señorita le presento a la duquesa Némesis Bultor.

– Es un placer duquesa Bultor, soy la dama Brian Nostre.- ella le devuelve el saludo y luego pasa de largo junto a Krein que le cuida las espaldas.

– ¿Krein es el encargado de la duquesa?¿No es el guardia personal de Elena?

– No es el guardia personal de mi hermana, y si, está encargado de su seguridad.- veo hablar a Némesis y a mi hermana.- Si me disculpa tengo que ir con ella.

No espero oír su respuesta y me pego junto a Krein mientras ellas comienzan su paseo por los jardines de palacio. Ella parece más relajada, igual de seria pero no tanto como esta mañana.

– Tengo mucha curiosidad por el sur.

– Pregunta princesa, intentaré responder lo máximo posible.- mi hermana la mira con ilusión, ella es muy curiosa y pocas veces la dejan preguntar.

– ¿Viviste en la corte?

– Por desgracia lo hice.- eso explica muchas cosas.- Mi marido era el primo del príncipe Marcel.

– ¿Cómo murió?

– Lo maté.- mi hermana se gira espantada.- Si hubiese estado en mi posición, hubiese hecho lo mismo. Puedo asegurarselo.- la ¿tranquiliza?- No soy una asesina, era él o yo, fui más rápida.

– Eres fuerte.

– No sé si fuerte, pero valiente desde luego.- ríe.- No es una bonita experiencia, ni algo que me guste recordar, me enfrenté a un juicio que de milagro gané y creo que se debió más al nombre de mi padre, a que me creyesen.

– ¿En serio?

– Las mujeres en Alddea no somos tratadas como personas sino como objetos.- suspira.- Algo que se puede cambiar o vender, ya se lo dije majestad, no querría ser una mujer en el sur.- se endereza.- No en Alddea al menos.

– Aquí ya no tienes que vivir así.




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