Reina sin reino

Capítulo 9

La vuelta a la capital fue silenciosa para el grupo que somos. Sé que ellos están atacados de preguntas, debo agradecer que mi identidad no haya sido relevada a ellos, aunque ella ya sabe que estoy aquí. No va a seguir atacando al príncipe, no hasta que sé de cuenta de que lo protejo. Ahora mismo su ira se dirigirá por completo a mí.

Debo reconocer que no creí que todo fuese a solucionarse tan rápido, pensé que me llevaría más tiempo convencer a los aldeanos para que escucharan a Yen, supongo que mi madre no había completado su hechizo cuando yo llegué o no vio un verdadero poder que pudiese obtener de esas pobres personas y las dejó solas. Ella es así, empieza la disputa pero pocas veces la termina.

– ¿Solo dices profecías?- pregunta Yen de repente.

– No, tampoco te voy decir en que consiste mi poder.- le paro cuando veo sus intenciones.

Caída la noche entre todos armamos un pequeño campamento y armamos las guardias, la primera me ha tocado a mí y mejor. Odio eso de que me despierten cuando ya he conseguido cerrar los ojos y dormir. Después de una cena ligera todos se despide de mí para irse a dormir, a descansar un rato.

Siento la presencia de Krein a mi lado, intento no mirarlo, puedo intentar mentirle pero no voy a poder. Ha sido difícil para mi mantener en secreto lo que soy, siempre lo he hecho por temor a lo que pueden hacer conmigo. Los libros hablan demasiado bien de los lectores de futuros, sin embargo todas nuestras historias acaban fatal, nos convierten en esclavos. Los reyes nos utilizaban para poder ganar las guerras, nos tenían encadenados y no comíamos hasta que desvelábamos ciertos detalles escondidos de las profecías. Nuestro don es peligroso para nosotros, no para el resto.

– Nem.- me giro para poder mirarlo.- ¿Por qué no me lo dijiste?

– Esto me pone en peligro Krein, que sepáis que soy es peligroso para mí.- suspiro.- Nunca he dicho que soy, no después de la tortura que pasé por él.

– Némesis, tenemos un juramento de sangre.

– Lo sé Krein, pero antes no.- digo medio atacada.- Por favor, lee sobre los lectores de mente. Nuestra vida además de corta es trágica, esclavos, eso es lo que somos en la historia. Después de la guerra final nos mataron, acabaron con todos nosotros Krein.- medio tiemblo.- No soy una validus querida, tendría que estar muerta, muchos reyes matan a aquellos validos que fueron exterminados en la guerra final.

– Te protegeré.

– Lo sé Krein, lo mejor que puedes hacer para protegerme es olvidar lo que soy, igual que lo he hecho yo con el pasar de los años.

– Lo intentaré.- sonrío.

– Ve a descansar, ya será tu turno de vigilar.

Me quedo mirando las estrellas de la noche, esta noche no parece típica del invierno del norte, hace menos frío como si estuviera cerca de casa. Mi lugar está en el sur, nunca estará en el norte, me siento muy extraña aquí, como una intrusa. Deseo volver allí, no sé a donde iré cuando me marche del norte, muy lejos, a las profundidades del sur. Puedo trabajar de lo que sea, en especial de tabernera o de traductora, es lo que he hecho toda mi vida.

Escucho la brisa mecer los arbustos que sobreviven a este invierno. Me levanto sobresaltada, no hay brisa, no aquí, no en los días que hemos estado fuera de la capital. Es la primera vez en tres días que escucho a las ramas moverse y hacer ruido. No hay brisa.

Me pongo de pie con rapidez, saco las dos dagas de mis botas y busco la amenaza. No hay brisa, no hay aire que mueva ramas, alguien está intentando jugar con mi mente. ¿Dónde está? Me muevo inquieta, buscando la procedencia del ruido. No creo que sea un animal, no a estas fechas, no con este frío.

– ¿Qué vas a hacer con esas dagas?- me giro al escuchar una voz profunda.- Sigues siendo una niña asustadiza.- miro furiosa al amante de mi madre.- Pero más bella, incluso diría que más peligrosa.

– Anner, ¿ella te trajo aquí?

– Tuve curiosidad por saber como habías crecido.- no despego mi mirada de la suya.- Tengo que reconocer que ella no te describió bien.

Veo llegar a dos hombres más, con un solo grito despertaría a los hijos de los cazadores pero eso podría no ser solo peligroso para ellos, sino también para mí. Estas personas fueron entrenadas por mi padre, son peligrosas.

– ¿No los llamarás, pequeña?

– Prefiero pelear yo sola con ustedes tres.

– Pero eso no tendría gracia Némesis.- dice demasiado alto.

No pasa ni un minuto cuando ya están los cinco fuera de las tiendas de campaña, con las espadas envainadas preparados para la lucha. Todos se ven muy decididos, no es que ellos hayan recibido menos educación en la guerra, son hijos de cazadores pero sé que tipo de entrenamiento les ha dado mi padre a estos tres. No se retirarán hasta morir, esa es la lucha de mi padre. Solo llegas a los dieciocho si matas a tus contrincantes.

– Esto es más divertido pequeña.

– Te odio.- grito antes de cargar contra él.

Él responde rápido a mi ataque y los otros dos atacan a los cazadores. Podría parecer que son menos en número pero para nada en fuerza, ellos son más fuertes. Veo la desesperación de Krein por llegar a mi lado, algo que no va a conseguir hasta asesinar a los cabeza huecas de los secuaces de Anner.

– ¡Eres más rápida!

No dejo que sus palabras me aturdan o distraigan, lo ataco sin descanso. Sé que esto me va a pasar factura después, sé que voy a cansarme antes pero necesito encontrar su punto débil, necesito saber donde no se protege. Él esquiva mis ataques y me los devuelve con la misma intensidad. Me aparto justo en el momento en que su espada estaba apunto de darme en el costado, solo me ha roto el vestido. Tendré que pedirle disculpas al rey por el desperdicio de dos hermosos vestidos, aunque yo solo rompí uno.

– Matadlos.- les grito.- No los hieran, matadlos, es la única forma de salir de aquí con vida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.