Reina sin reino

Capítulo 13

Observo a Anuar, su mirada verde tiene un matiz interesante, una sombra de dolor. Puede que me amara como dice, que de verdad mi pérdida le afecte tanto como dijeron, quizás él, ellos si fueron verdaderos padres no como el mío que me abandonó en cuanto pudo. ¿Se puede querer como un hijo a alguien que no es de tu sangre? Supongo que ellos son la respuesta, si que se puede.

– Anuar.- el susodicho me mira.- Siéntate conmigo, por favor.

– Por supuesto duquesa Bultor.- él se apresura y se sienta a mi lado en el banco de piedra.

– ¿Sabe que no hay forma de que sea la esposa de tu hijo?

– ¿Por qué?¿Amas a tu difunto esposo?

– Nunca lo amé, y nunca voy a amar a esa escoria.- intento que mi furia se note lo menos posible.- Si le complace oírlo, amo a su hijo pero según las leyes de Preim, un matrimonio no queda consolidado hasta el primer acto sexual entre la pareja de casados.- él asiente.- Sé que Krein le contó de su juramento.

– Hubieses sido una buena nuera, pero respeto las decisiones de mi hijo.- resopla.

Me quedo mirando su perfil, es tan parecido a Krein que creo que así se verá mi protector cuando llegue a viejo. Puedo esconder mis profundos sentimientos por Krein porque respeto su decisión y aun más respeto su juramento, me puedo conformar siendo su amiga, su protegida y confidente. Tener alguien para mí, creo que me es completamente suficiente.

– Usted sabe que escondo una mentira grande.- él asiente.- Una que comparto con su majestad el rey y el príncipe Daven.

– No quiero…

– No voy a decirle eso.- niego.- Pero les mentí, a todos los cazadores.- eso llama su atención.- Si que escuché de la hija de Yreis.- tengo toda su atención.- La vendió, es lo único que sé.- miento.

– ¿A quién?

– No le va a gustar lo que voy a decir.- él me mira ansioso.- Una corte en la frontera.- suspiro.- Allí utilizan a los niños como juguetes sexual.

– ¿Eso quiere decir que mi niña…?

– Casi con toda seguridad, lo siento Anuar.

– Gracias por contármelo.

– Creí que debía saberlo, puedo ver que siempre la esperaran y no quiero matar sus ilusiones pero quiero que sepan la realidad que puede que ella haya vivido.

– ¿No hay forma de que no haya pasado por ello?

– Si hablásemos del sur profundo, podría decirle con toda seguridad que nadie le ha puesto un dedo encima pero donde la vendieron la probabilidad es otra.

– Lo mataremos.

– Espero que así sea.

Me levanto del banco para volver a pasear, no tengo nada mejor que hacer en estos días. No hay fiestas ni nada que investigar porque lo posibles infiltrados son demasiado cercanos a la realeza, mi única forma de atacar, de provocar algún tipo de reacción en ellos es levantando sospechas. Solo puedo esperar a que intenten atacarnos de nuevo a Daven y a mí. Sé que se están volviendo descuidados, parece que les incordia que todavía continúe con vida. Y eso es un factor a mi favor, y uno muy grande en su contra. Mi señora madre tendrá prisa por acabar conmigo, es una lástima que no lo consiga y que sea tan cobarde para no matarme ella misma.

– Némesis.- miro al duque Vestar.- Quiero saber algo de tu gran mentira.- asiento.- ¿Podría afectar a Preim?

– No lo creo.- me encojo de hombros.- No debe preocuparse por eso.- lo tranquilizo.

– Bien, no tendré que matarte entonces.

– No creo que su hijo lo dejase.- él me mira confuso.- Que no le importen mucho mis palabras, a veces no tienen sentido.

Saludamos al príncipe Iren con una reverencia cuando pasa por nuestro lado. La hija del duque Nostre pasa detrás de él con el resto de damas, me mira con superioridad como si eso fuese a hacerme bajar la cabeza, estira su postura y se marcha como un perrito detrás de un hueso de pollo. Sigo mi camino sin hacerle mucho caso a la mocosa que se cree mejor por haber nacido dentro de la corte de Preim. Que decepción se llevarían ella y su padre al saber que yo también lo hice y que de hecho la partera de mi madre fue la misma que la de los príncipes, o bueno eso me contó mi padre antes de “morir”.

– Algunas mujeres me desquician.- ruedo los ojos fastidiada.

– Némesis.- grita Daven cuando me alcanza.

– Respire príncipe, después hable. No intente hacer las dos cosas a la vez.- él asiente tomando varias respiraciones profundas.- ¿Por qué corre?

– Leí sobre los juramentos de sangre como me sugeriste.- asiento.- Pero hay un párrafo del libro que estoy leyendo en ilsio, es un idioma muy antiguo y ningún erudito de Preim lo entiende.

– ¿Y ha pensado que yo sí?- él asiente.- Bueno, tiene razón.

– ¿Me lo traduce?

– ¿Lo tienes ahí?

El príncipe asiente enérgicamente, es sorprendente que él sea mayor que yo pero parezca un niño pequeño buscando un caramelo. Parece tan emocionado, yo cuando leí por primera vez sobre los juramentos de sangre casi lloré, o él ha leído el libro equivocado o es más duro de lo que yo pensaba.

– Aquí está.

– Bonita letra.- lo halago y leo rápido lo que pone en el papel.- Los juramentos de sangre yacen en la lealtad de los validus, en sus puros corazones cuando prometen. Los juramentos no son consagrados por los Dioses cuando uno de los corazones miente.

– ¿No dice nada más?- suspiro.- Si que lo dice.

– No creo que sea importante majestad.- me mira con mucha intensidad por lo que retomo la lectura.- Los Dioses mayores, crueles pero justos, determinan el enlace, a veces más profundo que un simple juramento.

– Tu enlace con Krein…

– ¿Mi hijo te hizo un juramento?- resoplo. Y asiento.

– Si, Krein y yo no solo estamos juramentados, nuestras almas están enlazadas.

– ¿Por qué ocurre eso?

– Solo se da en juramentos entre dos validus, siempre que uno sea demasiado poderoso para cumplir con su promesa pero su corazón sea lo suficiente noble y puro como para aceptarlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.