Reina sin reino

Capítulo 14

Presto atención al hombre que traduce las diez páginas de un libro antiguo sobre Validus extintos, si ella es tan antigua debe hacer mucho tiempo que no existe uno de su tipo, no puede ser de otra forma.

– Majestad, aquí no habla de ninguna mujer llamada Asteria.- asiento, no creí que fuese tan complicado encontrar ese nombre.- Pero aquí tiene lo que encontré.

El libro comienza haciendo un pequeño recorrido por los ocho grandes Dioses, a los que esta tarde les pediré que me acompañen en mi nuevo viaje, como todos los años, el día antes del cumpleaños debemos ir a la iglesia, todos los de la corte y pedir un deseo para el que cumple años, y para ti mismo. Mi Dios, el que me dio lo que todavía no tengo claro si es una maldición o una bendición es uno de los Dioses menores, Melías, hace siglos que los Dioses mayores no conceden dones.

Los seis grandes son el rey Canen, y la reina Vesta, y sus hijos los príncipes y princesas Thea, Delia, Minerva, Atlas, Erebos y Rodos, a ellos se les atribuyen la mayoría de dones destructivos. Dioses menores hay demasiados como para hablar de ellos.

Vuelvo a mi cuarto decepcionado, pensé que alguno de los diez libros que me he leído sobre validus antiguos me darían la respuesta, incluso leí o bueno mandé a que tradujesen los libros sobre la batalla final y sobre la inacabada pero aunque tengo muchos posibles validus a los que ella podría pertenecer, no encuentro el dichoso nombre que estoy seguro de que me dará la respuesta final sobre qué es Némesis.

– Majestad.- me llama desde fuera el duque Vestar.- ¿Está leyendo?

– Intento encontrar un nombre en la historia antigua.

– ¿Puedo preguntar que nombre busca?

– El nombre, creo que de una Diosa menor, Asteria.- él parece muy sorprendido.

– No es una Diosa menor, Asteria es el otro nombre por el que se le conoce a Delia o bueno el verdadero.

– ¿La hija preferida de Canen?

– La misma.- me quedo helado.- ¿Cómo sabe usted de ese nombre?

– Lo escuché por ahí.- no creo que deba rebelar que tipo de Validus es Némesis, ahora entiendo porque finge que no tiene ningún don.- ¿Dónde está la duquesa Bultor?

– Junto a su hermana, lo esperan en la capilla.

Salgo de mi cuarto guiado por el duque Vestar y con la mente pensando en demasiadas cosas. Hace miles de años que los Dioses mayores no conceden dones, Némesis tiene que ser importante, debe ser alguien destinada a cosas grandes para que una Diosa tan fuerte como Delia le haya concedido su don, aunque creo que el suyo es más una maldición que una bendición. Las historias de los de su tipo son desgarradoras, atados con cadenas de vanadio que les quemaban la piel. Eran los esclavos, los peores tratados pero también los verenados. Fueron asesinados cruelmente después de la guerra, fueron los únicos con los que se utilizó flechas de vanadio, crueles y muy dolorosas.

Al llegar a la capilla voy rápido hasta donde está mi familia junto con la duquesa Bultor, dejando claro que a ella hay que tratarla con respeto. Soy el último en llegar, pero suele ser lo normal cuando tú eres el que celebra.

– Bienvenidos sean.- comienza el oficiador.- Empecemos recordando los nombres de los Dioses que hoy escucharan los deseos de todos nosotros para el príncipe heredero Daven.

El hombre de avanzada edad se posiciona al lado de la imagen pintada del Dios padre, del Dios rey, Canen.

– Canen el dichoso junto a su esposa Vesta la aventurera.- no sé de donde vienen sus apodos, no creo que sean del todo correctos.- La hija prodigo, Delia la nocturna.

La Diosa retrata al sur con sus cabellos rizados y su piel oscura, no hay mejor representante de la magnitud que alguien del sur, y creo recordar que la mayoría de validus a los que ella les concedió su don eran del sur, pero del sur profundo. Los ojos oscuros de la Diosa me hacen recordar a Némesis.

Miro disimuladamente a la mujer que está al lado de mi hermana, no parece afectada por la mención de la Diosa, claro que aquí la llaman Delia así que no tiene nada de lo que preocuparse, nadie podrá saber a que Diosa le rinde tributo.

– Su gemelo Atlas el valiente, Thea la grande, Rodos el antepuesto, Minerva la soñadora y el menor de los hijos Erebos el fúnebre.

Nos quedamos callados mirando las imágenes de los seis grandes, pidiendo nuestros diferentes deseos. Vuelvo a mirarla, su mirada está fija en los tres grandes, en los padres de la Diosa que le concedió ser una validus y en la propia Diosa. No parece resentida por el don, más bien parece decidida a hacer algo con él.

– Que todos sus deseos sean escuchados por los Dioses a los que habéis rezado, que todos ellos sean de beneficio para su majestad y para que muchos de ellos, en especial el del príncipe, se cumplan.

– La voluntad de los Dioses nos acompaña.- recitamos todos a coro.

Todos salimos de la capilla, muchos duques me felicitan por mis prontos veintidós años. Les agradezco a todos sus felicitaciones y corro para alcanzar a Némesis que está casi por entrar de nuevo a palacio.

– Duquesa Bultor, desearía hablar con usted, en privado.

– Por supuesto majestad.

Ella se disculpa con mi hermana y con las damas que hablaban con ella y me sigue hasta la biblioteca privada de mi padre, por suerte él tiene muchos asuntos que tratar hoy y no vendrá a ver de que hablamos Némesis y yo. Mi guardia y el duque Vestar se quedan custodiando las puertas.

Némesis se sienta en el que ya es su sitio, tomo el lugar frente a ella. Me sonríe antes incluso de que hable. Ella es tan madura, quizás por lo que ha vivido parece incluso más mayor que yo, es triste a la vez que fuerte. No puedo creer que hace un par de meses no quería tener una extranjera en palacio y ahora deseo que alargue eternamente su estadía aquí.

– Adelante Daven.

– Delia, también conocida como Asteria en el sur, la hija de los grandes reyes de los Dioses, la más fuerte y la que más guerras ha vivido de sus hermanos, la primera de su nombre, la Diosa de la noche, las estrellas y las profecías.




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