Reina sin reino

Capítulo 17

Miro la palma de mi mano, miro la nueva cicatriz que ha dejado el vanadio en mi piel oscura, nunca antes había tenido una marca del metal en un sitio que puedo observar todos los días. Soy una persona nerviosa y muchas veces miro mis manos para concentrarme en algo, ahora cada vez que me miro las manos lo único que soy capaz de ver es la cicatriz que decora la palma.

Suspiro antes de dejar de mirar la dichosa marca, no quiero seguir pensando en todo lo que me hace recordar esto, es demasiado doloroso para seguir pensándolo, para seguir martirizando a mi pobre cabeza.

Esta mañana hace bastante más calor que el resto de días, el tiempo ya no es de invierno, por fin ha comenzado la primavera en Preim, mucho más fría de lo que estoy acostumbrada pero al menos el frío no se cuela por mis huesos. Ahora es un frío agradable, al que estoy acostumbrada en los inviernos del sur.

Me pongo un vestido ligeramente más fino, pero igualmente de mangas largas, me arreglo mi rizado cabello en un especie de moño. Me miro al espejo que me devuelve el reflejo de lo que soy, de lo que verdaderamente soy. Sonrío antes de levantarme y abrir la puerta de mi cuarto.

Tengo la atención de todos los guardias, incluyendo a mis dos personales. Hace casi tres semanas que no salía de mi cuarto, que me negaba a salir. Estamos ya en abril y por miedo he perdido un mes entero de investigación aunque no creo que yo vaya a descubrir nada. Creo que todo se descubrirá solo, llamemos lo intuición de lector de futuros.

– Duquesa Bultor.- me saludan los Vestar con una pequeña reverencia.

Paso de ellos y me dirijo a la salón donde la gente de la corte desayuna, come y cena, tengo bastante hambre. Al llegar los guardias de las puertas me hacen una reverencia y me abren la puerta. Al entrar veo a varios duques, con algunos cené aquella noche, también están el duque Nostre y su hija que me miran con exceso de desdén. Ignoro sus pálidas miradas y tomo mi asiento al lado de la princesa Elena.

– ¿Se encuentra mejor?- me pregunta el príncipe Iren.

– Para la suerte de todos nosotros, lo hago.- sonrío.- Mi mano ya está curada.- él asiente aunque no enseño la mano.

– Duquesa Bultor.- llama mi atención el rey.

– Majestad.

– Conseguí el libro que me pidió.- llama a un guardia con su mano y este me da el libro que le pedí.- Espero que pueda leerlo.

– Estoy segura de que podré, muchas gracias por hacerme este favor, majestad.- me levanto y le doy el libro a Krein que hace una reverencia y se marcha enseguida para dejar el libro en mi cuarto. Aunque quieran robarmelo para saber que estoy leyendo, creo que no lo entenderán.

– Siempre te hace favores.

– Que susurre no significa que no la escuche señorita Nostre.- ella me mira avergonzada.- Yo de usted mantendría su boca cerrada, no querrá un enfrentamiento conmigo.

– Claro, los del sur sois unos bárbaros.

– ¿A cuántas personas del sur conoce?- me cruzo de brazos.- No creo que a muchos a parte de a mí, ¿o me equivoco?

La pruebo, veo su nerviosismo, sus ojos miran a todos lados intentando desviar su atención de la mía. Veo como traga duro, como si acabase de pillarla pero no porque esté del lado de mi padre, sino como si la hubiese pillado en su amorío.

– Gracioso.- río.- ¿Quién del sur rompió su frágil corazón?

– ¿Qué te hace pensar que yo he estado enamorada de alguien de tus tierras?

– Fue solo una suposición, no debes ponerte tan a la defensiva o me está dando toda la razón.

– ¿Está insinuando que mi hija es como usted?

– Suerte tendría su hija de ser un poco como yo.- río con cierta maldad.- Ya tendría usted suerte de tener una hija como yo.- chasqueo la lengua

Tengo la mirada de todos puesta sobre mí, el duque Nostre intenta que el rey me diga algo, que defienda a la casa Nostre pero él no lo va a hacer, yo soy la hija de los cazadores. Si abro la boca, si digo quien soy, el rey se quedaría desprotegido. Eso es lo que él no me ha dicho, lo que yo he averiguado en lo meses que he estado aquí. El día que yo decida decir quien soy, que yo revele mi verdadera identidad, los cazadores se arrodillaran ante mí y su lealtad estará a mi lado. Puede que estén mayores, pero todo el mundo quiere a los cazadores de su lado y no del mío. Puedo ser muy peligrosa con ellos.

– Me avergonzaría de tener una hija como usted.

– Claro.- río.- Se avergonzaría porque yo soy libre, y su hija es su esclava.- me levanto de mi silla con mi elegancia de siempre.- Princesa Elena, sé que le debo un paseo y esta mañana la tengo libre.

– Perfecto entonces.- me sonríe como si no hubiese ocurrido nuevamente un enfrentamiento entre el duque y yo.- Vamos.

– Detrás de ti majestad.- me doy la vuelta para mirar por última vez al duque.- Cierre la boca, o cumpliré mi promesa de coser su boca.

Salgo detrás de la princesa ignorando los reclamos del duque para que le diga que significa lo que he dicho, asegura que es una amenaza y pues no está para nada equivocado pero es más gracioso que no sepa lo que significa. Que se moleste porque sabe que soy más inteligente y más importante para su propio rey que el mismo que se supone es uno de sus consejeros. Yo soy quien manda, yo soy quien pone las reglas por el tiempo que esté aquí.

– Me encantas.- ríe la princesa.

– Nadie va a pasar por encima de mí, duque, príncipe o rey.- digo medio fastidiada.- Menos el duque Nostre.

– Cada vez su hija tiene menos oportunidades con Iren, padre se está cansando de su actitud en tu contra.

– Pobre marquesita, su propio padre está destrozando su futuro con el segundo príncipe.- ruedo los ojos como si me importase en lo más mínimo que esa mujer lo esté perdiendo todo por culpa de su padre, ella es igual que él.

– ¿Por qué utilizas diminutivos?

– Realmente no lo sé.- me encojo de hombros.




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