Reina sin reino

Capítulo 21

Me despierto empapada en sudor, jadeante y con unas terribles ganas de vomitar. Quiero que la imagen de ese sucio viejo asqueroso obligándome a tener intimidad con él desaparezcan de mi mente. Esto era algo con lo que no había soñado antes, y se siente tan terriblemente mal que no quiero volver a hacerlo, quiero bloquear ese asqueroso recuerdo y guardarlo bajo llave en mi cerebro para nunca más soñar con él. Me siento tan ultrajada, tan usada para su placer, para satisfacer sus asquerosas fantasías.

Tapo mi cara con mis manos y dejo que las lágrimas bajen sin control por mis mejillas, llamaría a Krein para que estuviese a mi lado, para que me abrazase pero eso me hace daño. Quisiera tantas cosas pero siempre hay algo que me lo impide, mayormente mi mente.

Cuando consigo relajarme entro a mi baño, me limpio la cara y me retoco el maquillaje por si acaso. No sé cuanto quede para el amanecer no creo que mucho, voy a mi armario y elijo ropa para ponerme hoy, algo de manga corta. Es arriesgado, y sé en lo que la mayoría de gente en palacio se va a fijar, pero si sus comentarios no me afectaban antes, menos me van a afectar ahora.

Me quedo mirando el cielo, como la oscuridad va dando paso a la luz de un nuevo día. Me despido de la noche cuando la luna deja de verse en el cielo, sé que sigue ahí. No se ve pero sé que sigue ahí, cuidando de mí y de todos los que disfrutamos la noche.

– Buenos días.- saludo a Krein que es el único que está esta mañana en mi puerta.

– Buenos días duquesa, ¿Desayunará en el comedor real?

– Esta mañana si, quiero compañía para desayunar.- él asiente y comienza a andar detrás de mí.

Al llegar al comedor real hago una reverencia para sus majestades, recibo una leve reverencia por parte de Daven, demasiado sutil para que alguien la tome si quiera en cuenta. Desde que supo quien soy más o menos porque eso no lo tengo claro ni yo, no ha dejado de tratarme como una princesa y es raro, gracioso y sobretodo especial, para mi es especial.

Saludo al resto de duques y marqueses sentados alrededor de la mesa, le sonrío al sirviente que se apresura a ponerme un plato y un vaso en mi lugar al lado de la princesa Elena, quien está alegre de tenerme esta mañana a su lado desayunando.

Los veo a todos mirar las marcas de mis brazos cuando levanto las manos para coger los cubiertos y meterme la primera pieza de fruta a la boca. Todos los miran con cierto horror, no sé si preguntándose quienes los hicieron, con que los hicieron o si ellos mismos serían capaces de hacerme eso.

– Es tan extraño que decida desayunar con nosotros.- corta el rey la tensión de todos mirando mis marcas.

– Lo sé majestad, estoy acostumbrada a compartir una mesa vacía, a no ser que invite a mis sirvientes a comer conmigo.- me excuso.

Es una gran mentira, muchas veces en palacio comía con el resto de la corte, era su juguete favorito y les encantaba mostrarme ante todos. Pero aunque comía junto a ellos, viéndolos y escuchando sus conversaciones, siempre me sentí sola. Esa soledad tan profunda que te consume es lo que vivía en mis años en palacio. Cuando me casé, mi marido pasaba más tiempo fuera de casa que dentro, nos veíamos algunas noches en las que él quería hacer cosas que yo no, y luego pasaba el tiempo en palacio mientras yo estaba en la taberna trabajando para no estar tan sola. Pero a la hora de la comida siempre me apartaba de todo el mundo y comía completamente sola.

– Me alegra que de vez en cuando quiera comer acompañada.

– Siempre es un placer comer acompañada de ustedes, son una grandiosa compañía.

– Duquesa Bultor, oí que solucionó sus problemas con el duque Nostre.

– Lo hicimos.- sonrío sin prestarle mucha atención al duque que ha hablado.

– Bueno, hoy quería decir algo que será oficial en unas pocas semanas.- dice el rey.- El día en que Elena cumpla dieciocho se hará oficial su compromiso con el hijo menor de Croyen, Yen Croyen.

Me giro para ver a la princesa y abrazarla con emoción, ella me devuelve el abrazo igual de emocionada. Me alegra mucho saber que se casará con alguien que realmente quiere, que no será tan desdichada como yo y otras tantas mujeres a las que obligaron a casarse y acabaron atrapadas es un odioso y asqueroso matrimonio con un hombre al que ni siquiera soportaban tener cerca.

– Felicidades majestad, le deseo un prospero matrimonio.

– Muy posiblemente para cuando me case usted no esté aquí, ¿vendría para mi boda?

– Si los Dioses y mi rey me lo permiten estaría encantada de venir a su boda.- le sonrío con sinceridad. Quiero ver como es feliz.

– Disfruten todos de este desayuno especial.

Después de desayuno paseo junto a Elena para que me cuente como fue todo. Me cuenta que estaban dando uno de sus paseos de rutina cuando llegaron a un enorme árbol cerca de la torre del reloj y ahí Yen le preguntó si le haría el hombre más feliz aceptando su propuesta de matrimonio. Ella intentó hacerse la dura al principio pero no duró nada, se echó a llorar y lo abrazó diciéndole que estaría encantada y que de hecho ella sería la mujer más feliz siendo su esposa, que no se imagina la vida junto a otro hombre. Es un poco dramática pero aún así se le quiere.

– Me alegra muchísimo verte así de feliz.

– De verdad, tienes que intentar venir a mi boda.

– Lo intentaré, pero no puedo prometerte nada Elena.

– Lo sé.- dice ligeramente desanimada.

– Mira quien viene por ahí.- ella deja de mirarme y mira al frente donde vienen no solo Yen sino los otros tres cazadores que conocí aquel día. Los cuatro llegan hasta nosotras.- Felicidades Yen.

– Muchas gracias duquesa.

– Ten cuidado, si le haces daño, te corto el cuello.

– Entendido señora, no le haré daño.- me dice emocionado.- Nos preguntábamos si querían pasear por las calles de Preim.

Miro atrás donde están Krein y Anuar, y se acaban de unir Daven y los otros dos hijos de cazadores. Los miro un poco hasta que recibe un leve cabeceo de Daven y me vuelvo otra vez hasta los hombres que tengo delante.




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