Reina sin reino

Capítulo 22

 

Levantarme de la cama es casi imposible, no solo por mis bajos ánimos sino porque ambos hombres que están junto a mi, me abrazan con demasiada fuerza, como si tan solo fuera un peluche. No sería incómodo sino tuviese una urgente necesidad de ir al baño.

– Daven.- lo muevo pero no me hace caso.- Krein.- llamo al guardia que tampoco me hace caso.- Chicos, sino me dejan voy a hacerme pis.

Ambos abren los ojos rápidamente y me sueltan para que pueda ir rápido al baño. Suspiro aliviada cuando lo consigo, pensé que iba a estallar sino me soltaban rápido y me dejaban ir al baño, juro que me lo hubiese hecho encima como si hubiese sido un bebé que no sabe hacer pis solo. Ha sido un poco desesperante y me sentía atrapada entre ambos.

– ¿Mejor?- me pregunta Daven cuando salgo del aseo.

– ¿A qué te refieres?- él me mira triste.- No estoy mejor, los han asesinado porque eran mis amigos.- suspiro con dolor.

– Nem.- Krein intenta acercarse a mí pero me alejo.

– Esto ya se está pasando, hay que encontrar a ese infiltrado.- digo determinada.- No pueden morir más inocentes. Hay una línea entre que quieran matarnos a nosotros por una razón absurda, tal que somos validus, y otra es que asesinen a inocentes solo porque son conocidos míos o tuyos.- miro a Daven.- Será mejor que avises a tus amigos para que refuercen su seguridad.

– ¿Lo crees de verdad?

– Creo que quieren debilitarnos, pillarnos con las defensas bajas o de mal ánimo. ¿No te afectaría que asesinasen a tus amigos?

– Bastante.

– Pues ya sabe, mientras usted habla con sus amigos, iré a hablar con su padre.

– ¿Qué quieres que haga yo?

– Sinceramente, que te mantengas a mi lado. Necesito apoyo en este momento porque no me encuentro con suficientes fuerzas para mantenerme recta y fuerte.

– Por supuesto.

Los tres salimos de mi cuarto, Anuar Vestar toma su posición detrás de mí junto a su hijo. El príncipe se despide de mi con una reverencia y se marcha para hablar con sus amigos. No tenemos que ir a desayunar porque hace tiempo que pasó la hora del desayuno.

Con todas mis fuerzas, intentando pensar lo menos posible en Emmi y Louis que seguramente murieron abrazados. No puedo, no es justo que ellos hayan muerto cuando esta no es su lucha, ellos solo tenían esperanza de volver a su hogar, de no sentirse fuera de lugar allá donde fueran y los entiendo porque siempre me he sentido igual

– Duquesa Bultor.- me giro para ver a Anuar.-¿Se encuentra mejor?

– Supongo.- miento.- No tengo ganas de hablar.- zanjo la breve conversación.

Al llegar a las puertas de la biblioteca personal del rey, los guardias que ha custodiando los libros antiguos que ha dentro me saludan con una leve reverencia.

– ¿Está el rey?

– Lo está.- contesta el de un lado.

Me abren las puertas y uno de ellos ordena a un iniciado que me traiga un té, parece que todos han entendido que me gusta en especial, es lo que más me gusta del norte. En el sur el té suele hacerse demasiado amargo para mi gusto pero aquí le ponen un toque de azúcar. Ahora, me siento mal porque el mejor té que probé aquí en el norte fue el que Emmi me hizo aquella noche, ya nunca más podré tomar uno de sus tes.

– Buenos días.- saludo antes de sentarme.

Poco después de que me siente, sin que siquiera haya dicho una palabra, llaman a la puerta y dejan una taza de té para mí. Espero a que deje de echar un poco humo, eso me hace recordar al humo de la madera de la casa de Louis y Emmi mientras las llaman lo consumían.

– Te veo mal, escuché algo del incendio de ayer pero no me dieron muchos detalles.

– La casa, las personas que vivían en esa casa eran amigos míos.

– Mi más sentido pésame Némesis.- lo veo, se ve realmente afectado por ello.- ¿Necesitas algo?¿Puedo ayudarte en algo querida?

– ¿Podría ir a la casa?

– Siempre que vayas con tu seguridad, puedes ir a donde quieras.- asiento.

– Némesis, ¿tienes alguna pista más?

– Sí, descarté a los Nostre.- él me mira confuso.- O al menos a la marquesa, no encuentro razón para que ella, siendo una validus, quiera acabar con nosotros. Quizás su padre no lo sepa y si quiera acabar con los de nuestra especie.

– Entendido, al menos vamos descartando gente.- asiento.- Puede ir a la casa de esas personas.

Me levanto de la silla después de terminar mi delicioso té, ha conseguido calmar de alguna forma el dolor de mi corazón, pero sigue llorando la pérdida de esas personas que aunque las conocí muy poco, ya eran significantes para mí.

– ¿Cómo las conoció?- pregunta Anuar.

– En una de mis escapadas.

– ¿Saliste de palacio?

– Los guardias de la puerta trasera me dejan salir siempre.- medio sonrío.- La belleza a veces es una gran virtud que abre puertas, y que le tengan miedo a Krein me ayuda.

– Pero… yo odio que te escapes.

– Pero eso ellos no lo saben Krein y no lo van a saber.- le guiño un ojo.- Los conocí en el pueblo, mientras paseaba tranquilamente. Louis era del oeste que queda mucho más cerca de mi casa que el Norte, y fue agradable encontrar a alguien que desentonaba tanto como yo entre la gente pálida como ustedes.

– Debe ser desagradable sentirse diferente a todo el mundo.

– Depende como ese mundo lo mire Anuar, si mi color de piel, mis andares o mi forma de ser no despertase comentarios despectivos, ni suscitase dudas de si yo soy la que intenta matar al príncipe, ser diferente no sería desagradable.

– ¿Quién ha dicho eso?

– La mayoría de duques que se sientan en la mesa del rey a comer, los únicos duques a los que les caigo medianamente bien es a los cazadores. El resto finge porque soy amiga de Daven y Elena y porque el rey ya me ha defendido las suficientes veces para saber que no les conviene en absoluto enfrentarse a mí.

– No tenía ni idea de eso.




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