Reina sin reino

Capítulo 25

Miro mis manos como si todavía estuviesen llenas con la sangre de ese chico. Sé que el rey tiene verdugos que lo hubiesen hecho sufrir mucho más que yo, pero esto era personal y era yo quien tenía que acabar con su vida y no me pesa, me satisface haber cobrado una mínima de venganza por Emmi y Louis.

Tampoco puedo olvidar las caras de los guardias cuando vieron mis manos, brazos y vestido ensangrentados. E incluso el duque Nostre me vio, su cara lo dijo todo. Tenía miedo, miedo de mí y de que fuese capaz de hacerle lo mismo que a ese chico si seguía provocándome. Por palabras no iba a matarlo pero si hace algo en contra mía o de Daven, no lo dudaré ni un segundo. Acabaré con su vida.

– Ocurre algo Némesis, ¿tienes algo en las manos?

– Nada, solo pensaba en la sangre.

– Los guardias ya me contaron.

– Sangre por sangre, él conspiraba en contra del rey y fue uno de los asesinos de Emmi y Louis.- le explico.- Él no tuvo compasión y yo tampoco la tuve, no he llegado a ser respetada por ser una blanda.

– Nunca pensé que lo fuese.

Hace una reverencia y me deja sola en mi cuarto. Lo peor de querer estar sola es que mi mente va a esos recuerdos a los que no quiero ir.

Me levanto de la cama con cierta molestia y me siento en mi sillón cerca de la ventana por donde puedo ver la luna brillar. Pido clemencia y ayuda para todos los validus que están en condiciones de esclavitud. Mis manos tiemblan con rabia al pensar en ellos, en pensar en todos los validus que tienen un amo porque en mucho reinos del norte se consideran posesiones. Me da tanto asco, somos personas como todos, y merecemos vivir.

Le lloro a la luna para que cuide de Daven, y para que cuide de mí, no sé hasta cuando podremos sobrevivir, no sé cuando será la próxima vez que intenten matarnos o si llegaré a tiempo para detener el nuevo intento de asesinato de Daven porque parece que su guardia es inútil.

Me quedo pensando, mirando a la luna, mi mente va demasiado rápida e incluso me pierdo de vez en cuando. La única vez que no atacaron al príncipe fue cuando Krein estuvo pegado a él y a su guardia antes de que nos fuésemos al rescate de Yen Croyen. Mi mente no se detiene. Recuerdo al guardia castaño y de ojos oscuros que siempre acompaña a Daven, la primera vez que lo vi fue cuando me interpuse o bueno lo intenté, entre un asesino y Elena. Ese primer día en el que hablé del rey y le dije que creía que el verdadero objetivo era Daven y no Elena, desde entonces no han ido ni una sola vez más a por Elena.

Me levanto con prisa y salgo de mi cuarto para ir a la habitación de Daven, al llegar no está el guardia y al entrar a su habitación no hay rastro del príncipe, sé que hoy no habíamos quedado en reunirnos.

– ¿Y el príncipe?

– No salió de su cuarto, duquesa.

– Pues no está.

Entro otra vez al cuarto, siento la presencia de tres guardias a parte del mío, Anuar. Quito el cuadro de Iren y Daven de la pared y abro la puerta secreta que tiene el cuarto de Daven. Me meto sin pensarlo por el oscuro pasadizo.

– ¡Daven!- grito con miedo pero no hay respuesta.

Intento darme más prisa, tiene que estar aquí, tiene que estar bien, mi intuición tiene que estar mal. Mi cabeza, las imágenes deben de estar mal, me niego a pensar que he estado seis meses cuidando del príncipe para que uno de los infiltrados haya estado tan cerca todo este tiempo y no haya sido capaz de verlo. Él tiene que estar bien.

Las imágenes golpean mi cabeza con fuerza, Daven huyendo, tropezando y cayéndose. Daven siendo ahorcado por esa mierda que juró protegerlo, puto asqueroso que rompe su juramento y le rinde lealtad a un engaño.

Sacudo mi cabeza como si las imágenes fuesen a desaparecer, yo no he pedido ver el futuro de Daven, mucho menos un futuro tan asfixiante, es como si estuviese sintiendo esas manos alrededor de mi cuello.

Sigo las imágenes que aparecen en mi mente, me guío en el pasadizo gracias a ellas. Corro más, queda poco para que llegue, saco de mi cinturón mi cuchillo, el mismo con el que acabé con la vida del chico. Corro hasta que veo la ancha espalda del guardia, veo su armadura gris y busco un sitio por el que poder clavarle el cuchillo. Cuando lo consigo me lanzo sin miedo, aunque sé que me van a hacer daño, aunque tendría que hacerle caso a las imágenes que siguen pasando por mi mente, y clavo el cuchillo.

El hombre se separa de Daven que tose con fuerza por haber recuperado al fin el aire, y me estampa contra el muro de piedra para irse nuevamente contra Daven. Los guardias vienen todos hacía mí.

– Con DAVEN, ¡Ayuden a Daven!- ellos se separan de mí y corren a ayudar a a Daven.

Cuando recupero el aire me levanto y corro para ayudar a los guardias y a Anuar a luchar contra la bestia en la que ha convertido Ameba a este pobre chico.

– Yo soy lo que ella quiere, déjalo a él.- grito con fuerza.- Yo.- él se gira y me mira con los ojos huecos.- Déjalo a él, yo soy mejor presa.- veo a Anuar mirarme con miedo, terror por lo que esa bestia pueda hacerme.- Contra mí.- él asiente y carga con fuerza contra mí.

El golpe de su cuerpo contra el mío me saca todo el aire y me deja casi sin pensamiento, sus manos frías atacan mi cuello y comienza a presionarlo. Me siento desesperada por conseguir aire, golpeo sus manos sin éxito, los veo venir contra él pero no le hacen nada.

– Solo su arma lo matará.- consigo decir, pero no creo que entiendas a que me refiero.

Siento que pierdo el sentido, veo tantos puntos negros que ya casi ni le veo la cara al hombre que me está ahogando. Llevo mi mano, como puedo sintiendo que la vida se me escapa del cuerpo, a mi falda, tiro del cierre un poco, casi ya no puedo, y de mi cintura cojo lo único que conservo de ella, la única falla que dejó. Subo la mano casi sin fuerza y clavo la daga maldita en su frente.

La presión en mi cuello desaparece cuando todo su cuerpo cae sobre el mío inerte, la daga de quien lo tiene engañado es el único arma que podía matarlo, el única arma que podría haber matado a los hombres con los que me enfrenté junto a los hijos de los cazadores en el bosque.




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