Reina sin reino

Capítulo 26

Me siento en los bancos al lado de la familia real, sonrío cuando veo al duque Nostre esquivar mi mirada, me tiene miedo desde que me vio salir con mucha sangre en mis manos, para que justo después sacasen el cuerpo sin vida del pobre diablo que fue en mi contra.

Enderezo mi espalda cuando el oficador comienza a hablar igual que lo hizo antes del cumpleaños de Daven. Intento no arrugar la mirada cuando llaman a Asteria, Delia, es un nombre que no merece, que ella nunca ha dado, Asteria es la patrona y defensora del sur, no entiendo porque los del norte no pueden respetar su nombre. Ellos solo le pusieron otro nombre para sentirse más importantes pero quedan en ridículo ante la Diosa.

Miro la imagen de la Diosa en todo momento, le rezo mientras ignoro al hombre que sigue y sigue hablando. Escucho como nos pide que pidamos un deseo para la princesa, y como sé que todos pedirán por ella, al menos todos los miembros de su familia y su prometido. Soy egoísta y pido por mi misma, pido fuerza para que el vanadio no me siga cegando y confundiendo.

Al principio no lo entendía, pero después de leer libro a medias, libros cuyas frases están desordenadas conseguí encontrar la razón por la que no podía dejar de ver diferentes y tan extrañas muertes de Krein y porque me costaba ver tanto todo tipo de imágenes o futuros los cuales antes me resultaban tan fáciles. Los libros no hablaban como tal del vanadio pero me di cuenta de que todo había comenzado después de la primera flecha y entonces una sola idea se me vino a la mente, han estado echando vanadio en mis tés. Mi idea ha sido probada porque después de dos días sin tomar una sola taza, mi mente es más clara.

Pido claridad y fuerza para poder enfrentarme a todo lo que se avecina, porque si mis sueños están el lo cierto, la guerra se acerca y mí camino hacía la verdad comenzará dentro de muy poco aunque todavía ya he conseguido adivinar quien o quienes son los que están detrás de los intentos de asesinatos.

Una vez terminado, nos levantamos y dejo que primero salga la familia real y después los sigo yo. Daven me sonríe antes de esperarme en la puerta y comenzar a andar a mi lado junto a Krein y a Anuar. Camino recta, mirando sobre el hombro a todos los guardias que hay cerca.

– ¿Quién es el nuevo?

– Encantado de conocerla duquesa Bultor, soy Treitan.- asiento sin mucho más.

– Llámeme Némesis.- él asiente antes de unirse a mis guardias.

Andamos hasta llegar al jardín de palacio, desde lejos veo a Elena dando un paseo junto a otras damas de la corte, se le ve animada mientras habla y habla sin parar. Ella es de lo más habladora pero tiene un tono de voz muy delicado y agradable, no creo que a nadie le moleste oírla hablar, al menos a mí no.

– Parece preocupada.- dice de repente Daven.

– Tengo mis razones para estarlo majestad, en breves me iré.

– ¿Cree eso?

– No lo creo, lo sé, la hora de que me marche está muy cerca. Más de lo que desearía que estuviese.

– La echaré de menos.

Giro mi cabeza para mirarlo, para mirar su perfil, se le ha contraído la mandíbula, está preocupado por mí pero debería preocuparse más por si mismo. Yo sé cuidarme sola, lo he hecho toda la vida, y es muy nuevo que gente se esté preocupando por mi seguridad. Querría que su preocupación me importase, pero nadie va a salvar a mi pueblo, yo soy la última esperanza de esas personas y yo debo emprender el viaje de vuelta a casa.

– Majestad.- es mi turno llamar su atención.- Cuídese en mi ausencia.

– No se preocupe, lo haré.

– Se ven muy amigos.- me giro para mirar al chico nuevo.- Perdón, me quedaré callado aquí detrás.

– Será mejor.- es mi única respuesta.- Krein, Anuar, acompañen lo que queda del día al príncipe, tengo asuntos que tratar.

– Pero, señora, nosotros debemos….

– No fue una petición o algo que estaba consultando con ustedes.- los miro.- Mis asuntos, no son suyos, no hoy.

Me doy la vuelta y dejo a los cuatro hombres fuera mientras yo me adentro en palacio. No hago caso a cuantos guardias o duques me saludan con una reverencia mientras que con la cabeza en alto y el mentón arriba subo hasta la habitación real. Llamo a la puerta delicadamente.

– ¿Si?

– Majestad, soy la duquesa Bultor.

La cabellera rubia de la reina Enia es lo primero que veo, luego sus ojos pálidos se cruzan con los míos. La reina me deja pasar y me invita a sentarme en su sillón.

– ¿Qué la trae por aquí?

– Tú y yo sabemos la verdad, sabe quien soy, o tiene una idea de lo que soy.- tensa la mujer asiente.- ¿Cómo lo sabe?

– He leído, con atención, los validus del futuro dominan con facilidad los idiomas, y tú eres la persona que conozco que más idiomas habla.- asiento, es una mujer inteligente, no por nada es la esposa del rey, su título no está de decoración.

– ¿Sabe? Dudé de usted, de si era usted quien quería matar a su hijo mayor.- ella me mira con horror.- He visto cosas peores, además, sé que usted prefiere a Iren como monarca, como líder.- ella asiente, rendida.- Pero sé que usted no es la que quiere matarlo, ahora lo sé.

– ¿Cómo sabe eso?¿Lo vio?

– No, no lo vi, por desgracia.- suspiro.- Pero el infiltrado cometió un par de errores, los pasé por alto al principio, pero ahora los veo con claridad.

– ¿Qué errores?

– ¿Por qué quiere saber eso?- ella se encoje de hombros.- No le diré, pregúntele a su esposo cuando lo vea, ya hablé con él.

– No se preocupe, lo haré.

– Pero si le diré que verá su deseo cumplido, Iren será rey.

– Hay un pero, siempre hay uno.

– Morirá un inocente, y habrá una traición.- me levanto del sillón.- Espero que mí estancia aquí no haya supuesto un problema para usted majestad, espero que a la larga podamos hacer tratos.

– ¿Tratos?

– Ya lo entenderá.- hago una reverencia y me marcho de su cuarto.




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