CAP 3: “MÍA”
Forcejeo un poco con los brazos que me sujetan, pero me detengo al notar como mis costillas se resienten de la peor de las maneras. Hace dos días que nadie pasa por mi celda, solo para dejar comida, y la trae una mujer que no se para más de cinco segundos delante de los barrotes de mi jaula.
Los dos hombres que me llevan casi a rastras por los pasillos del lugar deben de tener sus veinticinco años largos. Uno de ellos, el que va delante de mí, tiene el pelo rubio y liso, la espalda ancha y grande, tiene una cintura marcada y unas piernas tonificadas. Solo soy capaz de verle la espalda, pues está de espaldas a mí. El que va detrás, he podido observar antes que tenía el pelo castaño claro, muy rizadito y con reflejos dorados; con ojos ámbar y tupidas pestañas negras; tiene el cuerpo ancho, con la misma constitución y forma que el de delante.
Los dos gorilas pasan por delante de mí, no sin antes atar una cadena a mis grilletes y llevarme como si fuera un perro. Abren una puerta altísima de metal reforzado y la luz que sale de dentro de la sala me hace cerrar los ojos.
Dan un fuerte tirón a la cadena que sujeta mis manos y me obligo a andar siguiendo sus pasos.
No he dejado escapar el detalle de que a cada momento que subíamos más, las salas y los pasillos se iban volviendo cada vez más lujosos, llegando a parecerse a los de Rashmak.
En cuanto me meten en la gran sala, me siento como un bicho raro a punto de hacer su espectáculo en la plaza mayor de la ciudad, preparado para ser aplaudido o abucheado.
La estancia es enorme y tiene unas gradas semicirculares llenas de asientos y mesas, donde supongo que se sientan los estudiantes. Entonces… Esto es como Rashmak. Es una escuela militar.
De pronto se empieza a llenar de gente. No toda la sala, pero si unas cuantas personas.
Entre toda esa gente noto una mirada, no sé de dónde, pero sí de quién. Supongo que el hecho de que pueda leerme la mente también hace que pueda notar en cierta forma su presencia.
Un hombre mayor de unos cuarenta y siete años sale de una puerta secundaria de la sala y se acerca a mí a paso militar. Tiene un poco de barba, entre blanca y negra, tiene la cabeza completamente calva, una nariz enorme y unas arrugas de campeonato. Tiene el cuerpo bien cuidado, musculado y ancho –igual que todos los hombres en este sitio. ¿Qué narices les dan a estos chicos de comer? –.
Se agarra las manos por detrás de la espalda y me mira alzando la barbilla, para hacerme saber que su ego es incluso mayor que su napia.
Oigo una risa y giro un poco la cabeza para ver que Riot está sujetándose la boca para no hacer más ruido. Le susurra al que me pegó algo en la oreja y le contagia la risa. ¿Se están riendo de lo que he pensado sobre su ego y su nariz? ¿En serio? Que infantiles que llegan a ser.
El señor les dedica una mirada envenenada y los jinetes piden perdón mientras se cuadran en su sitio. Él vuelve a mirarme con el mismo desprecio de antes y se acerca a mí para ir dando vueltas a mi alrededor como si fuera un buitre observando a su presa.
Los gorilas que llevo como guardianes no sueltan en ningún momento la cadena de mis manos.
–¿Cuál es tu nombre, jinete? –su tono de voz me dice que si no le contesto voy a tener problemas, como morirme, por ejemplo, pero no quiero decirle mi verdadero nombre. Si Riot se calla y no dice que es mentira, tendré alguna oportunidad. Pero tengo muy claro que lo más probable es que diga que miento.
–Mayhe Okayah.
–¿Crees que es un buen momento para mentir, pajarillo? –¡será cabrón! No se podía callar y ya está, ¿no? Pues claro que no, ni siquiera es un amigo, me ha secuestrado, atacado, matado a mis compañeros y encerrado en su reino. Es todo lo contrario a un amigo.
Observo al hombre que revolotea a mi alrededor y me encojo en mi sitio al ver como clava su aterradora mirada en mí.
–No creo que estés en posición de mentir. Dime tu nombre, jinete, o la tortura empezará mucho antes de lo previsto. –me estremezco de manera notable y él parece satisfecho con mi reacción– Creo que en tu reino ya os han informado de que nuestros métodos son famosos por… su belleza sonora. El crujido de los huesos, los gritos, los golpes del metal contra la carne… Bueno, ¿vas a hablar o tendré que hacerte cantar yo mismo?
No me siento segura en absoluto. No puedo ni debo mentir; por mi propio bien. Riot parece contento con lo que escucha en mi mente, porque una sonrisa de satisfacción se afila en sus rasgos.
–Me… Me llamo Aurish Galeyra.
–¿Cargo militar? – después de esto sé que me va a acribillar a preguntas. Pero solo contaré lo estrictamente necesario.
–Líder de Roca de Energía.
–¿De dónde?
–De las Rocas de Rashmak.
El hombre parece extrañado. ¿No sabían algo tan básico como que tenemos el colegio militar dividido de esa forma? Miro a Riot y veo que niega con la cabeza. Quizá nunca han tenido la oportunidad de pillar a un recién salido de la ESMIRA (como nosotros llamamos a la Escuela Militar Rashmak).
–¿Serías tan amable de decirnos que son las Rocas de Rashmak? –suspiro y dejo caer la cabeza hacia atrás.
–Es la manera que tiene ESMIRA de poner orden en la escuela. Hay tres rocas: la roca de fuerza, la roca de agilidad y la roca de energía. Dentro de las rocas tenemos tres secciones. Depende del año a veces ha habido una cuarta. Son la sección máscara, la sección colmillo y sección ala. Todas tienen un líder, al que se le nombra por el nombre de la sección. Dentro de las secciones, están los líderes de pelotón. Y ya está.
–Es bueno saberlo. Ahora dinos qué hacías en el puesto de Bugath. Está muy alejado de las fronteras, me parece raro que manden a cadetes sin experiencia a un puesto así.
–Primero que todo, señor sabelotodo– rebufo y con un gesto de cabeza me aparto el pelo de la cara. No quiero que nos tome a mí y a mis soldados por “cadetes sin experiencia”–, sí que tenemos experiencia. Segundo, no soy ni eran cadetes; todos los que fuimos a esa misión éramos jinetes graduados. Se nos mandó para evaluar la seguridad del puesto de Bugath. Salió mal, muy mal; pero tenemos –me corto en seco y noto como se me reseca la garganta–, tengo y tenían la experiencia que se nos dio la oportunidad de tener. Y eso es todo, señor.