Reino De Monstruos (libro 1)

CAP 9: TENSIONES INDESEADAS

CAP 9: “TENSIONES INDESEADAS”

Es ya noche entrada cuando oigo la puerta de la habitación abrirse, y yo me asomo para ver si es Riot o no. Lo veo entrar, con un andar completamente extraño e irregular. Está ebrio, seguro. Me planto de pie justo antes de entrar en lo que es el pequeño pasillito de la habitación, y él se apoya en el marco de la puerta como si le pesara el cuerpo. Me da un repaso de arriba abajo y se me queda mirando por encima del hombro, con un brillo sombrío en su mirar. Se lleva la mano a la boca y se la tapa mientras sigue observándome. Seguro que por su mente están pasando miles de guarradas.

Es repugnante.

Alza su otra mano un poco con un movimiento poco firme y me señala el cuerpo, a la vez que hace un pequeño aspaviento con la extremidad.

–Esa ropa… es mía –es cierto. No estaba del todo cómoda con la ropa de cuero y me he acabado poniendo una camiseta larga suya que he encontrado en la cajonera de su habitación –. Me la has rodabo–no le contesto, pese a que me dan ganas de decirle que es robado, no rodabo.

–Efectivamente. Pero tú me has robado muchas cosas y no me quejo.

Me doy la vuelta, dispuesta a terminar la conversación y meterme en la cama llevando su camiseta.

Oigo sus rápidos pasos a mi espalda y me agarra de la muñeca para detenerme. Me gira hacia él y me enreda con sus ojos, obligándome a sujetarle la mirada.

–Sí que te quejas, bezbhae –pasa sus manos por mi cintura y me atrae hacia él con un ágil movimiento. Por los dioses, que me suelte… –. Eres aún más hermosa de cerca, joder…

Agacha su cabeza hasta mi ridícula altura y mete su nariz entre mi pelo para conseguir rozar la piel de mi cuello. Me estremezco al sentir su aliento. Quiero (necesito) que se aparte. Lo necesito fuera. Sus manos: lejos de mi cuerpo. Sus labios: lejos de mi cuello. Sus ojos: fuera del alcance de los míos.

–Eres… Dioses, maldita unkariana.

Su insulto me hace hervir la sangre y cuando siente que lo voy a empujar para apartarlo, veo como su cuerpo se estremece junto con un pequeño y agudo jadeo y se pega a mí completamente. Todo su pecho impacta contra el mío, al igual que sus caderas. Sube sus enormes manos hasta mi cara y la sujeta con fuerza a la vez que apoya su mentón en mi frente.

Todo me recuerda demasiado a él. Y el odio que siento por ambos me hace ahogarme en mi propio mar de ansiedades. Su cuerpo me corta la respiración y me aprisiona.

–Quítate.

–No me pidas que me aparte, Erui… Aurish.

Abro los ojos como platos y esta vez sí que lo empujo para que me suelte. Encima de que tiene las narices de intentar ligar conmigo, me llama por el nombre de otra.

En cuanto le aparto, sus pies se tambalean y casi le fallan cuando se queda a nada de caer de bruces contra el suelo. Se toca el pecho, como si le hubiera afectado mi empujón.

–Realmente eres la cosa más rastrera y miserable que he tenido que conocer. Métete donde quieras a dormir, a la cama voy yo.

–Auri…

–Ni se te ocurra pronunciar mi nombre, borracho de mierda –le interrumpo con la voz más brusca que puedo.

Pone cara de niño pequeño y no añade nada más. No pienso quedarme a ver qué es lo que tiene que decir o hacer, así que giro sobre mis talones y me dirijo hacia la cama, donde me desplomo, haciendo que se me levante un poco la camiseta y se me vea el costado de la ropa interior.

Pero me da igual.

Cierro los ojos a la vez que me pongo cómoda encima de las sábanas. Oigo los erráticos y descompasados pasos de Riot por la estancia, y el sonido de la tela dura resbalarse por su piel me hace contener el aliento. Aprieto las piernas de manera que no se note mucho. Vuelvo a oír los ruidos que provoca, y esta vez es el metálico golpe fuerte y seco de la hebilla de su cinturón al caer al suelo.

Me muerdo el labio inferior; no puedo soportar esto. Es… demasiado.

Cuando por fin pienso que ha terminado y se irá a dormir a alguna parte de la habitación, siento el peso en uno de los lados de la cama. De golpe. Como si se hubiera lanzado.

La cama, que es vieja y bota como si fuera un muelle, me hace rebotar, con la mala pata de que acabo –literalmente– tocando todo su cuerpo con el mío. ¡Joder! ¡Lo único que quiero es tenerlo lejos y el cabrón del destino me la juega así!

No. Perdón, destino. Tú sabes que yo confío en ti y en los dioses. No me castigues, por favor, oh, destino.

–¿Ahora quieres estar conmigo? –pregunta, con la voz embriagada y los ojos aún cerrados.

–¡No! –me aparto como si tuviera un resorte y me vuelvo a mi parte de la cama, la más alejada de él– Nunca estaré con un nayolense.

–Ni yo con una unkariana –abre los ojos y me abruma con su excitante verde eléctrico, que me deja sin respiración –, Aurish…

La manera en que dice mi nombre es como un maldito gemido ronco, ebrio y jodidamente caliente. Pero ese tonto hecho hace que mi estómago se revuelva, y no de miedo ni de ira. Bueno, con un poco de ira sí; odio que pronuncie mi nombre.

Sus pupilas se clavan en las mías, se contraen, se dilatan, y finalmente vuelven a contraerse terroríficamente.

–Sé lo que estás pensando. Vamos, di lo que sea. No te haces a la idea de lo sexi que es escuchar tu maldita voz–en un momento y sin que haya podido hacer nada para evitarlo, se pone encima de mí, entre mis piernas, y sujetándome contra las sábanas con una ligera fuerza. El pelo le cae por la frente, siguiendo la gravedad. Está tan cerca de mí, que esos sueltos y rebeldes mechones de pelo negro rozan mi frente como si fueran pequeñas y molestas plumas–. Dioses, es exactamente eso a lo que me refiero. Tu… Tu voz interior es como una puta droga. Es suave, pero es ronca. Es ardiente, pero es distante. Es todo, pero a veces pierde la vida… Quiero… Quiero que pienses para mí.

Mi respiración se hace muy audible en la habitación cuando empiezo casi a hiperventilar. Su cuerpo está desnudo. Casi. No creo que sepa lo mucho que me está afectando eso ahora mismo. Las luces están apagadas y no me había fijado en este pequeño –enorme– detalle.



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En el texto hay: fantasia, romace, spicy

Editado: 20.10.2024

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