CAP 15: “RESPÍRAME EN LA NUCA, JINETE”
Siento que estoy completamente fuera de mí. No soy capaz de mover mi cuerpo como debería. Siento que estoy recostada sobre algo cálido. Paso como puedo los dedos de mi mano izquierda por la superficie que me sujeta. Es sorprendentemente caliente y blanda.
De pronto siento como una mano agarra la mía y la coloca otra vez en el sitio donde estaba antes. Joder… Creo que estoy encima de alguien. Abro como puedo los ojos y me quedo mirando la mandíbula del chico. Es Riot. ¿Por qué me pondría así encima de él?
Aferro mis dedos a la tela de su camiseta, obligándolo a mirarme. Sus ojos verdes se abren para mí y me observan atentos.
–No digas nada. Háblame a través de tu mente, ¿vale? –asiento levemente con la cabeza. No sé qué preguntarle. Veo como sus pupilas se contraen de esa forma tan escalofriante y sexi.
–¿Dónde estamos? – le pregunto, pensando.
–En nuestro cuarto–ha dicho nuestro… Lo siente como nuestro y no solo suyo–. Te he traído aquí después de que Umani te curara.
–Gracias por traerme, Riot.
–No… No hay de qué. Además, si estabas viva no iba a dejarte morir. Bueno, em… ¿Estás… mejor? –me pregunta a la vez que me coloca un mechón de pelo tras la oreja y deja reposar su mano sobre mi mejilla. Es enorme y el calor que desprende es abrumador–Deja de pensar en estas cosas y dime si estás bien, Aurish–me sonrojo de golpe, pero le contesto.
–Mejor de lo que estaba durante las curas y antes de eso, sí. Pero me siento como una completa mierda. Me duele todo el cuerpo. Es… Es lo mismo que sentí después de que Umani me curara la primera vez que Calío…
–No pronuncies su nombre. Si lo pronuncias, sobre todo si lo pronuncias tú, juro que me iré ahora mismo y le haré sufrir lo que te ha hecho sufrir a ti. Pero a este lo mato al final.
–Riot…
–No, Aurish. Si se te vuelve a acercar, lo mato.
Me estremezco de frío y me agarro a su fuerte cuerpo con la poca energía que me queda. Me acurruco en su pecho a mi gusto. Siento como me rodea el cuerpo con los brazos y, de pronto y para mi total sorpresa, me siento protegida. Sí, protegida. Y es extraño puesto que justo él es quien ha puesto mi mundo de cabeza y quien me pone en peligro en todo momento desde que me sacó de Bugath aquel día.
–Pensaba que te perdía–me acaricia el pelo y hunde los dedos en este, acariciándome el cuero cabelludo con un movimiento sensual–. Cuando ese hijo de puta dijo que estabas muerta y vi que no te movías, se me cortó la respiración, pero cuando empezaron a arrastrar tu cuerpo por el mármol e ibas dejando un rastro de sangre, juro que sentí algo indescriptible en el pecho–no me mira mientras pronuncia eso. Me quedo quieta, escuchando sus palabras. ¿Por qué un nayolense le diría esto a una unkariana? No debería haber sentido así el pensar que estaba muerta.
Hago acopio de fuerza y me muevo lo suficiente como para erguirme y ponerme encima de sus piernas. Él me mira preocupado y veo que empieza a mirar desesperado mi cuerpo en busca de algún dolor. Apoyo mis dos manos en sus abdominales para hacer de contrapeso con mi cuerpo y él me agarra por los muslos, pero no de una forma erótica, sino de una que me transmite su preocupación y la necesidad que tiene de sujetarme por si caigo.
–Estoy aquí. Lo sabes ¿no? –digo a duras penas con la voz afónica de tanto gritar.
–Lo sé–me clava los dedos un poco en los muslos y me mira a los ojos con una intensidad verdadera–. Lo sé…
Quisiera saber qué es lo que hace que este chico se comporte así conmigo. Debe de haber algo, algo fuera de lo de que me necesitan viva. Lo presiento.
Miro sus manos encima de mi cuerpo y luego observo sus antebrazos. Tiene moratones y heridas pequeñas. Supongo que se lo he hecho yo. Muevo mis manos hasta esos puntos y voy acariciándolos uno por uno siguiendo una ruta imaginaria.
–Lo siento, Riot.
Tira la cabeza hacia atrás tensando en cuello y oigo como suspira con fuerza. Lleva sus manos un poco más hacia atrás y me agarra casi por el culo para acercarme a él con mucha delicadeza. Vuelve a mirarme, pero esta vez su mirada es más oscura que antes.
–No digas así mi nombre…
–Así ¿cómo?
–Así, con esta voz jodidamente ronca que tienes ahora.
–¿Por qué, Riot...? –le digo a posta.
–Porque no quiero tocarte, ni besarte, ni nada que tenga que ver con lo que hicimos la otra noche. Pero si me llamas así me dificultas la faena.
Me lo quedo mirando con los ojos muy abiertos. Mierda… Él… Él piensa en volver a hacerlo y en que ya lo hicimos. No pienso repetir su nombre a no ser que sea estrictamente necesario hasta que se me cure la voz.
Me remuevo encima de sus caderas, pero él no me suelta.
–Esko está dormido en medio del pasillo. Si estás mejor deberías ir a verlo. Se ha pasado cuatro horas allí sentado esperando para por si acaso te volvías a poner mal. Se preocupa por ti, Aurish.
Me apoyo por completo sobre su cuerpo y paso las piernas hacia un lado para poder bajar de la cama. Riot se fija en todos mis movimientos y no me suelta las manos en ningún momento.
Ando un poco mareada hacia la puerta, sintiendo los protectores pasos de Riot a mi espalda. Abro la puerta y él pasa junto a mí para poder traspasar las barreras. Esko duerme en la pared, apoyado de mala manera.
–Esko. Esko, despierta.
El chico se sorbe la nariz y abre los ojos perezosamente. En cuanto me enfoca sonríe como un bobo y me agarra para abrazarme fuerte.
–Aurish… ¿Qué tal estas?
–Bastante mejor–miro hacia atrás y confirmo que Riot sigue aquí, de pie–. Deberías descansar en algún sitio que no sea el pasillo, tonto. Vete a tu cuarto, yo ya tengo a Riot.
–Vale… Pero si necesitas ayuda nos llamas–señala la puerta que está paralela en diagonal a la de Riot–. Esa es mi habitación. Y la de su derecha es la de Eoghen. La de Dagan ya debes de saber cuál es, y las de los gemelos son las del final del pasillo, al lado de las duchas. La de Red está a la izquierda de la vuestra. Esto… Bueno, es para que sepas donde estamos.